Que Islam no es sinónimo de terrorismo es una máxima que impera en el común de los mortales. También entre los vecinos de Corella, pueblo de unos 7.500 habitantes ubicado al sur de Navarra. Por eso abrazan la convivencia con la comunidad musulmana asentada en la localidad, que representa el 7% de la población total. “No hay un ellos o un nosotros, todos somos corellanos”, resumen unos y otros. Sin embargo, la proyección de una mezquita ha dinamitado su tranquilidad. El motivo: la financiación de las obras procede de agentes considerados como “radicales” y “afines a ideologías yihadistas”, de acuerdo a diferentes organismos internacionales. “Queremos que todo siga como estaba antes de que comenzaran las obras, que vivamos en paz y tranquilidad”.
EL ESPAÑOL arranca en este municipio navarro una ruta a través de seis enclaves islámicos salpicados en un momento u otro por la interpretación más radical del Islam. La actuación del imán de Ripoll Abdel Baki Essati, considerado por muchos el 'cerebro' de los atentados de Cataluña -que se saldaron con la muerte de 15 víctimas-, ha trasladado el foco a cómo se eligen los imanes de las mezquitas en España y cómo se controla a los más radicales.
En España hay unos dos millones de musulmanes y alrededor de 1.500 mezquitas. No existe un registro sobre los imanes, que son elegidos por las propias comunidades. Trabajan como empleados y son asalariados, muchas veces con sueldos mínimos. Esta circunstancia propicia el exilio de los líderes religiosos moderados y la llegada de imanes con un discurso más radical.
Conocemos algunos de los proyectos y de los protagonistas más próximos a las líneas dibujadas por organizaciones yihadistas:
Corella: mezquita salafista
Tras la construcción de la mezquita se encuentra una asociación bautizada con el nombre de Comunidad Mezquita El Baraka de Corella. El proyecto arrancó en 2012 con la compra de una parcela de 450 metros cuadrados en la urbanización San Benito, una operación en la que el Ayuntamiento navarro se embolsó unos 130.000 euros. En la zona se agolpan chalés unifamiliares y otras viviendas que se construyeron durante el boom inmobiliario. Con el estallido de la crisis, muchos de los proyectos urbanísticos en la zona quedaron abandonados.
No es el caso de la mezquita auspiciada por la comunidad El Baraka. El año 2012 ya eran tiempos de vacas flacas y el Consistorio vio con buenos ojos la venta de la parcela a una asociación que cumplía con todos los requisitos legales. El proyecto se presentó en el Colegio de Arquitectos de Navarra. La construcción del templo suponía una inversión total que rondaba los 700.000 euros, como adelantó Navarra.com.
Todo discurría con normalidad hasta que se vio el desglose de inversores que apoyaban el proyecto. "Parece que detrás de todo había grupos extremos, próximos al yihadismo", advierte un grupo de vecinos a EL ESPAÑOL. Están "inquietos", aseguran desde una terraza en el corazón del pueblo, por la construcción de la mezquita. "Los musulmanes son bienvenidos, ya hay muchos aquí, pero no los que llaman a la violencia", advierte uno de ellos.
Los musulmanes de la zona donaron de su propio bolsillo una cantidad que no dejaba de ser simbólica. Otra parte llegó gracias a las dádivas de otros templos, ya fueran de España, Francia, Bélgica, u Holanda. Pero la construcción de la mezquita sería imposible sin los fondos procedentes de terceros países, especialmente de Kuwait, gestionados a través de la asociación Revival of Islamic Heritage Society. Tras una etiqueta de organización benéfica se esconde la “financiación de actividades yihadíes”. Al menos, así lo advirtió el Departamento del Tesoro de Estados Unidos al prohibir toda actividad relacionada con esta entidad. La ONU también la incluyó en un listado de organizaciones relacionadas con el yihadismo.
Con estas mezquitas, terceros países como Kuwait o Arabia Saudí pretenden la expansión de su particular concepción del Islam: el salafismo de origen wahabí, ligado al país saudita. O lo que es lo mismo, la vertiente más radical del sunismo y en la que organizaciones como Al Qaeda o Estado Islámico sustentan sus discursos.
La mezquita de Corella se encuentra a medio construir. Hoy es todavía una mole de cemento gris, con su columna vertebral aún al descubierto. Las obras, advierten fuentes municipales, “están paralizadas por falta de financiación”, aunque fuentes próximas al proyecto señalan que pronto se retomarán. Según la proyección de los planes, la mezquita contará con dos plantas y un semisótano, con una superficie útil de 675 metros cuadrados. Habría aulas, despachos, sala de administración, sala de reuniones, biblioteca y terraza, además de las correspondientes salas de rezos.
El escenario sobre el que se erige está ligeramente apartado del pueblo, aunque con buenas comunicaciones. Es fácil observar que en tiempos pasados el Ayuntamiento corellano previó la construcción de viviendas y otras dotaciones en la zona, por lo que equipó la zona con carreteras e iluminación. Con la crisis inmobiliaria, no obstante, se estancó la venta de parcelas.
Hablamos con los vecinos que viven en las inmediaciones del lugar en el que se erige la mezquita. Es jueves por la tarde [por este 24 de agosto] y el sol cae a plomo en una zona semidesértica, en la que apenas hay sombras. "No nos gusta la idea de que construyan un templo radical aquí, ¿quién sabe quién puede venir por nuestro pueblo?", advierte Pedro, uno de los hombres que vive más cerca de este punto, en la urbanización San Benito. Viste gorra y piel curtida por el verano. Pasea a menudo por esta zona y se extraña de la poca actividad que hay en las obras: "Hace tiempo que no mueven nada. Quién sabe, quizá al final no acaben de construirla. Con todo el revuelo que se ha armado en el pueblo...".
“No queremos una mezquita salafista en Corella”, advierte otra vecina. Opta por mantenerse en el anonimato, tiene “miedo”: “Más todavía después de lo que ha pasado en Cataluña [en referencia a los atentados del 17 de agosto en Cataluña, donde 15 personas fueron asesinadas]”. El asunto pone nerviosa a esta mujer, que se va con prisas de la zona: “Somos amigos de los musulmanes pero no de los radicalismos”, añade en su precipitada despedida.
El alcalde del municipio navarro, Gorka García Izal, de Alternativa Corellana Independiente (ACI), advierte que el Ayuntamiento no puede hacer nada ante este proyecto: “Nos hemos reunido con Policía Municipal y la Guardia Civil de Corella, y no nos podemos poner en contra del proyecto porque cumple con todos los requisitos legales. El tema de la ideología que puedan transmitir se escapa de la ley”. García Izal admite que la construcción de la mezquita, una de las más grandes en la región norte de España, supuso un “terremoto” para los vecinos: “La convivencia siempre ha sido y es muy pacífica, sin ningún problema”.
En Corella, no obstante, se encontró una pista clave para seguir los pasos a Daoud Ouhnane, implicado en la investigación de los atentados del 11-M que finalmente murió combatiendo en Bagdad: fue en este municipio navarro donde el sospechoso activó su teléfono móvil y donde los agentes policiales comenzaron a seguir su rastro.
También fue polémica la visita de Soliman Alhodayb, un imán de Arabia Saudí, a las obras de la mezquita de Corella. Alhodayb está vinculado con el salafismo radical. Su presencia no hizo más que confirmar la inyección de financiación de grupos relacionados con este tipo de pensamientos.
Por el momento no existe una fecha definitiva para la construcción de esta mezquita, que sustituiría a la actual, un templo ubicado en una bajera sin señalizar: “Es difícil de ver, la encontrarás al lado de la peña del Athletic de Bilbao”, señalan los vecinos. Llamamos a las puertas, cerradas a cal y canto. Volvemos a preguntar a los viandantes e insisten en que este lugar, sin carteles, es donde se erige la mezquite.
Por fin nos atiende un joven imán, que deriva cualquier declaración sobre la construcción del templo a “los responsables del proyecto”. EL ESPAÑOL ha intentado contactar con los dirigentes de la Comunidad Mezquita El Baraka de Corella, sin éxito.
Cornellá: la “santidad” de Ben Laden
El 8 de abril de 2015, el entonces ministro del Interior, Jorge Fernández-Díaz, admitió en una entrevista que de las 1.300 mezquitas que había en España, su Ministerio tenía controladas a 98 por su “radicalidad”; la mitad de ellas estaban en Cataluña. Desde entonces se ha tomado esa cifra como referencia, aunque fuentes de Interior consideran esos datos muy cambiantes: “Muchas de ellas están ubicadas en garajes, locales o pisos alquilados, y cambian rápidamente de lugar o de imán”.
No obstante, sí existen algunas grandes mezquitas salpicadas por discursos radicales: “Toma como ejemplo la muerte de Osama Ben Laden, que Alá tenga piedad de él. Aunque es el responsable de derramamiento de sangre, el hecho de la muerte de un musulmán le da a él la santidad y el honor reservado a los musulmanes”, apuntó en 2012 el imán Saleh Al Moghamsy, nacido en Arabia Saudí, en un programa emitido en Qatar TV.
Cuatro años más tarde, en mayo de 2016, dio un sermón en la mezquita Al Tauba de Cornellá de Llobregat (Barcelona). Al acto asistieron unas 500 personas, según indicaron representantes del Centro Cultural Islámico de Cornellá a Europa Press: “El imán no habló de nada en concreto”.
Por casos como este, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado señalan a Cataluña como uno de los principales focos de radicalización yihadista en nuestro país. De acuerdo al informe Estado Islámico en España, del Real Instituto Elcano, el 27,3% de las operaciones policiales contra el yihadismo se han llevado a cabo en la provincia de Barcelona, por delante de Ceuta (20,3%), Madrid, (16,7%) y Melilla (10,6%).
Mallorca: “Alá perdona sus pecados a quien muere en la yihad”
A Tarik Chadlioui lo detuvieron en Birmingham, Reino Unido, en junio de 2017. Bajo su nombre se esconde uno de los clérigos salafistas más influyentes: “El que muere en la yihad (luchando en el camino de Alá) desde la primera gota de sangre, Alá le perdona todos sus pecados”, oraba en sus sermones. Su trayectoria se dibuja sobre un rosario de países, con España como uno de sus puntos clave. Y más concretamente, sobre Mallorca.
La Operación Gamero, liderada por la Policía Nacional, permitió su detención y la de otros cinco individuos acusados de varios delitos relacionados con el terrorismo yihadista: Ali Mtioui fue arrestado en Palma de Mallorca, Abdelkader Mahmouidi y Azzouz Azdad, en el municipio de Inca, y Abderrahman Farid, arrestado en Binissalem. El sexto detenido era un ciudadano español, capturado en Alemania.
Fuentes de la lucha antiterrorista señalan que el imán Tarik Chadlioui no tenía asignada ninguna mezquita en Mallorca en la que predicar, si bien participaba en diferentes actos “culturales” en diferentes localidades españolas. En una fotografía que el propio Chadliui difundió en sus redes sociales se le puede ver sentado en una terraza, sonriente, junto a un grupo de militares españoles en la localidad madrileña de Navalcarnero.
Málaga: un imán converso
Rafael nació en Bruselas hace 57 años, aunque al casarse con una mujer marroquí e instalarse en Málaga adoptó el nombre de Mustafa Maya Amaya. Se movía con dificultades, arrastrando una cojera, y no ocultaba su fijación protalibán: “Puedes matar a gente culpable de algo”, solía defender.
En 2001 ocupó ilegalmente una mezquita ubicada la calle de San Agustín, en Málaga. Él mismo se erigió como imán, dejando atrás una vida relacionada con el narcotráfico y el robo, delitos que le habían llevado a la cárcel de Alhaurín de la Torre. Pero su conversión le había trasladado al mayor de los radicalismos, erigiéndose como uno de los mayores captadores de yihadistas de Europa.
El 14 de marzo de 2014 fue detenido en Melilla. Extendía sus redes a través de Internet, fundamentalmente a través de las redes sociales. Allí les adoctrinaba y les decía por qué era bueno, según su interpretación, el uso de la violencia con el pretexto religioso. Así consiguió enviar a un gran número de combatientes yihadistas a Siria e Irak.
Su obsesión pasaba por recuperar el nombre de Al-Ándalus -con todo lo que ello conlleva- en España. Ceuta y Melilla focalizaban buena parte de sus discursos.
Teulada (Alicante): un falso pacifista
A Hesham Shashaa se le veía con frecuencia por la mezquita de Teulada, en Alicante. Su discurso imploraba el acercamiento entre culturas y religiones, una versión pía del Islam que le permitió ganarse la etiqueta de pacifista. “Los yihadistas usan la religión para sus propósitos personales y declaran la guerra a judíos y cristianos, pero yo quiero que la gente siga lo que el Islam realmente dice”, aseveraba en una entrevista publicada en New York Times.
Viajaba por toda Europa impartiendo sus doctrinas. Organizaciones religiosas le pedían que defendiera ante grandes auditorios sus consignas.
Tras esa máscara, no obstante, se ocultaba una interpretación radical próxima a Al Qaeda y a los talibán. “Facilitaba el regreso de terroristas de Estado Islámico que habían decidido volver de Siria e Irak proveyéndoles de los lugares necesarios de tránsito y refugio y ayudándoles en las labores de documentación y obtención de recursos económicos”, explicaba el Ministerio del Interior tras su detención, en abril de 2017.
En su biblioteca se encontraron libros que abogaban por la implantación absoluta de la Sharía, la interpretación más radical de las leyes del Corán en todos los aspectos de la vida cotidiana: “Si no leo esos libros, ¿cómo voy a discutir con los reclutadores?”, se defendió Hesham Shashaa. En Alicante vivía con sus cuatro mujeres y con 18 hijos.
Madrid: reclutando frente a la mezquita
La desarticulación de una célula acusada de captar yihadistas en el marco de la operación Gala salpicó tangencialmente a la mezquita de la M-30 de Madrid, la más grande de España. Los nueve detenidos formaban parte de la Brigada Al-Ándalus, y su misión constituía la de buscar fondos y recaudar combatientes para enviarlos a Siria e Irak.
Lahcen Ikassrien era el líder del grupo. Había sido preso en la base estadounidense de Guantánamo. Los cuerpos policiales españoles siguieron sus pasos a partir de 2010, cuando detectaron sus primeros síntomas de radicalización.
Las investigaciones condujeron a la mezquita de la M-30, en Madrid. La célula liderada por Ikassrien se movía principalmente en la cafetería del templo y en las inmediaciones. Según la Justicia, los responsables del Centro Cultural Islámico de Madrid -nombre oficial de la mezquita- no tenían conocimiento de estos encuentros entre radicales.
Las “pseudomezquitas”
“El problema surge principalmente en pseudomezquitas como la de Ripoll”, apunta Javier Lesaca, investigador de la Universidad George Washington y autor del libro Armas de seducción masiva, clave para comprender los diferentes mecanismos de radicalización que emplea el Estado Islámico. En su opinión, los procesos de captación han variado con el paso de los años: “Antes se producía a través de núcleos personales o familiares, pero ahora va ganando peso la variable de la narrativa digital”. Redes sociales, canales como Telegram o producciones audiovisuales constituyen el principal arma de los yihadistas.
“Los mensajes van dirigidos a la cosmovisión de los jóvenes a los que intentan captar y muchos de sus mensajes ni siquiera son religiosos”, advierte el investigador. “Es posible que los autores de los atentados de Cataluña, salvo el imán, no hubieran pisado una mezquita salvo en los dos últimos meses. Los mensajes del Estado Islámico interpelan otro tipo de sentimientos”.
-Y las mezquitas radicales, como las que mencionamos en este reportaje, ¿qué función desempeñan en los procesos de captación o radicalización?
-Siguen jugando un proceso fundamental. Quizá menos que antes, pero no dejan de ser un lugar de referencia para juntarse personas proclives a los radicalismos. No hay duda de que el 99,99% de los musulmanes -y me quedo corto- es contrario a cualquier tipo de violencia. Pero habría que controlar quién y cómo financian las mezquitas más próximas a ideas radicales. Falta transparencia: no se sabe gran cosa sobre su contabilidad, quién está al frente, qué personas están al cargo de la oración, quiénes duermen en ellas.
-¿Qué se puede hacer para combatir esos extremos?
-Vecinos, comunidad musulmana, autoridades… si hay síntomas de alarma, deben advertir de ellas, por ligeras que sean. La lucha contra el terrorismo está en los detalles y por eso es importante compartir información, aunque parezca informal.
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