El combate fue fiero, a vida o muerte. Era el 20 de agosto. Los soldados libaneses tenían frente a sí a aguerridos miembros del Estado Islámico. Había que conquistar la colina y echar a los terroristas. El futuro inmediato del país se dirimía en esa batalla. Metro a metro, posición a posición, el Ejército oficial se desgarró para conseguir su objetivo. Los yihadistas habían claudicado y los soldados libaneses saborearon un éxito con el que soñaban desde hacía semanas. Era el momento de sacar pecho y lucir las banderas.
Ahmed y Abu, participantes en la misión, tuvieron ese honor. Subieron a lo alto de la montaña de Al Moujairma y ondearon dos enseñas: una, la de su propio país; la otra, la española. En conversación con EL ESPAÑOL, detallan: “Lo hicimos en reconocimiento a las víctimas de los atentados de Cataluña [que tuvieron lugar tres días antes, el 17 de agosto]. Sentíamos un profundo dolor y aflicción por la pérdida”. Enseguida se convirtieron en héroes y su fotografía se hizo viral.
No ha sido fácil contactar con los dos soldados libaneses. De hecho, sus nombres, Ahmed y Abu, son ficticios. La frontera entre Líbano y Siria, en muchos puntos, no existe salvo en el mapa. Ellos, como punta de lanza del Ejército oficial, deben mantenerse en el anonimato. Quién sabe qué podría ocurrirles a ellos o a sus familias si se conoce su identidad. Sin embargo, están orgullosos de sus movimientos y no dudan en expresar sus inquietudes ante la amenaza global del terrorismo.
“Esta iniciativa expresa la plena solidaridad del ejército libanés con las autoridades españolas y el pueblo español frente a los ataques terroristas dirigidos contra Cataluña”, aseguran los dos soldados que ondearon las banderas. Pero para entender el alcance de su gesta, primero hay que comprender algunos detalles de la misión tan compleja a la que tuvieron que enfrentarse.
Todo tuvo lugar en el marco de la operación Dawn of the Jurds, todavía en territorio libanés pero casi en la frontera de Siria. Los yihadistas se habían asentado en las regiones conocidas con el nombre de Ras Baalbek y el Qaa; se habían hecho fuertes y desde ahí amenazaban con lanzar una ofensiva hacia el interior del país.
Líbano es un país rasgado por su historia reciente, con heridas que todavía escuecen fruto de diversos conflictos bélicos. Uno de los escenarios que hoy sigue siendo más conflictivo es su frontera con Israel, donde la ONU ha desplegado la Blue Line, una frontera fabricada con bidones azules que ninguna de las fuerzas militares debe traspasar bajo ningún concepto. Las tropas españolas forman parte del contingente internacional que salvaguarda este tratado. Pero la historia que centra este reportaje se centra en otra crisis, en el avance de los terroristas en la frontera con Siria.
Ahmed y Abu se jugaron la vida en este escenario.
“Sentimos tristeza y dolor”
Es difícil imaginar los horrores de la guerra en pleno enfrentamiento con el Estado Islámico, precisamente en el terreno en el que los terroristas son más fuertes. El Ejército libanés lanzó su ofensiva sobre las regiones de Ras Baalbek y el Qaa. La conquista de la montaña de Al Moujairma era un punto estratégico de la misión. Quien alzase en su cumbre su bandera, podía darse por ganador.
En esos compases del combate, cuando los libaneses estaban a punto de abatir a los yihadistas, se produjeron los atentados de Cataluña. Era el 17 de agosto. Una furgoneta había arrollado a una multitud en Las Ramblas de Barcelona; poco después, intentarían repetir el mismo procedimiento en Cambrils, donde fueron abatidos. Murieron 16 civiles de diversas nacionalidades.
“Recibimos la noticia de nuestro comandante -relatan Ahmed y Abu-. Al igual que todos los soldados, sentimos tristeza y dolor cada vez que se daña a civiles inocentes, ya sea en España o en cualquier otro país como resultado de actos terroristas. Nuestros superiores nos insisten mucho en los principios humanitarios y éticos, y estos sentimientos son fruto de esos valores”.
-El terrorismo golpeó fuerte en Cataluña y ustedes lo combaten en Líbano. ¿Difiere en algo esta amenaza en un escenario u otro?
-Las condiciones de sus actividades, capacidades y medios delictivos pueden diferir de un país a otro. Sin embargo, su objetivo es el mismo: el asesinato, el caos, los actos de sabotaje y la desestabilización de países y sociedades.
-Es por eso que ondearon la bandera española junto a la libanesa tras tomar la montaña de Al Moujairma.
-Esta iniciativa confirma también la relación histórica entre España y el Líbano. Mientras el terrorismo causó estragos en Cataluña y causó la muerte de civiles inocentes, nosotros luchábamos contra los terroristas en el campo de batalla en nombre del mundo entero.
-¿De dónde sacaron la bandera española en medio del combate?
-El comandante tiene las banderas de todos los países aliados.
Una "amenaza a la humanidad"
Según explican los soldados, el terrorismo representa un “peligro para la humanidad en su conjunto”: “Tenemos que unirnos, hay una necesidad de unirse a los esfuerzos internacionales para combatirlo”.
Por eso, aunque no conozcan personalmente a las tropas españolas desplegadas en el Líbano, les agradecen sus esfuerzos en la estabilización de la región: “Apreciamos mucho los esfuerzos del batallón español que opera en el sur del país por el bien de la paz”.
En la misma línea se expresa el general Venancio Aguado, al frente del contingente español desplegado en el país, compuesto por unos 620 efectivos del Ejército y de la Guardia Civil: “En general el trato es bueno y cercano. Somos dos pueblos bañados por el mismo mar y con muchas cosas que nos unen”, apunta el general.
-¿Cómo es la relación con los libaneses?
-En el aspecto militar, el cumplimiento de la resolución de Naciones Unidas que marca la hoja de ruta a seguir por los cascos azules desplegados, obliga a mantener una relación estrecha y constante entre las fuerzas armadas libanesas y las españolas.
-¿Y con la población civil?
-Además de las acciones encaminadas a proporcionar apoyo a la comunidad (educación, medio ambiente, energía,…), la participación en todo tipo de eventos culturales y sociales de la población, facilitan nuestra integración y el conocimiento mutuo, indispensable para el cumplimiento con éxito de la misión.
Vivir el atentado desde la distancia
El general Aguado detalla la sacudida que sufrió su contingente al enterarse del terror que los yihadistas habían sembrado en Cataluña: “Habíamos despedido pocas horas antes al Presidente de la Comunidad de Canarias y estábamos comentando aspectos sobre la visita cuando nos saltó la noticia en los medios de comunicación”.
Las tropas españolas no tardaron en verse envueltas por el afecto de otras tropas desplegadas en el mismo escenario: “Quiero resaltar muestras de condolencias que he recibido tanto del personal de otros contingentes de UNIFIL (Fuerzas de Naciones Unidas en Líbano), como de autoridades locales, militares libanesas y de líderes religiosos”.
En ese terremoto de emociones, los soldados españoles recibieron la fotografía de Ahmed y Abu, bandera española en mano tras conquistar la posición al Estado Islámico: “Fue un detalle que todos agradecimos mucho y de hecho así se lo he agradecido a las fuerzas armadas libanesas”, admite el general Aguado. “La fotografía se extendió con rapidez entre los españoles y extranjeros, y en pocas horas pudimos ver en la red un aluvión de publicaciones de medios nacionales e internacionales sobre la noticia”, relata el militar.
Porque para el general español, ese gesto de unión representa el modo en el que se debe combatir el terrorismo, sea cual sea su forma: “La amenaza global requiere de un compromiso global, que dependiendo del entorno y las circunstancias del terreno, deben aplicarse de diferentes formas, pero siempre con el objetivo de derrotar a la amenaza”.