Nadie sabe cómo era la vida de Sky antes de ser conocido como "el perro con solo la mitad de la cara". Para saber algo más de este can mestizo hay que remontarse a Rumanía, a principios de 2017. Allí fue donde alguien, se desconoce quién, le golpeó con un arma blanca —al parecer, una pala afilada— que le seccionó la mitad de la cara. Los detalles son escabrosos y sobran, pero para que se hagan una idea: huyó tras haber perdido en el acto una oreja, un ojo y parte del rostro.
Unos vecinos lo encontraron escondido y desnutrido. La cuenca del ojo estaba infectada —tenía musgo y el pelo había crecido dentro—, así como la mandíbula. Lo rescató la ONG internacional Let's Adopt; lo llevaron a un veterinario y comenzaron a promover su adopción en redes sociales. Una familia alemana que estaba de visita en Rumanía decidió acogerlo. Así acabó Sky siendo Sky. Y así acabó en Alemania. Durante meses, el equipo alemán de veterinarios trató de curar la infección y evitar que la base del cráneo y la mandíbula se fusionasen. No pudieron.
En junio, Sky había perdido muchísimo peso porque no podía abrir la boca para comer. Literalmente, en la parte izquierda del rostro tenía una masa ósea sin ninguna apertura: la articulación que permitía abrir y cerrar la boca (y, por tanto, masticar y ladrar) es todo un bloque de hueso. Esto significaba que, a corto plazo, Sky podía ser alimentado con papillas pero, a largo plazo, suponía su muerte debido a no poder comer correctamente y perder peso. Let's Adopt y su nueva familia decidieron buscar una alternativa. Así dieron con el Hospital Veterinario Valencia Sur, referencia en Europa en cirugía maxilofacial animal. Allí le operarían para reconstruirle la cara y salvarle la vida, una intervención que contó incluso con cirujanos en medicina humana.
"Los veterinarios alemanes no veían viabilidad. Iban a sacrificarle: no sabían o no se sentían capacitados para solucionarlo". Quien habla es el doctor Fernando Gómez López, cirujano maxilofacial pediátrico en el hospital de La Fe, en Valencia. "Yo solo había ayudado en una intervención quirúrgica a un animal una vez. Obviamente, la dificultad para mí, que no soy médico veterinario, radicaba en orientarme anatómicamente en un animal porque aunque los mamíferos tienen similitudes fisiológicas, también hay muchas diferencias", señala el doctor Gómez López.
Este experto en medicina humana participó en la operación porque su amigo Jorge Llinás, que trabaja en el Hospital Veterinario Valencia Sur, se lo pidió. "Mi hermano se dedica a la misma rama de la medicina que yo, solo que él en humanos y yo en animales", dice el veterinario. A la clínica valenciana llegan casos extremos como el de Sky. Llinás, gracias a Gómez López y a su hermano, ha presenciado cirugías maxilofaciales humanas, en las que ha aprendido algunas técnicas que después ha podido aplicar a su campo.
Así, cuando Sky llegó a sus manos, reunió a su equipo —tres cirujanos en total, incluyéndole a él— y estudiaron durante varios meses cómo podían reconstruirle la cara. Es decir, crearle una articulación artificial en la mandíbula para que el perro pudiese abrir y cerrar su boca para comer y ladrar. "Lo importante era que se alimentase, pero en los animales comunicarse también es vital, de ahí que destaquemos el hecho de que ahora también pueda ladrar", apunta el doctor Llinás.
En términos científicos, a Sky le habían fracturado "el arco cigonático, la articulación temporomandibular, la maxila, la órbita, así como la base donde se asienta el canal auditivo". En total, el animal fue sometido a dos intervenciones quirúrgicas de entre dos y tres horas cada una que han supuesto, al menos, 6.000 euros (el hospital veterinario ha sufragado gran parte de la hospitalización de Sky y la ONG recaudó parte del dinero gracias a donaciones anónimas).
La primera operación fue para reconstruir los tejidos blandos tras haber curado la infección: "Hicimos unos colgajos para tapar esa media cara donde se veía la cuenca del ojo vacía". Después vino lo complicado: crear una articulación artificial en la mandíbula para que su boca volviese a ser lo más funcional posible: "Era difícil porque al ser todo un bloque de hueso, como una piedra, no había referencias anatómicas", explica el veterinario. Hicieron una cavidad y después, para amortiguarla (de no hacerlo, le habría supuesto una artrosis muy dolorosa), crearon una especie de pelota con la grasa del abdomen del propio animal (para que no pudiese rechazar ese injerto). "Al ser artificial,después vino un periodo de rehabilitación para generar la apertura de la mandíbula y que se mantuviese", finaliza el doctor Llinás.
"Normalmente intervengo en malformaciones y alteraciones congénitas en niños. No digo que sea lo mismo pero con Sky tuve una sensación similar que la que tengo con algunos de mis pacientes. Con los niños notas que están indefensos, necesitan que pongas todo de tu parte. Con Sky sentía que también era un ser indefenso que no entendía qué sucedía", confiesa el cirujano maxilofacial pediátrico Gómez López.
Llinás ha leído en algunos foros a gente que no entendía la relevancia de la operación: "Algunos piensan que es solo una anquilosis [cuando hay imposibilidad de movimiento en una articulación], pero no era solo eso: aquí no había articulación, había que crear una de nuevo porque su cráneo y su mandíbula estaban fundidas, media cara estaba fusionada". Para él ha supuesto un reto médico.
Sky ha vuelto con la familia alemana que lo adoptó. Puede hacer una vida normal a excepción de que su rostro solo tiene una oreja, un ojo y una cicatriz que deja a la vista parte de la mandíbula, algo que solo tiene consecuencias estéticas, como explica el veterinario Jorge Llinás: "Nos planteamos hacer una prótesis, pero nuestro objetivo es funcional. El riesgo anestésico en una nueva intervención es alto y no compensa en absoluto, hacerlo sería por una cuestión puramente estética".