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'Dead man walking' (“ahí va un hombre muerto”) es el grito que acompaña a los condenados a muerte en su paseíllo al cadalso en Estados Unidos. La expresión dio nombre al primer libro de la religiosa Helen Prejean (Baton Rouge, EE.UU., 1939) y también a la célebre película de Tom Robbins (Pena de muerte en español) sobre las experiencias de esta monja católica con condenados en el corredor de la muerte, por la que Susan Sarandon obtuvo el Óscar a la Mejor Actriz en 1995.
Aquella historia difundida al mundo por Hollywood ha inspirado ahora una ópera del también estadounidense Jake Heggie, que se estrenó con éxito el pasado viernes en el Teatro Real de Madrid: con un argumento similar al filme, en ella se narra el vínculo que crean Helen Prejean y Joseph De Rocher, un hombre condenado a muerte por asesinar a dos adolescentes, en sus últimos días de vida.
Nacida en una familia muy acomodada, Prejean abrazó la vida monacal a los 18 años y es una de las activistas contra la pena de muerte más conocidas del mundo. Fundadora de varias organizaciones, sus libros han sido traducidos a numerosos idiomas además de dar pie a otras obras. Actualmente, a los 79 años, mantiene su labor de apoyo a reos y familiares de las víctimas desde la Congregación de San José en Nueva Orleáns.
La hermana Elena, sister Helen, atiende a EL ESPAÑOL en el propio Teatro Real tras una larga noche de estreno, pero aborda la conversación sin prisas ni gestos de cansancio. “No trato las entrevistas de forma diferente a la que trato una conversación”, dice en un momento: “Respeto mucho el trabajo de los periodistas, trabajan mucho y a veces vuelven sin nada… ¡Tienen mi cariño!”
En la película Pena de Muerte, el personaje que interpreta Susan Sarandon dice que lo importante no es la fe, sino el trabajo. ¿Está usted de acuerdo?
Susan sacó eso de la familia de una víctima... Significa que tienes que convocar a tu alma a relacionarse con los que sufren... Es una elección. Uno de los padres, meses después del asesinato de su hijo, decía que se despertaba cada día con amargura. Como dijo Victor Frankl, es la búsqueda de un significado, establecer un vínculo con las situaciones... No es que yo tenga un acceso privilegiado a Dios, es el trabajo que haces... Y el viaje que captura esta ópera es despertarse (yo lo llamo gracia: todo despertar es una gracia). Podemos despertar... Podemos ponernos en esa situación, leer y reflexionar, pero cuando nos llega la revelación que nos cambia, eso siempre es una forma de gracia. Los artistas lo saben: cuando se inspiran, se encuentran con algo mayor que ellos...
¿No depende tanto, pues, de una educación religiosa?
La educación religiosa te da un sentido de las cosas, de ir más allá del conocimiento empírico, de lo que puedes ver y probar. Ir más allá de la lógica, acceder a un reino con mayor amplitud para conocer la verdad. Y lo que he aprendido de estar en España es Teresa de Jesús, la mística... Hay mística en España, en la gente. Estar en España ha sido una experiencia tremenda.
Hay mucho más en la vida que conocimiento científico y cuantificable. Y para mí coincide con los derechos humanos, la dignidad del ser humano y del planeta. Todo está conectado. La sensibilidad religiosa o espiritual no es aprender ciertas doctrinas que te acercan a la salvación; es abrir tu corazón a la compasión para ser capaz de darnos a otros con amor, y de recibirlos. Yo sigo aprendiendo de los condenados a muerte a los que acompaño; algunos son culpables, pero otros inocentes. Y acompañarlos hasta su muerte cuando todo el mundo a su alrededor piensa que son un desecho humano eliminable, que no tienen dignidad. Para mí lo principal es decir: mírame cuando esto pase, porque tienes una dignidad que nadie te puede quitar. Incluso los asesinos...
España tiene un pasado místico rico, pero si se celebrara un referéndum sobre la pena de muerte para algunos delitos, muy probablemente sería instaurada.
Es el alma superficial de la gente, como en Estados Unidos… Voy a muchos lugares y pienso que no somos una sociedad muy reflexiva, siempre estamos en movimiento… Pero podemos llevarles ahí, y me he dado cuenta de la importancia del arte.
El 90% de todos los condenados a muerte en Estados Unidos sufrieron abusos de pequeños... Mire el caos en el que crecieron... Luego les encuentran con pistolas, drogas, lo que sea... Yo viví en el Saint Thomas Housing Project de Nueva Orleáns con afroamericanos, que eran nuestros sirvientes cuando yo era niña. No es que yo sea tan virtuosa; es que he tenido un colchón, recursos y protección. No necesito drogarme para estar bien, he tenido una educación, soy articulada, puedo ser un agente de cambio, puedo hacer que pasen cosas, puedo llamar a gente... Al final, lo mejor para un ser humano es servir de ayuda. Ser parte de algo superior a ti, no quedar atrapado en esa pequeña cosa del ego, la competición, la envidia, el siempre tener que superar a otros...
¿“El verdadero poder es el servicio”, como dijo el Papa Francisco…?
Mire cómo está tratando de ayudar a la Iglesia institucional... Tiene una oposición enoooorme. Es el Papa de la compasión. La Iglesia es un hospital de campo que socorre a los heridos, que está ahí para ellos. Y eso es lo que me pasó a mí. Me metí hasta la cabeza, como le gusta bromear a Tim Robbins. Y así es cómo se me retrata en la película, y en la ópera: yendo a la cárcel sin saber nada. Es la verdad.
Era una cuestión de conciencia para mí... El condenado nunca me dijo 'ven'. Yo recibía las cartas, su madre no podía viajar porque estaba débil... No tenía a nadie, ni siquiera me pidió nada. Yo rezaba por él, era consciente de su humanidad y soledad. Fui yo quien empezó a verle a él, a sentir compasión, a reconocer que es un ser humano. Yo soy un ser humano. No hay nada impresionante, no he hecho algo sobrehumano por estos pobres asesinos... Es como si fuera yo la que aprende de ellos... ¿Y sí todo lo bueno de la vida es mutuo? Yo saco algo de usted en esta conversación, no estoy solo soltando el rollo que luego tiene que escribir. Es nuestra interacción lo importante.
El estreno tuvo una acogida muy calurosa. ¿Qué diferencia destaca entre el enfoque de la película y de la ópera?
La diferencia entre ambos medios es enorme. La película es visual y lineal; puede haber flashbacks, pero discurre. En la ópera, como al final del primer acto, hay múltiples voces que compiten y en conflicto hablandole a la hermana Elena. Las familias de las víctimas preguntan qué pasa con sus hijos, los prisioneros ruegan una oración por su alma, la madre de Joseph de Rocher [el reo] clama “van a matar a mi hijo”.
Hemos trabajado mucho. Es una forma en que puedo servir a la ópera. Porque es una ópera nueva, ¿sabe? Teníamos un chiste cuando llegaba, “Madame Butterfly en su puesto de servicio”. Así que puedo ayudar. Estoy con ellos y les cuento la historia, y luego me reúno con Joyce DiDonato [la mezzosporano], que lo tiene claro: es profunda, buena y auténtica.
¿La película de Tim Robbins le cambió la vida?
De la siguiente forma: un día bajábamos una escalera mecánica en el aeropuerto de Laguardia [Nueva York]. Yo pensaba que iban a cambiar los nombres de todos los personajes. Él estaba en la escalera mecánica, detrás de mí. Y le pregunto: ‘hey, ¿cómo vamos a llamar a la hermana Helen en la película?’ Y me dice: “Ah, íbamos a utilizar tu nombre... ¿No irás a denunciarnos?” Por eso cambiaron todos los nombres, por las posibles denuncias. Y me dije: ‘Mi nombre... ¿Adónde va a ir?’
Yo no sabía cómo iba a ir la película, pero después, cuando Susan [Sarandon] ganó un Oscar, 1.300 millones de personas lo vieron. Fui a Japón seis semanas después y el taxista me dijo: “Dead Man Walking” Difundió el nombre al mundo... Cuando eres monja, eso significa que que vas a estar más ocupada, servir más a la gente. Así lo veo yo.
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La hermana Elena dice que para ser eficaz hay que ser creíble, leal y auténtico. Patrick Sonnier, el primero de los condenados a quienes consoló, le dijo un día dijo: “Hermana, una cosa clara, usted rece por mí todo lo que quiera, pero no quiero que vea esto, puede dejarle huella psicológica”. Y yo le dije: “Pat, no te preocupes por mí, no sé qué pasará conmigo, pero tú vas a ver mi cara, será la cara de Cristo, tú mírame… Quizá tu muerte puede ser redentora para otros, pueda ayudar”.
Afirma también estar completamente segura de la inocencia de tres de los reos que ha acompañado hasta el cadalso. “Una de las cosas que aprendes de las 106 personas que han escapado del corredor de la muerte es lo que pasa durante el juicio... Se supone que es un careo: acusación y defensa… La acusación trabaja con pruebas y debe pasarle a la defensa todo lo que demuestre su inocencia. Pero tienen el control y quieren ganar, así que se distorsiona mucho: en ocasiones, cuando algo apunta a la inocencia, la acusación lo esconde o lo modifica. Y los abogados descubren que te privaron de un juicio justo, de tus derechos constitucionales. Es lo que anula las condenas. Al jurado se le niega la posibilidad de descubrir la verdad. Hay fiscales que en los argumentos finales dicen: 'Ya saben cómo son estos latinos...'"
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Es decir, a pesar de los progresos hechos por las sociedades occidentales en dos siglos, el sistema sigue profundamente injusto...
Absolutamente. Progresamos, pero el sufrimiento de los reos es terrible. Mejor que no te pongas enfermo en la cárcel. Automáticamente no te creen, piensan que quieres dejar de trabajar o cualquier otra cosa. Me impliqué en el caso de un inocente en Oklahoma, Richard Glossip. En su cárcel las camas están hechas de piedra. ¡De piedra! Les dan una esterilla fina, pero por la mañana les duele todo... Duermen sobre piedra y bajo tierra...
Cuando estás seguro de que puedes matar a un ser humano, todo vale: no tienen asistencia médica, nada importa. ¡Porque le puedes matar! La falta de consideración es tan profunda... Poder visitarles, estar con ellos y mirarles a los ojos es un privilegio. Te enseñan tanto... Y cuando salgo de allí no sé explicar la clase de energía que tengo, pero sé que una gran parte es: tengo que hacer esto. No pueden hacerse oír, pero yo puedo.
¿Cuándo sintió esa revelación por primera vez?
Todo nació tras la primera ejecución, cuando mataron a Patrick y salí de ahí. Ese fue el fuego. Ahora estoy acabando mis memorias, El Río de Fuego. Es la precuela de Dead Man Walking. Aborda el despertar religioso, que no es rezar a Dios para ir al Cielo, es sobre el sufrimiento y estar ahí. Y también sobre ser consciente de tus privilegios... A mí me sobrevino al salir de aquella ejecución. Habían matado a un hombre, le habían atado a una silla de madera y le habían metido electricidad en su cuerpo hasta que murió. Su asesinato fue un acto legal. Ningún líder religioso protestó esa noche... Pero yo estaba ahí, lo vi con mis propios ojos. Y lo que vi encendió mi alma; un fuego que sigue ardiendo en mí.
¿Qué argumentos utiliza para oponerse, por ejemplo, a la condena a muerte a un individuo que ha violado y asesinado a tres niños?
Filosóficamente, la pregunta es: ¿quién va a ser el árbitro de toda la gente que ha cometido actos terribles, cómo podemos decidir que algunos pueden morir? Matar a una persona es el acto más terrible en el universo. ¿Quién decide quién debería morir por ello? Cuando se reinstauró la pena de muerte, en 1976, el criterio era supuestamente los crímenes más terribles. ¿Quién sabe lo que esto significa?
No hay manera de determinar eso, y luego decidirlo en procesos. Surgen todo tipo de fallos... Los derechos humanos son inalienables, lo que implica que los Gobiernos no pueden disponer de ellos a su antojo. Ni retirarlos por mal comportamiento. Está en el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: el derecho a la vida. Nadie tiene el derecho a quitarle la vida a otra persona. Ni a la tortura.
Nadie tiene el derecho a quitarle la vida a otra persona. Ni a la tortura.
El paso siguiente es el viaje de conciencia que todos tenemos que emprender, en nuestro país especialmente. Creo que actualmente las encuestas señalan que un 70% de la población estadounidense apoyaría la tortura a terroristas para obtener información. Eso procede de la Inquisición... La tortura es intrínseca a la decisión de ejecutar seres humanos. Todas las personas con la que he estado murieron mil veces antes en su mente antes de dar el paseíllo final. A veces incluso desean hacerlo ya y con dignidad. En el corredor de la muerte tienen la misma pesadilla: los guardias vienen a por ti, tu hora ha llegado, te agarran y te sacan y tú te resistes... Y de repente te despiertas, miras a tu alrededor, estás en tu celda. "Esta noche no..." Pero va a llegar, al menos que suceda un milagro. Y empiezas otro día...
¿Cómo lidió con la presión de las familias de las primeras víctimas, que le acusaban de estar en el lado equivocado?
Eso fue lo más doloroso... Mi error fue evitarles creyendo que comprarían el argumento de la acusación: todo el que esté contra la ejecución está contra ustedes. Les están faltado al respeto... Y les evité. Se ve en la película y en la ópera: yo conocí a los padres de las víctimas de Patrick Sonnier, un chico de 17 años y una chica de 18 años. Los de ella se enfadaron conmigo para siempre. Los de él vinieron a mí un día en el juzgado. Él era profundamente católico... "Hermana, ¿cómo pudo estar tanto tiempo del otro lado y no quiso venir a vernos a nosotros? No puede usted imaginar la presión que estamos sufriendo... Todo el mundo nos habla de la pena de muerte para vengar a nuestro hijo. Parece que si no la apoyamos no queríamos a nuestro hijo…”
"Hermana, ¿cómo pudo estar tanto tiempo del otro lado y no quiso venir a vernos a nosotros?"
Le dije: 'Lo siento tanto, no pensé que querrían verme a mí…' Fui tan boba, tan cobarde... ¡Fue él quien me invitó! Y fui a rezar con él a una capilla pequeña, y luego desayunamos, y él me metió en el viaje hacia el perdón y lo que significa. Y eso es lo que está en juego en nuestros corazones. Él dijo: “Todo el mundo piensa que el perdón es debilidad. Que olvidas lo que hicieron porque les perdonas. Parece que lo justificas. Pero, me dijo, he estado tan enfadado desde que mataron a nuestro hijo que casi pierdo a mi mujer. Casi pierde la cabeza... Tenemos que visitar su tumba cada día porque no puede con su vida. Y estoy tan enfadado, siempre enfadado con ella, y no puedo querer a mi hija... Y un día me dije: mataron a mi hijo, pero no pueden matarme a mí. Voy a hacer lo que dijo Jesús…”
Y cuanto más me fijé en lo que significan el perdón o la compasión en todas las tradiciones espirituales, comprendí que es la forma en que permanecemos íntegros... Que el amor puede permanecer intacto en nosotros y no nos volvemos odiosos, iracundos, vengativos... Seres humanos consumidos por esto, que no pueden querer a nadie.
El perdón, por tanto, es una victoria.
Y te salva la mente... El amor no es superado por el odio. Jesús era una amenaza para las autoridades de su tiempo, porque decía: "El templo está dentro de ti, el Reino de los Cielos está dentro de ti... El espíritu Santo está dentro de ti, eres el hijo de Dios". Y por eso le mataron. ¿Cuál era el mensaje? Parecido al del Dalai Lama, Desmond Tutu o Gandhi. No imitar la violencia... Lo que me hiciste a mí o a mis seres queridos... El amor es el poder que nos sostiene, nos protege nuestro alma, nuestra integridad. Nos lo enseñó Jesús.