Iglesias consigue agotar las camisetas 'republicanas' de la Selección
La controvertida camiseta para el Mundial 2018, con el efecto óptico que transforma el azul petróleo en violeta, agota sus existencias en la tienda oficial de la RFEF en un solo día.
8 noviembre, 2017 17:51Noticias relacionadas
No se sabe qué es peor en la nueva camiseta de la selección española de fútbol: si la polémica generada por sus colores en tiempos de inestabilidad política o el hecho de que se inspire en el Mundial 1994, de infausto recuerdo (enésima derrota en cuartos, contra Italia, y el tristemente célebre codazo de Mauro Tassotti a Luis Enrique). Pero los datos no mienten: nunca en la historia federativa se habían vendido zamarras de la ‘Roja’ a la velocidad con la que lo ha hecho el último producto de Adidas, su patrocinador desde 1980.
Un solo día ha tardado la tienda oficial de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) en quedarse sin camisetas. “A los cinco minutos de sacarla a la venta ya había 15 personas comprando”, cuenta un empleado federativo a EL ESPAÑOL. “Si Pablo Iglesias no hubiese puesto ese tuit”, dicen otras fuentes de la Junta Directiva, “no se hubiese montado este lío. Pero salieron cuatro articulistas y este es al final el país que tenemos”.
El fútbol español es un avispero desde que explotó la Operación Soule, pero nadie aprovecha este escándalo inflado para lanzar críticas desde la Federación. Ni siquiera hacia la ‘apestada’ María José Claramunt, hasta hace pocas semanas directora de marketing de la misma, imputada en el caso Soule y convertida desde hace años en un ejemplo viviente de las corruptelas y conductas ostentosas que acompañaron los últimos años de la entidad.
Un año y medio de trabajo
La ya apodada 'camiseta republicana' siguió el mismo proceso de diseño y confección que acompaña a esta prenda desde hace décadas: cada fase es aprobada por responsables federativos y el producto final ha de ser revisado por el presidente de la RFEF y los capitanes de la selección. El proceso dura un año y medio aproximadamente: estudios de mercado, especialmente entre las generaciones jóvenes; debate y decisión de vincularlo a un Mundial (1994); bocetos sucesivos que deben recibir el visto bueno de la Federación; fabricación de un prototipo para enseñar con un año de antelación a su presentación.
No puede decirse, pues, que la vestimenta sea una decisión tomada a la ligera: hasta el presidente suspendido, Ángel María Villar, dio su beneplácito a la elástica en el otoño de 2016, antes de que los capitanes (o más bien alguno de los cuatro: Sergio Ramos, Iniesta, Silva, Busquets y Piqué) también emitiesen su dictamen favorable.
La nueva elástica se puede comprar ya al precio de 129,95 euros en la página web de Adidas, el patrocinador técnico de la Selección, que aporta 25 millones de euros anuales a las arcas federativas. Existe una variante (que es la que se ha agotado hasta ahora en la tienda del Museo de la Selección Española de Fútbol, en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas); tiene el mismo diseño que la original, pero el material es de menos calidad, algo menos fino y transpirable: cuesta 89,95 euros en Adidas y 75 en la tienda del Museo.
"Puro efecto óptico"
Dormido el conflicto de Piqué (hasta la próxima excursión verbal del defensa culé), el asunto de la camiseta demuestra las dificultades casi genéticas que encuentra la selección española para vivir en paz y tranquilidad. “El morado es un puro efecto óptico, no había ninguna intención polémica, y menos ahora, como comprenderá”, señala otro directivo. “Además, Adidas no es sospechosa de querer meter goles a la Federación. La presentación ha coincidido con el rollo catalán y se ha magnificado: estaba decidida desde hace casi un año”.
La crisis ha durado un par de días enteros y en su apogeo puso a mucha gente nerviosa. El acto de presentación se suspendió, el presidente interino de la RFEF (Juan Luis Larrea) dijo haber recibido quejas “desde lo más alto”, el ministro Méndez de Vigo afirmó “que en el pasado la selección española ha tenido camisetas más bonitas que esta” y el secretario de Estado para el Deporte, José Ramón Lete, se puso tan nervioso que pidió el envío inmediato de una prenda a su despacho para despejar sus dudas sobre el azul petróleo, que superpuesto sobre el rojo crea la ilusión del morado por el proceso conocido como asimilación de colores.
Adidas, como dicen los manuales de resolución de crisis, intervino antes de que fuese demasiado tarde y ofreció explicaciones mediante un comunicado: la camiseta “está fuera de cualquier connotación política” y es producto de la colaboración “entre ambas entidades”, decía la empresa alemana, que recordaba “su apoyo a la selección española durante más de 30 años como sponsor técnico y defendía que el nuevo modelo “rinde homenaje a una de sus elásticas más famosas”, utilizada en el Mundial de Estados Unidos de 1994: los colores rojo, amarillo y azul "representan las mejores cualidades de este equipo: velocidad, energía y su conocido estilo de juego".
Perder el norte
Los jugadores y el cuerpo técnico aborrecen la polémica, al igual que suelen bromear con lo feas que son, en general, las equipaciones deportivas. “A veces perdemos un poco el norte”, se ha limitado a decir el siempre moderado Lopetegui en referencia a la polémica: ”Adidas ha decidido que juguemos con esta camiseta y a mí lo que me importa es quién se ponga la camiseta”.
La Federación, que lleva el apellido de ‘Real’ desde tiempos de Alfonso XIII, organizadora de la Copa del Rey, confía en que se olvidará el incidente con los próximos partidos amistosos. El inusitado ritmo de venta ha sorprendido después de que en Internet algunos ciudadanos con demasiado tiempo libre pidiesen el boicot a Adidas por los colores de la zamarra. “Es posible que los coleccionistas hayan corrido más que nunca por la polémica”, aventuran desde el Museo de la Selección.
En todo caso, un tuit de Iglesias (“Hacía tiempo que la selección española no vestía una camiseta tan bonita. Tod@s con la roja", escribió en su cuenta de Twitter con un emoticono de risa) parece haber resuelto las labores de marketing. Sólo falta ahora que ni este altercado estéril ni la invocación al doloroso Mundial de 1994 ejerzan de gafes para un equipo que aspira a todo en Rusia 2018. Como dijo el miércoles el expresidente José María Aznar en la cadena Ser, "es una idiotez el asunto [...] Eso sí, como tenemos bastantes problemas, alguien nos podía haber ahorrado esta polémica. A mí me da igual. Lo importante es que España gane el Mundial".