Rodrigo Lanza tiene 33 años y de los últimos 13 de su vida siete los ha pasado en la cárcel. Es chileno pero tiene también la nacionalidad española. Es, según ha podido saber EL ESPAÑOL, el único hombre detenido por la muerte de Víctor Lainez en Zaragoza, el hombre que en la madrugada del pasado viernes recibió un brutal golpe en la cabeza que finalmente ha acabado con su vida por llevar unos tirantes con la bandera de España. Es también un personaje ya conocido por los medios de comunicación.
Este hombre estuvo durante cinco años en prisión por dejar tetrapléjico de una pedrada a un guardia urbano en Barcelona. Es el conocido y mediático caso de la Ciutat Morta, que ocurrió el 4 de febrero de 2006.
Rodrigo es ya un célebre activista del movimiento okupa. Relacionado con grupos antisistema de Zaragoza, frecuenta la casa "okupa" Kike Mur en la ciudad aragonesa. Se definen como un “centro social okupado por un grupo de jóvenes con la intención de abrirlo a todo el vecindario de Torrero”. Pertenece también al grupo de extrema izquierda "Zaragoza Antifascista". Esta es la historia de su vida antes y durante la muerte de Víctor Lainez.
Los hechos
Rodrigo Lanza tiene 33 años. Víctor tenía 55. Este último había sido trabajador de Ferrovial y simpatizaba con el partido de extrema derecha Falange Española de las Jons. Le gustaban las Harleys Davidson. Pertenecía al grupo de moteros Templarios M.C. Vivía desde hace años en Zaragoza. La noche del pasado viernes sus vidas se cruzaron en un bar. Víctor no vivió para contarlo.
Rodrigo Lanza estaba la noche del pasado ocho de diciembre en el bar El Tocadiscos, en pleno centro de Zaragoza. Un lugar de luces rojas en el que el sonido de la música surge de una gramola para amenizar las madrugadas entre copa y copa. Está situado en la zona de Heroísmo, en la calle Antonio Agustín. Se trata de un lugar tranquilo y agradable. Esa noche se convirtió en el escenario de una sangrienta trifulca.
En un momento de la noche, entran en el bar tres personas. Uno de ellos es Víctor Lainez, 59 años, vecino de Terrassa y afincado desde hacía muchos años en Zaragoza. Víctor es un hombre rollizo, calvo y con una espesa barba. Es aficionado a las motos y miembro del grupo Templarios M.C. muy famoso en la ciudad. Acostumbra, de vez en cuando, a vestir chaquetas de legionario, a lucir la chupa de cuero o la chaqueta vaquera repleta de parches de rock. Ese día lleva unos tirantes a franjas rojas y amarillas, simulando la bandera de España. Rodrigo lo ve. En un momento dado, comienza a insultarle y a increparle.
Ahí comienza una agria discusión entre ambos. Se enzarzan. Rodrigo le critica por llevar esos tirantes. Le llama “facha”. La discusión continúa y va subiendo de tono. Al poco, el joven sale por la puerta del bar. No tarda mucho en volver.
Rodrigo vuelve a entrar en el local empuñando, según distintas versiones, un sillín metálico de bicicleta o una barra de hierro. Eran las dos y media de la madrugada. El joven entra de nuevo en el local y, según narran distintas fuentes hosteleras de la zona a EL ESPAÑOL, golpea al hombre por detrás, en la cabeza.
Lo hace de un modo contundente. Tanto que Lainez se desploma en el suelo y ya no se vuelve a mover. Por mucho que trataron de reanimarle. No lo hizo. Durante cuatro días los médicos le mantuvieron el coma inducido. Fue inútil. Aunque las constantes vitales seguían respondiendo, era cuestión de horas. Víctor había fallecido. Muerte cerebral.
¿Cómo se le ha podido localizar tan rápido? Por varias razones. Una de ellas, por la cantidad de gente que había en el bar en aquel momento. Eso facilitó que los testigos, que conocían a la víctima, realizasen la descripción del agresor a los agentes de la policía que ahora investiga el asunto. También al hecho de que el presunto agresor fue visto en otro bar de copas pagando con su tarjeta de crédito. La policía, de esa manera, lo localizó con enorme rapidez.
Rodrigo: reparador de bicis y entrevistas
Rodrigo nació en la ciudad chilena de Viña del Mar el 8 de noviembre de 1984. Luego su familia emigró y vivió muchos años en Barcelona hasta que acabó en la cárcel, en la que pasó cinco años. Después de aquello, él y su pareja eligieron un punto al azar en el mapa de España para alejarse de esa vida anterior. Tocó Zaragoza. Allí vive desde que salió de prisión.
Ahora se dedica a reparar bicicletas a domicilio con su empresa “Último Eslabón”. El resto del tiempo lo pasa involucrado en las actividades de la casa okupa, los movimientos de “izquierda antifascista” y los conciertos de grupos death metal, un estilo de música también conocido como metal extremo.
Los hechos ocurridos el 4 de febrero del año 2006 marcaron los años posteriores de su vida. Esa madrugada, Rodrigo se encontraba en la casa okupa Palau Alòs, situada en la calle Sant Pere més Baix, en pleno barrio del Born y muy cerca del paseo de Lluis Companys. Allí estaba habiendo una fiesta ilegal, y la Guardia Urbana acudió a desalojarla.
Según los agentes, Rodrigo Lanza lanzó una piedra a la cara de uno de los guardias. Esto hizo que el hombre perdiera el conocimiento, cayese hacia atrás y se lesionase de por vida. Durante el desalojo se produjeron intensos enfrentamientos entre las fuerzas policiales, los okupas y los vecinos del barrio.
Aquel proceso estuvo plagado de asuntos todavía sin explicar que aparecen años más tarde en el documental “Ciutat Morta”. Los detenidos siempre defendieron la versión de que no fue una piedra lo que impacto en el policía, sino una maceta que había caído desde la azotea del edificio. Esa versión fue explicada por el entonces alcalde de Barcelona, Joan Clos. Luego la versión oficial cambió, y se afirmó que las heridas habían sido causadas por una piedra.
Lo cierto es que los jóvenes fueron condenados. Fue en febrero de 2008 cuando la Audiencia Provincial de Barcelona lo condenó a cuatro años y medio de cárcel por un delito de atentado al considerarle responsable de las graves lesiones. El Tribunal Supremo le elevó la pena en 2009 a cinco años.
La sentencia lo decía bien claro: para el juez, no existía “la más mínima duda” de que fue Lanza quien lanzó al policía una piedra del tamaño de una mano que provocó que cayese al suelo y se causara una lesión medular. Quedó postrado en una silla de ruedas para toda la vida.
Pero la cosa no quedó ahí. El drama en torno a este caso creció todavía más cuando, en el año 2011, una de las condenadas se suicidó en uno de sus permisos carcelarios. Era Patricia Heras.
Los policías explicaron durante el juicio que la agresión la protagonizaron Rodrigo Lanza y los otros jóvenes a pie de calle. Lanza fue condenado a prisión. Salió de la cárcel en 2012. Había entrado con 21 años y salía con 28. Ahora vuelve a ser detenido por la muerte de un hombre al que increpó e insultó por llevar los tirantes con la bandera de España.