“De ninguna manera conviene que el rey yerre; mas si ha de errar, menos escándalo hace que yerre por su parecer que por el de otro.” Así hablaba Francisco de Quevedo, allá por 1620, y bien podía parecer el lema por el que se rige el actual reinado de Felipe VI, que los errores sean nuestros, no de otros miembros de la familia real o del pasado reinado. Don Juan Carlos cumple 80 años el próximo 5 de enero y, como le ocurre a muchos abuelos en esta sociedad moderna, se quedan en el olvido. Juan Carlos I de España se ha convertido en un patrón (cómo le llamaban cariñosamente sus hijos en casa) sin barco, ni mar que nevagar.
Se trata de un aniversario muy significativo, ya que don Juan Carlos se convierte en un octogenario. Algo que no hace mucha gracia a un hombre de carácter muy vital y disfrutón, que siempre ha presentado batalla al calendario. A pesar de que desde su abdicación, momento en que sus achaques de movilidad parecían condenarle a acabar sus días en silla de ruedas, la salud del padre de Felipe VI ha mejorado. Dicen en su entorno que la jubilación le ha permitido cuidarse y centrarse en la rehabilitación, algo que ha producido unos resultados casi milagrosos. El Rey lleva un ritmo de vida muy activo, a veces incluso trepidante. Ante esta mejoría y la agitada vida social que lleva, la pregunta sin contestación es por qué abdicó realmente dando paso al actual reinado?
Según costumbre de la Familia Real española, la de celebrar en privado los aniversarios, ni está previsto ningún gesto público para el 50 cumpleaños de Felipe VI (30 de enero) ni tampoco lo hay para los 80 de don Juan Carlos. Claro que en el caso del Rey emérito desde hace tiempo prefiere celebrarlo lejos de Zarzuela. Así ha sido en los años anteriores cuando lo pasó en el Hotel Beverly Wilshire de Los Ángeles, para los 79 años, o en el restaurante The Ivi en Hollywood hace dos. Eso sí, el día 6 de enero tendrá que estar de vuelta en Madrid, ya que por primera vez desde 2014, y según Zarzuela como ‘detalle’ de cumpleaños, los Reyes eméritos acompañarán a Felipe y Letizia a la celebración de la Pascua Militar en el Palacio Real. Doña Sofía también tendrá que regresar a España, ya que desde el pasado día 26 de diciembre se encuentra en Atenas, Grecia, con su hermano Constantino, su hermana Irene y toda la familia real griega, con la que va a pasar el resto de las fiestas.
Lo que está claro es que los actos que se vayan a hacer durante este 2018 para conmemorar los 80 años del rey emérito, poco o nada tendrán que ver con cómo lo celebraron sus homólogos europeos. Hay que recordar que el pasado mes de mayo Harald de Noruega sopló sus 80 velas con una fiesta que duró tres días y a la que acudieron don Juan Carlos y doña Sofía, así como miembros de las familias reales de todas las generaciones, desde los reyes de Holanda y Bélgica hasta los herederos de Suecia y Dinamarca.
En el 2016 el protagonismo fue para la reina Isabel II que extendió su 90 cumpleaños con celebraciones durante todo el año que incluyeron espectáculos, desfiles, exposiciones y unas nuevas fotografías ante el objetivo de Annie Leibovitz. En el año 2015, el 75 cumpleaños de la reina Margarita de Dinamarca reunió en Copenhague a la realeza europea, unos fastos que fueron para don Felipe y doña Letizia su primera gran cita real como Reyes de España. Pero esto no es Noruega, ni Inglaterra, ni si quiera Dinamarca… En España "la situación no está para celebraciones" te dicen en Zarzuela cuando llamas para preguntar al respecto.
Un patrón sin barco
Lo cierto es que en el ámbito institucional el Rey emérito (término que personalmente detesta y que se inventó el actual Jefe de Comunicación de la Casa, Jordi Gutiérrez) ha perdido completamente su papel. Su agenda dentro del país es muy escasa, y aunque en 2106 tuvo algo más de trabajo representando a nuestro país en las tomas de posesión de los nuevos presidentes de Iberoamérica o en el funeral de Fidel Castro en La Habana, en estos doce meses de 2017. Don Juan Carlos no ha viajado a Sudamérica ni una sola vez y sólo ha salido de España, por trabajo, para acudir a finales deportivas o funerales, como hace un par de semanas cuando se trasladó con doña Sofía hasta Bucarest para darle el último adiós al primo de la Reina, Miguel de Rumanía.
La agenda de Don Juan Carlos es escasa y aburrida, probablemente para no quitarle protagonismo a su hijo, Felipe VI. Las actividades de los Reyes eméritos (en esto comparte destino con su mujer, la Reina Sofía) son lo que el propio personal de Zarzuela llama ‘de perfil bajo’. Hace unas semanas el anterior Monarca inauguraba en Madrid, en el Centro Cultural Conde Duque, una exposición llamada: La Conquista del aire: 1909-1911 Los Inicios de la aeronáutica en España. Uno de los periodistas de los llamados "habituales" (prensa acreditada en la Casa del Rey que suelen cubrir todos los actos de la Familia Real) llamó al departamento de Comunicación de Zarzuela para interesarse sobre el tema, preguntar detalles para saber si iba o no a cubrirlo. La respuesta, al otro lado del teléfono, fue muy clara: "Nosotros te pasamos la foto, es sólo eso, una foto". Lo que no anima mucho a que los medios de comunicación hablen y cuenten las cosas que hace don Juan Carlos.
Para el equipo del antiguo Monarca, una de las mayores humillaciones que ha sufrido el padre del Rey desde su abdicación en 2014 fue la ubicación de su nuevo despacho. Felipe VI debía ocupar la mesa principal en el Palacio de la Zarzuela, y probablemente para que su padre no interfiriera en los asuntos del Soberano, a don Juan Carlos le colocaron su nueva oficina a catorce kilómetros de distancia, en el Palacio Real, en el centro de Madrid. El emérito lo pisa poco, de hecho, desde que se instaló allí en marzo de 2015, sólo hemos podido ver una imagen de ese lugar y fue la primera reunión que celebró allí. Para él es un especie de exilio forzado o como cuando obligan al abuelo de la familia a recluirse en una residencia para mayores.
Pero don Juan Carlos ya sabía que las cosas iban a ser así. Lo descubrió el mismo día de la proclamación de su hijo como Felipe VI. El 19 de junio de 2014 el Rey emérito no tuvo ni un ápice de protagonismo, ni si quiera salió al balcón del Palacio Real con los nuevos Reyes a saludar. No había que quitarle el protagonismo al nuevo Soberano, pero ¿también cuando se celebra algo de lo que uno ha sido el mayor protagonista? Eso fue ya la gota que colmó el vaso del padre del Rey, cuando el Congreso de los Diputados conmemoró el 28 de junio de 2017, con un acto solemne presidido por los Reyes, el 40 aniversario de las primeras elecciones de nuestra democracia. A pesar de que el Rey emérito fue el principal artífice de la transición, no estuvo entre los invitados. La Casa del Rey alegó que se debió a la necesidad de adaptarse al formato decidido por el Congreso, explicación que ni los mismos congresistas entendieron. ‘Debería haber estado. Nadie lo entendió. Para él fue muy doloroso, pero para la Reina Sofía también. De hecho, lo habló con su hijo, porque no entendían cómo no habían invitado al Jefe (como llaman a don Juan Carlos el personal de Zarzuela) y sólo obtuvo un silencio’, comenta una persona cercana a Don Juan Carlos.
Porque nadie conoce mejor al Patrón que su mujer, doña Sofía. A pesar de las muchas infidelidades atribuidas al Monarca, algunas ciertas, otras inventados y otras infladas, lo cierto es que la madre de Felipe VI sigue haciendo equipo con él. Porque ya le advirtió la reina Victoria Eugenia cuando se casó con su nieto Juan Carlos: ‘Los españoles son muy malos maridos y los Borbones ni te cuento’.
En los dos últimos meses los Reyes eméritos han coincidido en cuatro actos (casi más que en todo el 2016) y en todos ellos se les ha visto como siempre. Tal vez la distancia tomada, ahora ya no se ven ni por obligación, hace que los reencuentros sean más agradables. Cada uno hace su vida, siempre ha sido así, la verdad, pero desde la ‘jubilación’ ya no se ven más que en las citas de rigor. La madre del Rey también hará 80 años este 2018, pero será en noviembre, para lo que todavía queda mucho y para lo que tampoco se preparará algo especial.
Doña Sofía pasa sus jornadas dedicada a la Fundación Reina Sofía, a su hermana Irene, con la que vive en Zarzuela, y a ver a sus hijos y nietos. Son muchos los viajes que hace a Suiza a ver la Infanta Cristina y sus cuatro hijos. Mientras, su marido reparte su tiempo entre los amigos, el mar, ha vuelto a las regatas y pasa largas temporadas en Sanxenxo, Galicia, con su equipo. Y la caza, afición que comparte con su mejor compañía, su hija Elena. La duquesa de Lugo se ha convertido en la más fiel escudera del Rey emérito. Siempre se ha dicho que la hija mayor de los Reyes es la más Borbón de los tres. Ambos tienen una unión especial. Padre e hija comen con frecuencia juntos. Hace unas semanas, Elena le comentaba a una amiga lo unidos que estaban sus dos hijos, Froilán y Victoria Federica a Don Juan Carlos. "Se quieren mucho. El otro día me contaba Vicky (cómo llaman en casa a la pequeña de los Marichalar) que cuando pasa mucho tiempo sin ver a su abuelo, tiene guardada una moneda de un euro con su cara y la mira para acordarse de él", decía la Infanta entre risas.
Don Juan Carlos se lleva bien con el resto de su familia, incluso con Letizia, con la que a pesar de lo que se dice, mantiene una relación cordial y afable. La que más tensión mantiene con su padre es la Infanta Cristina, que no le perdona el Rey emérito que no intercediera por ella y su marido ante Felipe VI para que las consecuencias del Caso Noos fueran menos dañinas para su exilio forzado dentro de la familia real.
Un patrón que ha surcado mil mares
A pesar de que hace más de tres años que no es el Jefe del Estado, lo cierto es que en Zarzuela todo el personal le sigue llamando Jefe. Como tal ha ejercido durante 38 años al frente de la Casa Real. Tras su nacimiento en Roma en 1938 y el arranque de su infancia en el exilio de Estoril, llegó a España con 10 años. Cursó sus estudios de Bachiller y realizó la instrucción militar en todas las academias antes de casarse con Sofía de Grecia. Juntos ocuparon el palacio de la Zarzuela, antiguo pabellón de caza de los Borbones a las afueras de la capital española. Desde allí, reinventó un reinado. Y lo consolidó tras la muerte del dictador Francisco Franco, quien le había nombrado sucesor a título de Rey pasando por encima del orden dinástico correspondiente a su padre, el conde de Barcelona.
Ejerció de patrón de la transición española. Restauró la democracia tras cuatro decenios de dictadura promoviendo mediante la Ley para la Reforma Política las primeras elecciones generales. En 2018 se cumplirán otros 40 de la aprobación de la Constitución Española, que impulsó mediante el consenso de las principales fuerzas parlamentarias. Su papel frente al golpe de Estado perpetrado en el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981 lo consolidó como Rey de todos los españoles y se convirtió en el gran hito de su trayectoria. Una intervención sobre la que se ha trazado una analogía con el discurso televisado que su hijo y heredero del trono, Felipe VI, pronunció el pasado 3 de octubre ante el desafío independentista de Cataluña exigiendo el restablecimiento del orden constitucional.
El equipo de Felipe VI lleva desde 2014 intentando lidiar con la situación de qué papel darle a don Juan Carlos y a doña Sofía y no parece ser tarea fácil. Primero hubo que darles un nombre, ya que siguen y seguirán hasta su muerte, siendo Reyes de España. Se les decidió dar, de forma no oficial, el adjetivo de emérito, título que a ninguno de los dos les ha hecho nunca ninguna gracia. En estos casi tres años, los padres de Felipe VI se han ido amoldando a su nueva situación laboral, con la idea siempre de no hacer nada que eclipse el papel de los actuales Monarcas. Pero lo cierto es que la sombra de su reinado es alargada y las comparaciones son odiosas. Así ha pasado durante el reciente viaje de cooperación de doña Letizia, que ha sido comparada con Sofía y la crisis de Cataluña, en la que la gestión de Felipe VI ha sido vista con similitudes con el 23F al que se enfrentó su padre en 1981.
No está claro dónde pasarán su eterno descanso
La cosa llega hasta tal punto que los reyes eméritos no tienen claro (y esperemos que quede mucho hasta tomar la decisión) de dónde pasarán su eterno descanso. Lo lógico sería que fuera en El Real Monasterio de El Escorial, en el panteón de los Reyes y Reinas. Desde Carlos V están enterrados allí todos los soberanos de España, a excepción de Felipe V y Fernando VI, cuyos cuerpos se encuentran en la Granja de San Ildefonso. Y Amadeo I y José I Bonaparte, quienes están en la basílica de Superga en Italia. También se encuentran en esta cripta los restos de las reinas que fueron madres de reyes, así como el único rey consorte y padre de rey, Francisco de Asís, esposo de Isabel II. En total hay 26 sepulcros de mármol de los cuales 24 están ocupados. Los dos sitios que faltan están reservados para don Juan y doña Mercedes que todavía están en el pudridero de reyes.
A pesar de que ellos no fueron soberanos, a su muerte Don Juan Carlos quiso darles honores de Reyes y en sus tumbas ya puede leerse "Ioannes III, comite Barcelona" y "María de Mercedibus, comitissa Barcelona". Todavía quedan unos años para que sus restos sean trasladados allí. Disposición de los restos en la Cripta Real. Los números 25 y 26 corresponden a los condes de Barcelona.
Ocupados los 26 sepulcros, cuando Don Juan Carlos I y Doña Sofía fallezcan no tendrán sitio para que sus restos pueden descansar en esta cripta de El Escorial. Esta idea ya ha sido estudiada por los miembros de Patrimonio Nacional, quienes pensaron en hacer algún tipo de reforma en el panteón para crear nuevos espacios. Sin embargo, y a pesar de haber ya planos sobre la obra que iba a realizarse, decidieron frenar este proyecto que consistía en ampliar el Panteón de Reyes construyendo una cripta de iguales características que colindase con la original.
Por lo que, a día de hoy, no se conoce en qué lugar descansarán los restos de los Reyes eméritos. Una de las ideas que más se baraja, y que muchos aseguran que proviene de Don Juan Carlos, es que sean enterrados en la Catedral de La Almudena de Madrid. Asimos, hay quienes consideran que lo mejor sería crear una nueva y amplia cripta en los jardines de Palacio Real para que puedan albergar los restos de los Reyes y Reinas de España en los siglos venideros.
Don Juan Carlos llega a los 80 años recuperado de salud. Hasta ha vuelto a navegar. Y sin embargo, según saben sus más próximos, se siente dolido al tener la certeza de haber sido excluido y olvidado, borrado del mapa por los que fueron sus propios trabajadores, asesores y sobre todo por su propia familia.