Eros, el Dios griego del amor, no trata a todos por igual. Ningún Dios lo hace. Y quizá por eso los adoramos siglo tras siglo sin apenas razonarlo.
En una misma semana Eros bendice la obra de Picasso en su museo de París –Picasso Año Erótico 1932 (hasta el 11 de febrero) y la misma semana Eros se lo pone difícil a la viuda de Luis García Berlanga (1921-2010) y a sus dos hijos vivos, José Luis y Fer –gestiona la emisora Pepe Radio-, (Carlos Berlanga falleció en 2002 y su hermano Jorge Berlanga, periodista, en 2011) para vender la biblioteca de su padre. El lote 309, con toda la colección erótica, que se subastó el pasado jueves en Madrid quedó desierto. El precio del que partía la erección era de 27.000 euros. Nadie los quiso pagar.
Ayer en París, bajo la lluvia, las catenarias del Museo Picasso estaban tristes porque no tenían turistas a los que retener ante la entrada. Con el patrocinio de Moët Hennessy, el champagne de LVMH, la comisaria Laurence Madeline muestra el poder del erotismo como fuerza creadora durante doce meses en la vida de Pablo Picasso, los que trascurren de enero a diciembre de 1932. La exposición, excelente, utiliza el formato de un diario para contar la extrema actividad del malagueño.
El catálogo -¿por qué diablos los franceses editan los catálogos de sus exposiciones sólo en francés?- cuesta 42 euros, el cartel tan solo 6.
El museo, abierto en 1985, programará del 27 de marzo hasta el 9 de julio la expo sobre el Guernica que ya pudimos ver en el Reina Sofía.
En Somosaguas, a 1100 kilómetros de aquí, en la casa familiar de los Berlanga, en la que el valenciano imaginó El Verdugo, Bienvenido Mr. Marshall o La Escopeta Nacional, la colección erótica del maestro aún no ha encontrado comprador (al menos cuando esto escribo).
Hace un par de meses tuve la oportunidad de visitar la biblioteca erótica de Berlanga. Mi interés lo había despertado primero las tertulias dominicales en las que Berlanga participaba invitado por Beatriz Pecker, y más tarde un reportaje publicado por la periodista Rocío García, amiga de José Luis Berlanga (hijo), en el colorín de El País.
Y allí que me fui yo una mañana de escarcha. José Luis está haciendo un gran esfuerzo por mantener la colección junta, sin separarla. En el ático, frío pero seco, permanece escrupulosamente ordenada junto a su archivo personal, la colección erótica de Berlanga. Libros (la colección, a menudo duplicada, de La Sonrisa Vertical, de la que era director literario), Barbies en cueros y revistas eróticas, perfectamente catalogadas tras el fallecimiento del director.
“La habitación estaba cerrada con llave” me contaba José Luis, “pero nos las ingeniábamos con el viejo truco de empujar la llave y recogerla con un papel por abajo”. Desde su dormitorio Berlanga tenía un acceso directo, privado, a su despacho, a su guarida. “Mi madre se enfurruñaba porque decía: ya está tu padre gastándose el dinero en chorradas”. Me sorprendió ver la meticulosidad con la que tenía todo archivado y documentado, su pasión por las revistas. Parece que sus favoritas eran las de bondage (práctica erótica que consiste en la inmovilización del cuerpo de una persona, generalmente con cuerdas) que se hacía traer por amigos o que compraba en sus viajes al extranjero. The Strand, en Nueva York, era una de sus tiendas favoritas.
Desde su dormitorio Berlanga tenía un acceso directo, privado, a su despacho, a su guarida. “Mi madre se enfurruñaba porque decía: ya está tu padre gastándose el dinero en chorradas”
Le pregunté a José Luis si en la filmografía de su padre aparece en algún lugar el bondage y me dice que “para mi padre todo esto era muy privado. Se ha escrito mucho sobre su misoginia. Me parece que es en La Escopeta Nacional que Saza ata a una de las protagonistas y cuando ella se pone a gritar hay una frase que dice…-“Anda pero si la gusta…”- No lo recuerdo muy bien”.
El archivo de Berlanga, mucho más valioso, que la colección erótica busca aún un lugar donde se le respete y se le acoja. Desde aquí animo a las instituciones a que faciliten a la familia, y a los amantes del cine, su adquisición y la publicación del mismo. No hay duda de que su filmografía es historia de España.
El archivo de Berlanga, mucho más valioso, que la colección erótica busca aún un lugar donde se le respete y se le acoja
Esta semana el crítico cinematográfico Luis Martínez se hacía eco en El Mundo cómo el lote 310 dejó sin comprador al 309. José Luis Berlanga no quiso asistir a la puja que, aunque quedó desierta parece que ya tiene una oferta y que se mantendrá junta.
Por cerrar está crónica de cómo Eros no trata igual a Picasso que a Berlanga recomiendo que escuchen Eros y Civilización, la canción de Javier Krahe. Hace un par de semanas Pablo Carbonell, en el programa de Buenafuente contó entre veras y bromas, que ahora es abstemio. Que sus dos últimas novias no bebían y que aprovechó el enamoramiento para dejar el alcohol y que una noche se lo andaba contando al enjuto Krahe. El maestro del verso, al escuchar la anécdota de seducción y H2O le replicó a Carbonell. “¿Y donde seduces a estas mujeres Pablo…en las fuentes?