Domingo 15 de octubre. Chandebrito (Nigrán). Las llamas cercan desde bien pronto el pequeño pueblo pontevedrés. Los vecinos luchan contra ellas como pueden. Con lo poco que tienen. Pronto llega a la zona un considerable número de agentes de la Policía Nacional. Uno de ellos se encontraba de vacaciones con su mujer y sus dos hijas. Tuvo que aparcar sus días libres para acudir al servicio ante la gravedad de la situación. Como ya contó el martes este periódico, en Chandebrito ardió la mitad de los cinco kilómetros del municipio. Hubo situaciones muy complicadas como las que narramos a continuación.
En un momento concreto de la tarde, varios agentes se vieron rodeados por las llamas de más de 20 metros de altura. Fueron horas larguísimas, de máxima tensión. Durante buena parte del día, los agentes estuvieron desalojando casas, sacando a vecinos con los zetas... Y en ese momento, atrapados en medio del incendio, algunos se temieron lo peor.
Chandebrito es una pequeña parroquia en la que apenas viven 500 personas. Todo transcurría con calma el pasado día 15 cuando las llamas, que avanzaban empujados por el viento caliente y furioso que hubo a lo largo de todo el domingo, llegaron con fuerza al pueblo. Muchos trataron de escapar. Como Angelina y Maximina, dos de las cuatro víctimas que esta oleada incendiaria se ha cobrado en Galicia. Fue a pocos metros de distancia de donde ellas fallecieron donde los agentes quedaron rodeados por el fuego.
El pasado lunes, EL ESPAÑOL pudo comprobar cómo varios vecinos de la pequeña parroquia se quejaban de la actuación policial, asegurando que les habían obligado a huir por la carretera principal, la única transitable del pueblo, que en esos momentos estaba cercada por las llamas. Por ahí trataron de escapar Maximina y Angelina y perecieron calcinadas en una furgoneta.
Ahora, la Unión Federal de Policía (UFP) hace pública una carta de uno de esos agentes que se las vio en esa situación de enorme peligro. Es, de algún modo, la respuesta a esas quejas que algunos de los vecinos de Chandebrito han realizado sobre la actuación policial. Hasta 16 agentes, aseguran a este periódico fuentes del sindicato, quedaron cercados por el incendio mientrasa trataban de salvar a los ciudadanos de la parroquia. Ahora solicitan que se les condecore por sus méritos y valor. EL ESPAÑOL reproduce a continuación el contenido íntegro de la carta:
Reflexión a día pasado. Ayer mientras estaba de vacaciones disfrutando de mis hijas, nos convocan del trabajo que los compañeros están sobrepasados por los incendios.
En menos de 5 minutos me pongo en marcha. Nada más estar disponibles nos mandan a una zona lejana a la ciudad y en demarcación de la Guardia Civil. Allí hacemos lo que podemos con los medios disponibles. Pero de repente nos mandan a otro sitio donde la cosa es crítica.
Pues resumiendo: después de más de dos horas desalojando casas, sacando gente con los zetas, peleándonos con la gente que no quería dejar su domicilio (llegando a encerrarse y a esconderse dentro), la cosa se pone muy muy jodida y estamos a punto de ser rodeados por varios frentes de fuego con llamas de más de 20 metros de altura.
Tres dotaciones van delante para comprobar que la única salida que, sospechamos, puede ser viable esté en condiciones. A mitad de camino nos dicen que tiremos cagando hostias que la cosa está muy fea.
Cuando llevamos un kilómetro recorrido un golpe de fuego nos envuelve y nos obliga a retroceder mientras los 3 coches que van delante casi no salen. Volvemos al punto de partida. Fuego por todos lados y humo que no nos deja ver a más de un metro delante nuestra.
Solicitamos urgentemente y de forma desesperada que nos saquen de allí y los bomberos no pueden (si intentan acceder a nuestro punto fijo que caían). Tras más de 3 horas encerrados y aguantando como podemos conseguimos salir.
Resultado: muchísima gente desalojada y salvada de aquel infierno, casas salvadas, zetas con partes derretidas, etc, etc….. y, desgraciadamente, 2 muertos. Pues bien, despertarte hoy viendo que un familiar de la fallecida nos echa la culpa diciendo que nosotros la echamos al fuego nos deja un poco hechos polvo.
Todos los que allí estuvimos tenemos la conciencia muy tranquila. Hicimos lo que pudimos, poniendo en riesgo nuestras vidas por salvar la de ellos. Inclusive hubo compañeros que llamaron a su familia para despedirse o desenfundaron la reglamentaria por si se avecinaba el desastre morir sin sufrir (para que os hagáis una idea de los momentos que allí vivimos).
Solo me queda dar el pésame a la familia de las personas fallecidas y pedirles perdón por no poder hacer nada más. Tengo mal cuerpo pero fue imposible hacer más. Lo siento por el tocho pero a veces uno necesita desahogarse.
Muchas gracias a todos los compañeros que estuvimos allí y sobre todo a dos de nuestros jefes que estuvieron con nosotros en primera línea y dándonos ánimos. ¡¡Fuerza y honor!!