Juana Rivas fuma con nervio. Su hermana Isabel le ha preparado un paquete entero con cigarros ya liados para su viaje exprés a Madrid aunque, dice, prefiere hacérselos en el momento para tener las manos ocupadas.
Hace casi un mes que entregó a sus hijos a su expareja, Francesco Arcuri, quien tiene una condena de tres meses de cárcel por haberla agredido en 2009. Fue una de las denuncias que interpuso por malos tratos cuando Juana todavía era Juana y no "la madre de Maracena". Desde que acudió a los medios denunciando su situación como mujer maltratada y el foco mediático se colocó sobre ella, en plano cenital, su vida ha sido sometida a escrutinio. Su agresor, Francesco Arcuri (así lo dicta la sentencia de 2009), no dudó en formar parte de la batalla paralela que se libra en los platós.
Él ha regresado a Italia con los menores, de tres y once años, y su ofensiva legal va un paso más allá: la acusará de secuestro en vez de sustracción como dijo al principio, lo cual supondría una pena de cárcel mayor. Ella, desde Granada, reclama la custodia de sus hijos, con quienes se comunica por teléfono o internet. EL ESPAÑOL habla con Juana Rivas, entre otras cosas, sobre cómo abordará el próximo gran juicio pendiente —en Italia el 31 de octubre—, en el que se decidirá la custodia de los menores.
1. Entregó a sus hijos el 28 de agosto. ¿Cómo se siente sin ellos desde entonces?
Siento que era la única posibilidad que tenía para que se arreglase todo de una manera que quede todo claro, que acabe todo. Yo fui la primera que sufrió una sustracción de los niños en 2012, y nadie me hizo caso. Sufro mucho porque creo que ya les está maltratando psicológicamente, estoy segura. Porque él es así, es algo que no puede reprimir. Les mete miedo. Estoy hablando con ellos por teléfono y está todo el rato gritando por detrás: "¡Cinque minuti, cinque minuti! ["¡cinco minutos, cinco minutos!"]. Lo hace para que cuelguen. El niño no habla tranquilo, me dice: "Mami, que tengo que colgar".
2. Ahora un juez italiano ha dictaminado que puede comunicarse con sus hijos a diario de forma ilimitada, ¿esto se está cumpliendo?
Ellos [los abogados italianos de Francesco Arcuri] recurrieron porque pretendían que no se pudiese comunicar con los niños y ese recurso lo perdieron [añade Juanma Pérez García, uno de los abogados de Juana Rivas]
Antes de eso él no me dejaba hablar con los niños. Lo hacía de manera sutil. A lo mejor yo llamaba y decía: "Ahora no porque necesito yo el teléfono". O llamo por Skype y necesita el ordenador, o justo es que tienen que salir de casa... Ahora ya hablo con ellos pero me cuesta, tengo que insistir una y otra vez. Además, siempre se queda detrás. Está presente y yo siento que mi hijo, sobre todo el mayor porque el pequeño no entiende lo que pasa, no puede hablar libremente.
3. ¿Cree que ha cambiado la estrategia legal de Francesco Arcuri? En España decía que abogaba por la custodia compartida y que no quería verla en la cárcel. Ahora, todo lo contrario.
Creo que él se está mostrando ahora como realmente es. Yo creo que pronto lo demostrará con insultos hacia la prensa también. Él pierde el control.
4. Antes comentaba que sentía que era víctima [de malos tratos] pero que él también de sí mismo y de sus patrones de comportamiento.
Claro, él no puede escapar de ese patrón. Y yo creo que él lo sufre. Realmente no tiene que ser agradable. ¿Cuándo vamos a dejar de repetirle a las víctimas que son víctimas? Que lo son. Pero que no es lo único que hay que hacer. Hay que enseñar a los hombres a que si tu novia se pone una minifalda no pasa nada, no tiene por qué sentir celos, que eso no es ni sano ni normal. O sea, hay que tomar medidas para proteger a las mujeres maltratadas pero también hay que sacar al maltratador de ahí, no puede ser que recaiga la responsabilidad en ellas siempre: "Denuncia", "llama al 016", "pide ayuda"... Yo creo que esos hombres viven en una cárcel. Él no sabe ser de otra forma pero tiene que aprender. A veces me daba pena porque se volvía loco y yo veía que eso era un sufrimiento. Pero decidí no quedarme y no aguantar eso porque era un machaque tan constante que yo no había elegido... No podía más. Yo llegué a creer que él realmente había cambiado, le daba oportunidades.
5. Es el ciclo de la violencia machista: primero es atento y cariñoso, después comienzan los malos tratos y el control, luego pide perdón y hace promesas de cambio. ¿Lo vivió así?
Todo el mundo me pregunta por qué volvía con él, y yo también me lo pregunto, pero no es justo porque yo me veía engañada. Cuando me vi otra vez en Carloforte después de que llevábamos unos años separados, yo en España y él en Italia... Yo decía: "Dios mío, ¿cómo he acabado otra vez aquí? Si yo había conseguido escapar de esto, ¿cómo he vuelto a esto si yo sabía lo que había?". Luego, además, se han publicado las fotos en las que yo estaba con él de vacaciones y te dicen: "Si le habías denunciado por maltrato, ¿por qué estabas con él y feliz?".
6. ¿Se refiere a las fotos en Marruecos, las de 2013?
Sí. Te cuento una cosa sobre eso que además es un ejemplo del ciclo de violencia que comentabas: él siempre odiaba que yo fumase. Cuando vivíamos juntos, los primeros años, yo le decía bajito: "Me salgo afuera a fumar". Y él empezaba: "Qué mala madre, no eres un ejemplo para tu hijo, haz lo que te dé la gana...". Yo me sentía culpable por fumar y eso que se lo decía bajito para que el crío no me oyese, pero le molestaba. Pues en 2012 que ya no estábamos juntos, en las vacaciones de verano yo le tenía que dejar a Gabriel mes y medio. Cuando termina ese periodo él no me devuelve al niño, así que al final acabo presentando una denuncia por sustracción de menores. Nadie hizo nada. Me llamaban del juzgado: "¿Ha devuelto ya al niño?". Les decía que no pero ¡no hacían nada! Al final fui a Italia y me traje al niño. Eso es lo que él quería, que yo fuese para tenerme controlada, para decir: "Tú haces lo que yo diga". Bueno, después de eso yo regresé a Granada y él pues a veces llamaba a su hijo. Y las Navidades de 2012 él se presentó en Maracena. En mi casa me dijeron: "Aquí no viene". ¿Qué hacía?, ¿le dejaba solo en Granada para que mi hijo, que sabía que su padre estaba allí, me dijese que por qué no cenaba con nosotros? En ese momento no caí pero ahora con la terapia sí: él vino sin consultarme. Siempre hacía lo que le daba la gana, no me consultaba, pero en el momento pensé: "Ceno yo con él y el niño y ya está, total, es su padre, tiene que verlo". Al verme él estaba como muy cariñoso, me decía que si quería fumar, me abría las puertas... Unos meses después me dijo de irnos de vacaciones y pensé: "Bueno, voy a hacerlo por Gabriel, además parece que ha cambiado". Y la verdad es que aquellas vacaciones fueron maravillosas. Ahí empezamos a llevarnos bien, poco a poco, intentando ser amigos. Y por eso en 2013 decidí darle otra oportunidad.
7. También hay quienes creen que las mujeres maltratadas lo son porque tienen predisposición para las relaciones tóxicas. Esto es falso y se sabe que cualquier mujer puede ser víctima de malos tratos [consultar lo que dice Silvia Monterrubio, psicóloga de mujeres maltratadas, en esta pieza]. ¿Se ha sentido juzgada por este motivo?
Sí, yo misma cometí ese error. Una tía mía fue una mujer maltratada y yo con 16 años no lo entendía. Yo siempre decía: "La tita sabrá". Esa era yo con 16 años. Yo la veía cuando contaba todas las cosas terribles que su marido le había hecho y pensaba: "¿Y cómo es que sigue con él? Y cuando le deja, ¿por qué vuelve?". A veces venía y se quedaba en casa de mi abuela unos días pero luego regresaba a la suya. Pensaba: "Ella sabrá". No la defendía con esa edad. Ahora me doy cuenta de lo injusta que fui. Ella ha venido incluso a algunas manifestaciones en Maracena, la pobre, para apoyarme. Ahora sé que esto le puede pasar a cualquier mujer. Los maltratadores saben dónde tocar, te manipulan y te meten miedo. Saben qué es lo que más quieres y te tocan ahí: si es tu madre, pues atacan a tu madre; si son los hijos, los hijos... Su manera de relacionarse conmigo siempre fue hacerme saber que no valgo nada y que molesto todo el rato.
8. En el imaginario colectivo el maltrato a la mujer se produce de forma física y violenta, pero a veces es puramente psicológico.
Sí, él a veces abría todas las puertas y todos los cajones muy rápido, como ido. Lo abría todo, todo, todo. Y yo no me atrevía ni a cerrarlos, ni a hacer nada, es algo que si no lo has vivido no puedes entender el pánico que te entra con una cosa tan pequeña. Otras veces si se enfadaba me pasaba andando muy deprisa al lado e intentaba darme un empujón como muy suave, como si fuese sin querer, pero me daba con el hombro. O pasaba y como soplando me insultaba por lo bajo, decía: "Stronza" [insulto en italiano, que en español significa "imbécil" pero también "perra" o "zorra"].
9. La condena de 2009 de Arcuri es por agredirla una noche cuando usted llega a casa. Hay quienes se preguntan por qué salió en vez de estar cuidando de sus hijos. ¿Siente que diga lo que diga, aunque haya una sentencia, la responsabilidad recae en usted?
¡Si es que yo apenas he salido de fiesta! Podría contar las veces con los dedos de una mano.
10. Aunque saliese a menudo, eso no justifica el maltrato.
Ya, si tengo derecho a hacerlo... Pero cuando lo hice una de las primeras veces él ya me dejó muy claro que no le hacía gracia que yo me fuese de fiesta. Me agarró del cuello y casi me mata. Luego me regaló una planta, porque a mí me encantan las plantas, que ahí estará... Me regaló un hibiscus con unas flores enormes. Y me pidió perdón.
11. ¿Cree que fue mal asesorada legalmente?
Creo que se podría haber hecho mejor. Judicialmente se podría haber mucho mejor, autos que se podrían haber recurrido... Pero no quiero comentar nada más ahora mismo. Mi abogada [María Castillo] solo me decía: "La ley es la ley, y esto que vaya para un lado o para otro pero tiene que acabar ya".
12. La denuncia que interpone por malos tratos en 2016 se tramita casi un año después porque no se traduce al italiano. Así parecía que él la denunció antes [por sustracción de menores] y usted, después, siendo justo al revés. ¿Qué ocurrió ahí?
Ahí la culpa es un poco de todos. Del juzgado, de la empresa de traducción también... Es que ha habido una cadena de errores que no se entiende. Yo le denuncio por malos tratos antes [en julio de 2016, dos meses después de dejar Italia y regresar a España] y él me denuncia a mí en noviembre de ese año.
13. Eso desmonta la teoría, en ese punto, de que usted le denunció como venganza.
Se dijo que yo le había denunciado por malos tratos después de que él me denunciase a mí. Yo en Italia estaba aislada. Le dije que necesitaba unas vacaciones con los niños, ver a mi familia... Él me da 180 euros y con eso me voy a Granada [en mayo de 2016] y decido no volver. Los primeros meses me asesoro y en julio pongo la denuncia.
14. ¿Se arrepiente de haber huido?
Es que sentía que era lo único que podía hacer. No digo que estuviese bien pero, si te soy sincera, es el único mes en el que estuve tranquila. No tenía que ir de juzgado en juzgado, no veía la prensa, es como que desconecté de todo. Pienso: "Ojalá me devolviesen a mis hijos e irme con ellos muy lejos; olvidarme de todo...". Sé que no va a pasar y en cierto modo creo que todo esto está pasando por algo, para que haya justicia de una vez.
15. ¿Por qué decidió cumplir finalmente con la entrega de los menores?
Mi nuevo equipo de abogados me lo recomendó [el formado por José Estanislao, Juan de Dios Ramírez y Juanma Pérez] porque si no... quizá habría ido a la cárcel. Era una situación límite. Yo estaba convencida aquel día de que algo iba a suceder y que se iban a quedar conmigo, que habría justicia. Les hice las maletas y el mayor me preguntaba que eso por qué. Les preparé hasta la merienda pero en mi interior pensaba que no se los llevarían.
16. ¿En qué momento decide hacer público su caso y por qué?
Yo ya con los medios me pongo mala del estómago... De revivirlo todo, de sacarlo... Pienso que lo que viví fue duro, pero el proceso judicial es agotador, sientes que no puedes más. Lo mismo con los medios, aunque sé que fui yo la que recurrió a ellos porque estaba desesperada. Yo veo que se va a llevar a los niños y pienso: "No hay salida". Entonces me dicen: "¿Te importaría salir en los medios?". Así fue. Hasta aquel momento lo sabían poquísimas personas y de repente siento que media España me apoya y la otra media cree que soy una mentirosa.
17. El 31 de octubre es el juicio en Italia en el que se decide la guardia y custodia de los menores. El abogado de Arcuri, Bruno Poli, asegura que si acude a Italia la Policía podría detenerla. ¿Qué hará ese día?
Primero vamos a intentar que mi denuncia por malos tratos, la que puse en 2016, se resuelva. Y que hasta que eso no pase, que el juicio del 31 de octubre sea pospuesto.
18. ¿Pero si se celebra irá a Italia?
Si tengo que ir, iré. Yo no tengo ninguna orden de detención cuando llegue a Italia, eso me lo han dicho mis abogados. Yo voy a pelear para que mis hijos estén conmigo, voy a luchar por traerlos de vuelta porque sé que no están bien con él. Y él no va a pedir ayuda para dejar de ser como es.
19. Poli asegura que pedirá su ingreso en prisión. ¿Le afectan declaraciones como esta?
Claro que me afectan sus amenazas porque ves que, mejor o peor, lo has intentando todo y que aun así no tengo todas las armas. Para mí esta es su venganza. Por un lado, insisto, no tengo ningún problema en ir a Italia. Ningún problema legal. Estoy dispuesta a hacerlo. Pero reconozco que tengo miedo porque para mí es volver al sitio del que escapé.
20. Dice que el proceso judicial es agotador. ¿Cree que el suyo es un ejemplo de cómo funciona la justicia en violencia de género y que el mensaje que lanza puede alejar a las mujeres de la administración?
Pues sí. Me dicen que aconseje a las mujeres que llamen al 016. Y claro. Pero... ¿luego qué? Porque yo no siento que sea una ayuda real muchas veces. A veces pienso que para ver a mis hijos tendría que haberme quedado con él. Pero pase lo que pase, el mejor ejemplo para mis hijos es que vean que mamá no quiso más y dijo no y es no. Haberme quedado ahí, en ese ambiente, habría potenciado una educación para mis hijos que no quiero. También me preguntan: "¿Te arrepientes de haber vuelto con él?" [en 2013, cuando llevaban cuatro años separados]. Es algo tan duro y tan extraño, no puedo ni contestarlo... Porque si no hubiese vuelto con él no tendría a mi segundo hijo.