Cuando Andrea Levy llegó a casa el domingo por la noche, se preguntó: "Con todo lo vivido, ¿de verdad alguien tiene que volver a aguantar esto?". Fue media hora, quizá cuarenta minutos. Un paseo de agobios, de asedio, de malas miradas, de coacción. Decenas de manifestantes nacionalistas la rodearon. En silencio, le acercaron sus móviles a la cara, todos ellos con el lazo amarillo 'indepe' en la pantalla. Estrenaban una nueva modalidad de escrache. Menos ruidosa, pero más intimidatoria.
"Que no me borren la sonrisa, no escuches, sigue, como si no estuvieran". Esa fue la consigna de la vicesecretaria del PP durante su paseo electoral por Sant Fost de Campsentelles, un pueblecito de 8.000 habitantes a veinte kilómetros de Barcelona.
Levy había sido invitada por el Gobierno de la localidad, engrosado por un partido de vecinos independientes, que avanza gracias a un pacto con el PSC. Requirieron su presencia por ser el PP una de las agrupaciones que más ha visibilizado en el Parlament la problemática de las carreteras de Sant Fost. En un acto de campaña, sin mitin de por medio, la también diputada en la Cámara catalana llegó para visitar el Belén viviente que los vecinos preparan cada año.
"Cuando llegué y me acerqué a los periodistas, vi que me estaban esperando", cuenta Levy a este periódico. Empezaba su particular vía crucis de campaña.
1. No es escrache, es acoso
A Levy, prendida del recuerdo de este domingo, le sale hablar de "acoso", y no de "escrache". "Imagínate, rodeada de tan cerca por unas cuarenta personas durante más de media hora. Hubo un momento en el que nos costaba avanzar".
El calvario de Sant Fost, el del acoso en silencio, se estructuró por etapas, con una parada en cada escena del Belén viviente.
2. La vuelta de la escolta
Andrea Levy, cuando pasea por Madrid, va sin escolta, pero en Cataluña camina con vigilancia. "Es increíble que hayamos tenido que volver a esto, como en los peores tiempos del País Vasco", relata. La vicesecretaria del PP fue acordonada por sus guardaespaldas, pero los escrachadores eran decenas y no se pudieron evitar los móviles en la cara. Tampoco el cerco.
"Hicieron un cordón de seguridad, pensamos que no tardarían en irse, que se cansarían, pero estuvieron rodeándome durante toda la visita", explica Levy.
3. Los móviles en la cara
No está claro quién organizó el acoso a la política del PP. En conversación con EL ESPAÑOL, el portavoz de ERC en Sant Fost reitera que su partido "no tuvo nada que ver". "Yo estaba allí, como tantos otros vecinos, pero no me acerqué. No me parece para tanto, me sorprendieron sus declaraciones. No vi peligrar su seguridad", dice Xavier Conesa. Aunque el escrache fue una sorpresa para el PP, la organización del Belén había sido avisada: "Se lo dijeron con antelación, pero no pensaron que también boicotearían la actuación. Era con muy poca luz, los móviles tuvieron que molestar mucho a los protagonistas".
El mandato estaba claro: "Perseguir a Levy móvil en mano, con el lazo amarillo independentista en la pantalla". La vicesecretaria popular intentó abstraerse, concentrarse en aquello de no derrumbarse, aunque sí que recuerda frases como "oléis mal, fuera de aquí, sois asquerosos".
4. La mujer embarazada
La comitiva encabezada por Andrea Levy también la formaban los afiliados y simpatizantes del PP de Sant Fost. La mujer de uno de ellos estaba embarazada. "Imagínate, esa tensión de estar rodeada en un momento así. Lo pasó fatal. Me supo muy mal sobre todo por los que iban conmigo".
En contra de lo que pudiera parecer, el partido de la alcaldía, que cursó la invitación de Levy, abandonó a la vicesecretaria poco después de empezar el paseo. Ninguno de los partidos del Consistorio se interesó a posteriori por lo sucedido.
5. Una abstracción forzada
El escrache también es una carrera de obstáculos para el político. De forma estoica, debe terminar su paseo para no ceder ante las presiones y regalar la victoria a los acosadores. En este caso, Levy describe así su lucha para no ceder: "Fíjate, apenas recuerdo lo que me pudieron decir porque apagas la conciencia. Sonríes y esperas a que todo se acabe. Hicimos el recorrido hasta el final. Nos fuimos sólo dos minutos antes para evitar un tapón a la salida".
6. La mentira del "esto es democracia"
En Sant Fost, uno de los escrachadores dijo a Levy: "Hago esto porque es democracia. Estoy en un sitio público y puedo hacer lo que quiera". Esa es la falacia que emplean la mayoría de los acosadores. "¿No será al revés? No es democracia que yo vaya a un pueblo a ver un Belén y que casi no me dejen andar, poniéndome los móviles en la cara", rebate la diputada catalana.
7. Empotrarse en los arbustos
Cada vez que Andrea Levy se colocaba en el centro del sendero, era rodeada por delante y por detrás. De ahí que se hiciera un cordón a su alrededor y se le aconsejara situarse en un lateral, "junto a los arbustos".
A pesar de eso, "no pude ver nada". "La mayoría eran padres que llevaban a sus hijos y muchos se cogieron un cabreo... Les dejamos pasar los primeros. Yo apenas vi algo. Eso es lo de menos, pero la visita no me la fastidiaron a mí, nos la fastidiaron a todos".