“‘Cuándo podré volver a ver a mis hijas? Ahora quiero verlas', me explica. Lo dice con más angustia e insistencia que cuando estaba en la cárcel y me decía que cuándo iba a poder salir”. Quien habla con EL ESPAÑOL es Emilio Cortés, el abogado de Santiago Cámara, el hombre sobre cuyos hombros recaía la responsabilidad del asesinato de su pareja, Sofía Tato (42 años), en Arroyo de la Luz (Cáceres). Ocurrió el pasado 24 de agosto. Esa responsabilidad se mantenía así hasta hace unos días. Ahora Santiago ha vuelto a la calle. El juez le deja en libertad provisional a espera de juicio porque los avances en la investigación apuntan a que actuó en defensa propia. Él trata de rehacer su vida.
Cada quince días, Santiago Cámara, que tiene 42 años, debe ir a firma al juzgado. “Se está recuperando anímicamente del tobogán de sentimientos de los últimos meses”, explica su abogado a EL ESPAÑOL. Mientras tanto, ha vuelto a su trabajo como encofrador, albañil. Ocupa en el la mayor parte de su tiempo, por las mañanas y por las tardes. En todo caso, no se deja ver mucho por el pueblo cacereño.
La instrucción del caso va a seguir siendo la misma: se tratará y se juzgará como un caso de violencia de género. La razón: que la ley contra la violencia de género establece que siempre que una mujer es agredida por su pareja debe considerarse el caso de esta manera. Incluso ahora, que los informes parecen dar la razón a Santiago en cuanto a que fue en defensa propia, el juicio se realizará con el mismo procedimiento.
Dicen quienes le conocen que a Santiago le ha pasado factura los tres meses que estuvo en la cárcel como sospechoso del asesinato de su esposa. Él siempre aseguró que la mató en defensa propia. El tiempo, parece, le ha acabado dando la razón. La decisión del juez de sacarle de la prisión sin fianza tiene que ver por la aparición de una serie pruebas en los últimos meses que avalan la coartada de que tuvo que defenderse de los ataques de su mujer. El caso de Sofía Tato fue considerado, en un principio, como un nuevo crimen perpetrado por la violencia machista. Todo apuntaba a Santiago desde el principio, y por eso fue enviado a prisión.
Sin embargo, conforme pasaron los meses se fueron revelando toda clase de detalles que han hecho que el suceso haya dado un vuelco total. De ser acusado como el asesino de su mujer, Santiago ha sido en cierta forma exonerado. Ahora está en la calle. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, el hombre habría actuado en defensa propia al clavarle el puñal a su mujer.
Santiago intenta seguir con su vida. Ha vuelto a vivir en la misma casa que ocurrieron los hechos, al número 10 de la calle Escobar. Sigue sin poder ver a sus hijas, que están con los abuelos maternos. Todavía pesa sobre él la orden de alejamiento que el juez estableció cuando el hombre entró en prisión. Ahora, EL ESPAÑOL reconstruye lo que ocurrió aquella mañana y los puntos oscuros del caso.
El dinero que desapareció
¿Qué pasó aquella mañana de finales de agosto? Antonio todavía recuerda algunos detalles de ese día, a las siete de la mañana. Lo que sucedió duró apenas un minuto. Un crimen fulgurante que, cuando entró en el piso la policía, pensó que se trataba de un asesinato del hombre a su pareja. Que Santiago la había matado de una puñalada. Nada más lejos de la realidad.
Apenas pasan de las siete de la mañana y Santiago se despierta justo cuando su mujer, Sofía, salta sobre él en la cama y le ataca con un arma blanca en la mano. Se trata de un cuchillo. La mano en la que lo blande la lleva cubierta con un guante de látex. Cuando el hombre se despierta está sobre él tratando de acuchillarle.
En ese instante hay un breve forcejeo.La mujer intenta atacarle, él opone resistencia. De algún modo, Santiago le acaba clavando el cuchillo y de una sola puñalada la mata. La mujer cae inerte y así la encuentran los sanitarios que acuden al piso, alertados por los vecinos que escuchan los gritos en la vivienda.
En el cuerpo de Santiago, tras la biopsia, se hallaron alrededor de 15 heridas con arma blanca. Hasta ahora se pensaba que él, tras asesinarla, se había autolesionado con el propio arma. Sin embargo, en las últimas semanas se reveló que las heridas del hombre fueron anteriores a la puñalada que presentaba el cuerpo de la mujer. Los agentes descubrieron, también, durante el registro a la escena del crimen, el guante de látex que llevaba la mujer en la mano derecha.
Santiago, ante los agentes, ante el juez y a través de su abogado, siempre ha defendido que él actuó en defensa propia.
El dinero de Santiago
“Todo se desarrolló con una rapidez inusitada”, explica el abogado de Santiago a este periódico. Algo que ha podido saberse después es que esa mañana era muy importante. Ambos llevaban muchos años juntos. Él no tenía antecedentes ni había denuncias previas. Aquella mañana era muy importante. Ambos tenían cita en el banco. Jornadas antes del crimen, Santiago se enteró de que su mujer había vaciado la cuenta del banco. Ahí guardaba 100.000 euros, que volaron en pocos meses.
Los días y las semanas antes de lo ocurrido a Sofía muchos testigos citados en el caso la vieron cerca de la oficina de Correos. Hasta allí iba de vez en cuando con un sobre con 2.000 o 3.000 euros. No siempre retiraba la misma cantidad. Tras coger el dinero del banco, iba a la oficina de correos y realizaba diferentes transferencias: unas a Nigeria, otras a Benín. La más elevada es una que realiza de 4.000 euros y que envía a Ghana.
Y así, durante varios meses, Sofía había ido sustrayendo el dinero de la cuenta de su marido hasta dejarla solo con 830 euros. Ahora, la Guardia Civil investiga lo ocurrido con ese dinero, que quizás pudiera ser la clave del caso. Los nombres a los que están asociadas las transferencias a esos países, según ha llegado a saber El ESPAÑOL, podrían estar relacionados con la magia negra, el vudú o las cartas africanas. Es decir, la investigación apunta a que Sofía Tato, aunque no se ha confirmado, podría estarse gastando el dinero de su marido en esas aficiones.
Lo que no se sabe es con qué fin Sofía lo podía estar haciendo. Tampoco se sabe si hay alguna mafia detrás o qué fue lo que la motivó a mantener esas transferencias en el tiempo. Muchas dudas todavía y pocas respuestas. Lo que está claro ya es que esa mañana, la del crimen, ella y su marido tenían cita en el banco aquella mañana. Él quería saber qué estaba pasando con su dinero.
Cuando el hombre se enteró, ella le dijo que tenía el dinero en una caja de seguridad, en un banco de Madrid. La mañana del crimen, Santiago iba a su sucursal a comprobarlo. Aquel día no llegó a pisar la sucursal. Tampoco a salir de casa. Al menos, hasta que se lo llevó la ambulancia y luego la Guardia Civil.
Mientras el caso se termina de resolver, Santiago intenta volver a la rutina en el pueblo. “La gente, con él, sin ningún problema de adaptación. No se está exhibiendo mucho, pero está recuperando su vida”.