El día en el que su hija se iba a convertir en la ganadora de las elecciones catalanas celebradas este pasado jueves, Rufino Arrimadas se quedó cuidando de sus cinco nietos en su chalet de Jerez de la Frontera (Cádiz). Le separaban de su hija Inés 1.000 kilómetros. Pero el progenitor de la lideresa de Ciudadanos prefirió quedarse en tierras gaditanas, lejos de los focos y de los periodistas, como ha hecho hasta ahora desde que su niña “la política”, como le dicen por el sur, irrumpiera en el panorama nacional y autonómico como un tsunami.
Por la mañana, Rufino salió a dar un paseo, compró el diario local y volvió a casa, junto a su mujer, Inés García, a eso de las 12.30 de la tarde. Cuando estaba a punto de entrar en su adosado próximo al estadio de Chapín, un fotógrafo de EL ESPAÑOL le retrató. A sus 80 años bien llevados lucía polo rosa, camisa clara, gorra a cuadros. Fue amable en el trato. “No puedo hablar, ya sabéis que a mi hija no le hace mucha gracia…”
Precisamente, en el caso de Inés Arrimadas se hace bueno el refrán “de casta le viene al galgo”. Su padre, Rufino Arrimadas, expolicía y abogado, durante la Transición militó en la antigua UCD. En sus años mozos llegó a formar gobierno en el Ayuntamiento de Jerez con el andalucista Pedro Pacheco, hoy en prisión por varios casos de corrupción. “Ella es el vivo retrato de su padre”, cuenta un exconcejal del PA en el Consistorio de la ciudad del caballo y del vino fino. “Rufino era, y es, un tipo comedido, cabal, siempre con ganas de llegar a acuerdos. Veo a su hija en la tele y le veo a él”.
El exdirigente del Partido Andalucista con el que conversa este medio prefiere mantenerse en el anonimato por respeto a Rufino, quien apenas ha hablado o se ha dejado fotografiar desde que su hija la Inés, convertida ahora en la primera dirigente no nacionalista que gana unos comicios catalanes en 40 años de democracia, decidiera dar el paso a la política.
Concejal entre 1979 y 1083
Aunque cuando aún era pequeña Rufino le pedía a Inés Arrimadas que no se metiera en política, ella hizo caso omiso al consejo de su padre. Quizás se lo decía porque durante cuatro años vivió los sinsabores del oficio.
Rufino Arrimadas fue concejal en el primer Ayuntamiento democrático de Jerez después de la muerte de Francisco Franco, de 1979 a 1983. Lo hizo como militante de la Unión de Centro Democrático (UCD) del entonces presidente Adolfo Suárez. "Pedro Pacheco tenía ocho concejales y nosotros, siete", le contaba a ‘Crónica’, de El Mundo, hace ahora dos años. Y el PSOE, seis, y los comunistas del PCE, otros tantos. De estar al principio en la oposición, la UCD pasó a regir la ciudad más poblada de la provincia de Cádiz con los nacionalistas andaluces a petición del propio Pacheco, que quería evitar el desgobierno.
Tras entrar en el ejecutivo local, Rufino asumió la delegación de Tráfico. Aquel pacto de antaño chirriaba tanto en aquel momento como si ahora su hija decidiera unir los 37 escaños de Ciudadanos con los de la ERC de Oriol Junqueras o los de JuntsxCat de Carles Puigdemont. Sin embargo, a él le fue bien, y aún guarda un buen recuerdo de aquella experiencia. Aunque no la quisiera para la menor de sus cinco hijos.
Militante de UCD poco antes de las municipales del 79
Rufino Arrimadas se hizo militante de UCD poco antes de las elecciones municipales de 1979. Sentía que le era necesario actuar en política. Policía en su juventud en Barcelona, cuando se mudó a Jerez se dedicó durante décadas a ser abogado, profesión que no abandonó hasta su jubilación. Entre los más longevos de la política jerezana recuerdan que por aquel tiempo hasta los comunistas del PCE se llevaban bien con Rufino.
Una vez convertido en concejal, cargo por el que no cobró durante los cuatro años de mandato salvo cantidades ínfimas por acudir a los plenos, Rufino acostumbraba a ir solo, sin nadie, a los mítines. Su esposa casi nunca le acompañó a ninguno porque en ese momento ya tenía cuatro hijos. Ahora, pasado el tiempo, ambos suelen recordar con una sonrisa cuando en el golpe de Estado de febrero de 1981 ella estaba embarazada de su quinto bebé. En realidad, de la quinta, porque era una niña. Al nacer le pusieron el mismo nombre que su madre, Inés, hija de comunista que luchó con el bando republicano.
Salmantino de nacimiento, jerezano de corazón
Rufino Arrimadas nació en 1937, durante la Guerra Civil española. Vino al mundo en Salamanca, donde de joven, tras acabar sus estudios medios, se licenció en Derecho. A los 22 años, con el título universitario bajo el brazo, se mudó a Barcelona. Allí, en la ciudad Condal, durante la década de los 60 del siglo pasado trabajó como agente de la Policía Científica. Cuando tenía unas horas libres compaginaba su trabajo de uniformado con el de abogado en un bufete. En Barcelona nació en 1969 su hijo mayor, que ahora vive en Bruselas.
Rufino Arrimadas no fue el único político de aquel tiempo en su familia. Su primo, Moisés Arrimadas Esteban, fue delegado del Ministerio de Vivienda en Cádiz en los 60 y gobernador civil y jefe del Movimiento en Cuenca y Albacete en los 70.
Durante su estancia en Barcelona, Rufino aprendió catalán, lengua que manejaba con soltura con compañeros del cuerpo y con clientes. Su mujer, en cambio, apenas sabe manejarse con ella.
Rufino e inés se mudaron a Jerez en 1970. La familia de Inés García, hija de un comunista que luchó contra Franco, tenía negocios en El Puerto de Santa María, a 15 kilómetros de su nueva ciudad. Fue entonces cuando el padre de Inés Arrimadas pidió la excedencia en la Policía para dedicarse de lleno a la abogacía. Montó su propio despacho en la calle Descalzos de Jerez, donde ahora uno de sus hijos, Alberto, ejerce como procurador. Salvo su otra hija, que estudió para aparejadora, los cuatro vástagos restantes de Rufino siguieron la senda de su padre y cursaron la carrera de Derecho.
Rufino, Inés y sus cinco hijos pasaban los inviernos en Jerez, tierra de la que siguen enamorados los padres de la lideresa de Ciudadanos. Durante los veranos solían llevar a los niños a las playas de El Puerto a disfrutar de sus aguas.
La hija Inés, abogada, como su padre
Inés Arrimadas, tras terminar sus estudios en el colegio privado Nuestra Señora del Pilar, se mudó a Sevilla para sacarse la doble titulación de Derecho y Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Pablo Olavide. Una vez licenciada, previo paso por Niza (Francia) gracias a una beca Erasmus, la hoy ganadora de las últimas elecciones catalanas consiguió un empleo en Jerez. Fue en la consultora Daleph, con sede en Cataluña.
Aquel trabajo le obligaba a viajar con cierta frecuencia a Barcelona, ciudad que ya le apasionaba por sus monumentos, por su cosmopolitismo, por el Barça -pese a que su padre sea del Real Madrid-... En 2008, con 27 años, Inés Arrimadas se instaló en Barcelona y aprendió catalán gracias a las clases que le pagaba su propia empresa.
El resto ya es más o menos conocido: en 2010, por casualidad, una amiga la llevó a un acto de Ciutadans, a la nada se hizo militante, conoció a Albert Rivera y… Y hoy es la mujer que osa hacer frente con los 37 escaños de su partido a los soberanistas de ERC, JuntsxCat y las CUP.
En los años 80, el padre y la madre de Inés Arrimadas empezaron a votar al PP, precisamente el partido que este jueves vio cómo una política de centro derecha, liberal, catalana, española y europeísta, fue capaz de hacer lo que los populares un día soñaron, bajar a los nacionalistas del trono de la victoria en unos comicios regionales. Es la hija de Rufino, el salmantino que pasó por Barcelona y quiere morirse en Jerez.