En el bar de enfrente del edificio donde fue asesinada Arancha Lorenzo, en Azuqueca de Henares, sigue fresco el recuerdo de su boda, hace poco más de un año. Se celebró en la terraza del propio establecimiento y acudieron unas 30 ó 40 personas, dice el dueño: “Él no bebía alcohol, sólo tomaba bitter-kas, mucho bitter-kas… Parecía un cliente normal, de los que sacan al perrito todas las tardes”.
Arancha y Jesús Marín habían formalizado su relación después de varios años y estaban pensando en mudarse a otra casa porque no cabían: una 'familia normal' que solía encontrarse con los vecinos al anochecer sacando a su perro yorkshire terrier.
Fuera de la familia, nadie sabe exactamente qué pasó en la mañana del jueves entre las siete y las ocho menos cuarto, cuando llegó el primer aviso al servicio de emergencias. Los primeros rumores aludían a que ella había cogido un cuchillo y él intentó quitárselo, pero difícilmente casa esa hipótesis con las horribles heridas que le causaron la muerte instantánea.
La vecina de arriba, Esther, empezó a escuchar ruidos (una discusión) a las siete de la mañana. “Discutían bastante”, afirma, “algunos días empezaban a las seis”. Este jueves negro empezaron a las siete. “Oía mucho follón, hasta que de repente pararon. Y me pareció raro. Salí al rellano, bajé la escalera y cuando llegué a su puerta había gritos desesperados”.
La escena posterior es sencillamente espantosa. La casa estaba llena de sangre cuando llegaron los efectivos del 112 y la Guardia Civil. Jesús Marín se había pegado un enorme tajo en el cuello, con intención de suicidarse.
Cuando el agresor fue apresado, para detenerle y para intentar salvarle la vida, bajó al portal cubierto por una sábana que sólo le dejaba los pies a la vista. “Estaba todo lleno de sangre”, cuenta Silvia, otra vecina… “Todo… Algo horrible”.
El coche de Jesús está aparcado frente al portal del inmueble, con un frasquito medicinal colgado del espejo retrovisor. “Era bastante serio y calladito, no había dado ningún problema en la comunidad”, reconocen varias vecinas, todavía bajo el 'shock' de la tragedia. “Una vez le dejé una nota en el coche para decirle que estaba mal aparcado y reaccionó muy bien, educadamente”, destaca una de ellas. “No parecía un salvaje”.
Lo que sí estaba, al parecer, es obsesionado con el gimnasio. “Iba todos los días”, dice otro vecino. “Era un tío muy mazado, no alto pero muy fuerte de arriba. Mi mujer dice que siempre dijo que tenía cara de loco, que siempre le dio mala espina, pero ahora es fácil decirlo... Yo le veía como un tipo completamente normal, de hola y adiós”.
La presidenta de la comunidad de vecinos de San Miguel, 21 ahora era precisamente Arancha. Todos la definen como una mujer alegre y fuerte. Trabajaba en una estación de servicio (con horario de 8 a 2). En la gasolinera, junto al hotel Los Olivos de Castilla, en el mismo Azuqueca, lloraban esta mañana cuando EL ESPAÑOL se acercó a preguntar sobre ella: no se había divulgado la identidad de la fallecida y no tenían ni idea de que la tragedia les tocaba tan de cerca.
Sonia, una compañera, balbuceaba horas después que era "la mujer más fuerte que había conocido.
Arancha había trabajado quince años en la estación de servicio que la misma empresa tiene en otro pueblo del Corredor del Henares, Cabanillas del Campo, a unos veinte kilómetros. De allí era oriunda. Uno de sus excompañeros, todavía con los ojos rojos, repite la misma idea: “No veas cómo trabajaba… Qué venazo le habrá dado al Jesús este. Él venía a veces a recoger el dinero de la caja [el asesino trabajaba de guardia de seguridad en la empresa Loomis, especializada en traslado de caudales] y la verdad es que era muy simpático. Majísimo. Y Arancha hablaba muy bien de él...”
“Estaba enamoradísima”, corrobora el dueño de una tienda donde ella solía comprar, cercana a su domicilio, y que entre pucheros pide no salir en el reportaje. “Parecía tan contenta… No me lo puedo creer aún [...] Era una mujer muy fuerte. Al poco de nacer el niño tuvieron que operarle de una cosa en la cabecita y lo llevó todo con mucho empuje. ¿Cómo se puede llegar a algo así?”
Nadie se preocupaba este jueves en Azuqueca de Henares por la suerte de Jesús Marín, ingresado en el Hospital Universitario de Guadalajara con pronóstico grave por heridas autoinfligidas en cuello y tórax.
Arancha es la mujer asesinada número 53 en lo que va de años. En este 2017 también han muerto violentamente Jessica Bravo Cutillas, 27 años; María del Pilar Rodríguez Ortellado, de 38 años; María Sánchez Coca, de 66 años; Ana Belén Jiménez Hurtado, de 44 años; Noelia Noemí Godoy Benítez, de 32 años; Rosa María Sánchez Pagán, de 20 años; Matilde de Castro, de 44 años; una mujer de 25 años cuyo nombre se desconoce; Blanca Esther Marqués, de 48; Toñi García Abad, de 33 años; María de los Ángeles, de 77 años; Virginia Ferradás, de 55 años; Cristina Martín Tesorero, de 38 años; Ana Belén y Ana, madre e hija de 46 y 18 años; Carmen González Ropero, de 79 años; J.D.L.M., de 40 años (solo se conocen las iniciales); Laura Nieto Navajas, de 26 años; María José Mateo García, de 51 años; Leidy Yuliana Díaz Alvarado, de 34 años; Margaret Stenning, de 79; una mujer de 91 años cuyo nombre se desconoce; Mariló Correa Pérez, de 47 años; Gloria Amparo Vásquez, de 48 años; Erika Lorena Bonilla Almendárez, de 32 años; Yurena López Henríquez, de 23 años; María Victoria Zanardi Maffiotte, de 44; Ana María Rosado, de 42 años; Andra Violeta Nitu, de 24 años; Raquel López, de 45; María del Rosario Luna, de 39 años; Eliana González Ortiz, de 27 años; Ana Hilda Linares Báez, de 55 años; Susana Galindo Moreno, de 55 años; Beatriz Ros García, de 30 años; Valentina Chirac, de 37; Encarnación Barrero Marín, de 39; Encarnación García Machado, de 57 años; Fadwa Talssi, de 29; Donna Cowley, de 47 años; Maria del Carmen Carricondo Reche, de 66; María Raquel Castaño Urbán, de 63 años; Ana Belén García Pérez, de 38; Marisela Arauz, de 48 años; Irina G., de 38; Catalina Méndez García, de 48 años; Felicidad Bruhn, de 25 años; Katharina, de 35; Lilibet Hernández Rodríguez, de 27 años; así como Kenya Álvarez de 30 años.
En total, la serie 'La vida de las víctimas' contabiliza 53 mujeres asesinadas. EL ESPAÑOL está relatando la vida de cada una de estas víctimas de un problema sistémico que entre 2003 y 2016 ya cuenta con 873 asesinadas por sus parejas o exparejas.