El pasado 1 de octubre, además de en España, algo crujió en la Liga de Fútbol Profesional. A las 16:15 de la tarde se jugaba en el Camp Nou el Barcelona-Las Palmas. El horario de la jornada se había decidido un mes antes, con plena conciencia de la fecha del referéndum ilegal, y podría haberse jugado perfectamente el sábado en lugar del Deportivo-Getafe o el Levante-Alavés. Pero volvió a cumplirse aquella frase del presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo, pronunciada hace ya cinco años: “Mi impresión, y la que tenemos todos, es que Jaume Roures fija los horarios”.
La intensa mañana radiofónica del domingo se agitó aún más con las especulaciones (no es excesivo decir que interesadas) sobre la posible suspensión del partido, en señal de protesta por los “gravísimos incidentes registrados” y “la falta de libertad de expresión”.
En un momento dado, LaLiga anunció que autorizaba a Las Palmas a jugar con la bandera de España en la camiseta. Un alarde patriótico que convertía el partido en una guerra de banderas emocionalmente peligrosa y podía volver a esconder, como ha venido siendo habitual, la estrechísima relación y colaboración entre Jaume Roures, fundador de Mediapro y uno de los promotores del proceso revolucionario catalán, con el hombre que se aseguró de colocar el domingo por la tarde un partido cuyo desarrollo y posibles incidentes serían grabados por cámaras de Mediapro, postproducidas por sus realizadores y enviadas después al mundo en un ejercicio de propaganda secesionista gratuita (o mejor aún: cobrando por ello de LaLiga).
Gasolina al fuego
Mientras Roures supervisaba también la difusión del presunto referéndum en el centro oficial de prensa del 1-O (organizado por Mediapro), Tebas echaba más gasolina al fuego arropándose con la bandera en defensa de España, prolongando semanas de declaraciones rotundas sobre la salida del Barça de la Liga en caso de una hipotética independencia (“Si esto avanza, los clubes catalanes no podrán jugar en la Liga española. Yo no entiendo España sin Cataluña y para mí Cataluña es España”).
Es difícil encontrar un caso de mayor discordancia ideológica que el de Tebas y Roures, un españolista declarado y un partidario de la autodeterminación, un afiliado de Fuerza Nueva y un trotskista confeso, muñidores aparentemente incompatibles de una alianza que ha modificado el mapa del fútbol español y generado cuantiosísimos beneficios.
Una sombra de preocupación persigue, sin embargo, a la cabeza del fútbol profesional español pocos meses después de una de sus victorias más sonadas: la detención y caída de su gran enemigo histórico, Ángel María Villar, instigada por aliados suyos como Jorge Pérez (exsecretario general de Villar en la Federación Española de Fútbol) y Miguel Cardenal (exsecretario de Estado para el Deporte).
Tebas afronta un embargo de Hacienda por presunto fraude fiscal y podría ser denunciado por delito fiscal próximamente: de hecho, lleva meses presionando para conseguir un préstamo, de la Liga y sus clubes, que varios equipos afrontan con con no disimulada estupefacción (pero sin declaraciones públicas).
Alianza incondicional
Más perturbador, sin embargo, es el hecho de que el descarrilamiento del ‘procés’ haya desnudado el doble juego de un defensor acérrimo de la unidad de España (integrante de Fuerza Nueva), amigo de declaraciones altisonantes y a veces extemporáneas, que en paralelo ha establecido una alianza incondicional con una de las personas que más ha influido en el intento de ruptura del Estado: Roures, el hombre que conecta el dinero árabe del PSG o Bein Sports y a la Liga de Fútbol Profesional con Junts pel Sí, TV3, Junqueras, Puigdemont, Podemos y otros impulsores del 1-O.
Tebas reconoció en una reciente reunión de la Comisión Delegada de LaLiga el riesgo reputacional de su matrimonio con Roures y su posible contagio a la industria del fútbol, que él representa. La exacerbación del ‘procés’ es una jaqueca fuerte para el abogado oscense, criticado en privado por numerosos dirigentes (hasta ahora casi nunca en público) por haberse posicionado tan claramente a favor de un productor considerado ‘enemigo’ de los intereses españoles, cuya gestión del Real Madrid TV (por poner un ejemplo) provocó tensiones entre socios de a pie durante la última Asamblea General.
Este jueves, por primera vez en mucho tiempo, Tebas perdió tres votaciones en la larga reunión de la Comisión Directiva Asamblea General de LaLiga, a la vez que sus colaboradores hacían ‘pasillo’ con los clubes en busca de la concesión del citado préstamo como adelanto a su sueldo millonario. Pero se escucharon críticas por su “doble juego”, como explica el presidente de un club español: “Cuando determinados clubes descendieron de categoría por problemas económicos hace unos años, pidieron un préstamo, pero la Liga no se lo concedió. Y ahora, cuando él se mete en líos, hay que adelantarle dinero”.
Un simple vistazo a la actividad empresarial de Tebas alejaría la idea de que es un hombre necesitado de préstamos. Exdirectivo de clubes como el Huesca o el Toledo, exabogado de algunos de los mayores corruptos del fútbol nacional (como Dimitri Piterman), su penetración en el negocio futbolístico es asombrosa: preside la Liga de Futbol Profesional, tiene estrecha relación con grupos televisivos, tiene vínculos económicos con Sudamérica y el mercado asiático y, por último, ha participado o participa aún del negocio de intermediación de deportistas.
46 empresas
Su éxito económico es inapelable: figura actualmente en el Registro Mercantil español como administrador de 14 empresas, presidente de otras dos, vicepresidente de una, consejero de otras cuatro y secretario, liquidador o apoderado de varias más; en total, un conjunto de 64 cargos en 46 sociedades de variadísimo espectro (desde empresas audiovisuales y asesorías a compañías de cosméticos o plastificación de equipajes), que no le impiden (como reconocen hasta sus detractores más radicales) demostrar una capacidad de trabajo extraordinaria al frente del fútbol profesional español.
El triángulo Mediapro-LaLiga-Bein Sports domina la explotación del fútbol español e internacional, hasta tal punto que Tebas mantuvo varias reuniones con el Gobierno de Qatar (que controla Bein) para negociar que el emirato se convirtiera en el patrocinador principal de LaLiga la pasada temporada.
Una buena parte de los directivos de LaLiga más cercanos a Tebas actualmente provienen de Mediapro o son muy cercanos a Roures: otra muestra de su alianza exitosa, cada vez más incómoda para el presidente del fútbol profesional español, que hasta el pasado mes de marzo se corporeizaba en la agrupación de intereses económicos Spanish Soccer International Marketing, donde participaban como administradores Tatxo Benet, la mano derecha del empresario catalán, y Javier Gómez Molina, director general corporativo de LaLiga y mano derecha de Tebas.
La actitud de Tebas con el caso Neymar fue una estampa de su ambivalencia tan gráfica como el 1-O. “El PSG ha meado en la piscina”, declaró el presidente de LaLiga, que amenazó con una denuncia en la UEFA contra el equipo parisino por la ruptura del ‘fair play’ financiero. Apenas tuvo eco el hecho de que fuese Nasser Al-Khelaïfi, presidente del PSG y de Bein, el socio estratégico de Mediapro y Roures en medio mundo, quien reventara el mercado de fichajes y debilitase a la liga española con la salida de una de sus principales estrellas.
La Liga adjudicó en diciembre de 2015 los ocho partidos de pago de la Liga a Mediapro, por 1.900 millones, para tres años. También concedió a la productora de Roures la producción de los partidos de la competición. Próximamente se abrirá el proceso de negociación de la nueva ronda de derechos, en la que el papel del magnate trotskista durante el ‘procés’ podría volverse en contra de una sociedad cuasiperfecta: clubes relevantes no quieren ver asociada la industria del fútbol a un agente del independentismo.
Quizá esta posible separación no le importe ya demasiado a Jaume Roures, ante la comunicada venta de Mediapro a un poderoso conglomerado chino: un paquete adicional de cientos de millones de euros que, a buen seguro, celebrará brindando con algún tinto de cuatro cifras por la salud del fútbol español.
"Dopaje financiero"
El doble juego de Tebas fue captado sagazmente por el diario británico The Times con ocasión del caso Neymar y el préstamo de jugadores del Manchester City al Girona FC, propiedad del club inglés y otro socio de Roures, Pere Guardiola (hermano de Pep, entrenador del City). El presidente del fútbol profesional salió en agosto a los medios para defender “la equidad” de la Liga y corregir el valor de los numerosos jugadores cedidos por el City al club gerundense: acusó a los ingleses de "dopaje financiero" y de "aprovecharse del dinero del petróleo para lograr ventaja sobre el resto de equipos". (Los mismos petrodólares que han levantado el imperio de Mediapro).
El City le respondió públicamente que sus afirmaciones estaban fundadas en “mala información y eran en parte ficción pura”, además de reservarse el derecho a emprender acciones legales contra él. El presidente de LaLiga protestó después ante la UEFA por la orgía de gasto del City y el PSG (la famosa piscina) y amenazó también con una denuncia a la Unión Europea o a los tribunales por la quiebra evidente del ‘fair play’ financiero en la compra de Neymar y Mbappé por el club parisino.
Grietas en el imperio
Acto seguido, Tebas se alejó de los focos y “extrañamente”, como escribió el día después The Times, “se reunió después con el director ejecutivo del City, Ferran Soriano”, también exconsejero delegado de Spanair, exvicepresidente deportivo del Barça y otro amigo íntimo del fundador de Mediapro, Jaume Roures.
El hombre que saneó las cuentas del fútbol español con la venta centralizada de los derechos televisivos percibe agrietarse su imperio en un momento que debería ser triunfante para él tras la destitución de Villar y su nuevo acercamiento a la Federación Española, que podría terminar controlando de la mano de algún candidato afín tras haber llegado a calificarla de “organización criminal” en julio.
Experto en el juego de máscaras, el poderoso presidente de La Liga se enfrenta a una pregunta de fácil respuesta: ¿era aconsejable, para el país y para el fútbol, que el Barcelona-Las Palmas se jugase el sábado 30 de septiembre? “¿O es que...”, como se pregunta retóricamente un dirigente deportivo español relevante, “había intereses privados y empresariales inconfesables detrás de la decisión de ponerlo el domingo, en pleno referéndum, y engordar todavía más el tema?”