21 de abril de 1907. Manuel Raventós i Doménecq, empresario vitivinícola y fundador del grupo Codorniu, es el candidato a las Cortes de la Restauración de Alfonso XIII por Valls (Tarragona). Participa en política por convicción y por indignación. Dos años antes, un grupo de militares había asaltado la redacción de la revista ¡Cu-cut!, en Barcelona, por la publicación de una viñeta satírica que enfureció al Ejército. El Gobierno de la Restauración, con el conde de Romanones al frente y el respaldo de Alfonso XIII, redacta la Ley de Jurisdicciones como respuesta, por la que los tribunales militares pasan a ocuparse de los "delitos contra la Patria y el Ejército".
Manuel Raventós i Doménecq, bisabuelo de Antón Raventós, se presenta a las elecciones por el movimiento Solidaritat Catalana, fundado por Enric Prat de la Riba, impulsor del catalanismo. 110 años después, la casualidad histórica saca a relucir el episodio menos narrado en la familia Raventós y pone a uno de sus descendientes, Antón Raventós, en el foco de la actualidad política. A través de Unipost, la empresa de correo postal que preside, se ha convertido en el "cartero" que, por segunda vez, ayuda al independentismo en su camino hacia la celebración de un referéndum ilegal.
A Antón Raventós (67 años) no le bautizaron con una cucharita de cava como dice la tradición (más bien la leyenda marketiniana) sobre los más de 400 miembros de la familia Raventós, fundadora de las bodegas Codorniu. Sin embargo, si alguien puede presumir de ser un Raventós de pura cepa, esos son él y sus nueve hermanos. De las seis ramas familiares que componen la gran saga catalana, la suya es la más pura: lo dicen sus dos apellidos, Raventós Raventós.
El presidente de Unipost y accionista de Codorniu ha saltado a los titulares de la prensa nacional como "el cartero del independentismo", el dueño de la compañía donde, en la clandestinidad, se han fabricado e impreso los documentos electorales para la consulta independentista del 1 de octubre. Sin embargo, en su casa nunca le han visto como un separatista: "Antón no es un independentista nato, es un hombre sensato y templado", asegura uno de sus familiares a EL ESPAÑOL.
Pero los hechos de esta semana no se corresponden con esta descripción. En cuestión de apoyo al independentismo y a su proyecto político, Antón Raventós es reincidente. En 2014, el empresario ya puso a disposición del Govern de Artur Mas las instalaciones de su empresa para repartir documentación electoral de la consulta del 9N. Un trabajo por el que Unipost cobró casi 250.000 euros. Precisamente el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña pidió información a la empresa en el proceso penal abierto contra el expresident de Cataluña por la celebración de la consulta en 2014.
Tres años más tarde, y ya con Carles Puigdemont como president, Unipost ha vuelto a las andadas al prestar sus instalaciones para la ayuda en el procés con la misma urgencia y clandestinidad. Solo hace dos meses sus trabajadores no tenían ni idea de que participarían en la elaboración de documentos para el 1-O, según contaron a EL ESPAÑOL.
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Este martes, la Guardia Civil requisaba en las sedes de Unipost de Manresa y Terrasa hasta 45.000 notificaciones destinadas a quienes tenían que cubrir las mesas electorales del 1 de octubre. La compañía Codorniu emitió pronto un comunicado en el que se desmarcaba de la actuación de la empresa postal, con un Raventós al frente. Mismo procedimiento que en 2014, cuando se descubrió que estaban colaborando con Artur Mas.
Antón Raventós se ha convertido en el miembro más incómodo de la gran familia Raventós, con más de 400 miembros repartidos por todo el mundo. Las seis ramas familiares, Pallés-Raventós, Raventós i Blanc, Raventós-Espona, Raventós-Artés, Farré-Raventós y Raventós-Chalbaud siguen reuniéndose cada cinco años en Sant Sadurní d'Anoia (Barcelona) la tierra donde Jaume Codorniu (siglo XVI) comenzó a elaborar vino y cava. Fueron los primeros pasos de la historia de la familia empresarial más antigua de España y una de las más antiguas del mundo, con 10 bodegas repartidas por España, California y Argentina.
Antón Raventós procede de las ramas Raventós i Blanc y Raventós Espona, pues sus padres fueron los primos Manuel Raventós Espona y Teresa Raventós i Blanc. Es difícil situar a los miembros de cada una de estas familias en el complejo árbol genealógico que hoy compone la casa Raventós Codorniu. Eso si, todas, excepto una, son accionistas de Codorniu. Antón Raventós Raventós es uno de los miembros con la menor participación (alrededor del 1%), mientras que sus primas Anna Teresa y María del Mar Raventós Chalbaud (presidenta de Codorniu) aglutinan casi el 20% de las acciones. Son la rama familiar con menos descendencia, exactamente tres hermanas: Anna Teresa, María del Mar y Begoña, ésta última con una discapacidad intelectual, lo que explica este reparto.
Problemas económicos
Los negocios vitivinícolas siempre han funcionado bien para la familia Raventós y han asegurado unos buenos resultados anuales a sus accionistas. En cambio, la empresa postal Unipost, propiedad de Antón Raventós, se encuentra en concurso de acreedores. Acumula unas deudas de 47 millones de euros y debe varias mensualidades a sus trabajadores.
Unipost es la primera empresa privada postal española, y por lo tanto también la principal competencia de Correos. Es la única (desde el punto de vista logístico) que podría haber asumido el reparto de la documentación electoral del 1-0, dado que tiene franquicias que llegan a todos los rincones de Cataluña.
Distintos periodistas catalanes consultados por este diario se inclinan más hacia razones financieras para explicar el apoyo de la empresa de Antón Raventós al Govern. Hace unos años, cuando Unipost estuvo al borde de la quiebra, contó con el apoyo de Artur Más, por lo que su disposición podría ser la respuesta a esa confianza.
Mientras el resto de los Raventós no suele hablar abiertamente de la 'cuestión catalana', la presidenta de Codorniu, María del Mar Chalbaud, siempre ha sido clara con sus pensamientos. "María del Mar no es nada independentista. De hecho, estaría más próxima a la posición del representante de la competencia, José Luis Bonet (presidente de Freixenet)", explica Agustí Sala, periodista económico en el Periódico de Catalunya y autor del libro Secretos de familia: las guerras del poder, donde explica los requisitos que siguen los Raventós para que los miembros de la familia puedan renovar sus cargos en la empresa familiar, como que sepan inglés o hayan trabajado hasta cinco años en otras compañías.
Dos bodegas, dos rumbos distintos
Para entender el reparto empresarial de los Raventós, hay que hablar de las dos fincas familiares: Can Codorniu, en Sant Sadurni d'Anoia (Barcelona) y Raimat (Lleida), donde vivió su infancia Antón Raventós Raventós. El bisabuelo, Manuel Raventós i Domènecq, mandó levantar las dos bodegas que se encuentran dentro de las dos fincas. Cuando murió, repartió las acciones del grupo Codorniu entre sus seis herederos, pero Can Codorniu no entró en el reparto. La casa se transmite del padre al primogénito según la tradición catalana del hereu, como explica Manuel Raventós Negra, primo de Antón Raventós.
"Cuando mi abuelo formó su propia familia, mi bisabuelo salió de la casa. Cuando mi padre formó la suya, mi abuelo salió de la casa, y ahora yo he salido para que entre mi hijo Pepe", explica el empresario bodeguero. Cuando su padre, Josep María Raventós i Blanc, dejó de dirigir Codorniu, vendió todas las acciones del grupo y fundó su propia bodega, Raventós i Blanc, donde se elabora un cava único fuera de la denominación de origen en la que se encuentran Codorniu, Freixenet y García-Carrión, los grandes del sector.
De ahí que sean la única rama familiar sin participaciones en el grupo. Mientras Manuel Raventós Negra se crió en Can Codorniu de Sant Sadurní d'Anoia, su primo Antón lo hizo con el resto de sus hermanos y primos en Raimat. Allí, en la finca más grande de Europa en manos de una familia (casi 2.300 hectáreas de viñedo) las otras cinco ramas de la familia levantaron sus casas. Las ideas políticas de cada uno de los primos fueron creciendo en esas dos fincas, con un amplio abanico de inclinaciones, desde el conservadurismo al progresismo. Ninguno de ellos, sin embargo, se ha mostrado favorable al independentismo.
"Personalmente no estoy de acuerdo ni con el sí al referéndum ni con el no. Soy catalán y después me siento español, a pesar de que ya he sufrido tres boicots", explica el bodeguero Manuel Raventós Negra a EL ESPAÑOL. "Creo que la situación a la que hemos llegado responde a un debate de poder por encima del debate del nacionalismo", reflexiona.
Manuel Raventós i Domènecq, el bisabuelo nacionalista
Mientras los familiares de Antón Raventós, sobre todo la presidenta de Codorniú, Mar Raventós Chalbaud, marcan distancias con el independentismo, la historia recuerda que los inicios de la compañía fueron nacionalistas.
El impulsor de las primeras bodegas del cava español, Manuel Raventós i Doménecq, fue diputado en las Cortes de la Restauración por el primer movimiento unitario catalán, Solidaritat Catalana. Lo hizo en las elecciones del año 1907, hace exactamente 110 años, como respuesta a la Ley de Jurisdicciones, para negociar la transformación del Estado centralista y dotar a la burguesía catalana de poder político en Madrid. Consiguió un escaño en el Parlamento y desde allí defendió los intereses de Prat de la Riba, fundador del Instituto de Estudios Catalanes en el mismo año y autor del libro que ha inspirado a los partidos catalanistas del s.XX, La nacionalidad catalana.
Precisamente un año antes, en 1906, unas 200.000 personas (según las crónicas de la época) se manifestaron en el Paseo de San Juan de Barcelona en apoyo a los diputados que querían tumbar la citada Ley de Jurisdicciones. Debió de ser una imagen similar (con muchas más levitas, sombreros y corbatas) que la vivida esta semana frente al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, con miles de manifestantes apostados a sus puertas. Casualidades de la historia...