La compostelana Belén Condide empezó a trabajar de azafata a los 18 años: compaginó el trabajo con sus estudios de Derecho (primero la carrera, después un máster). “Me gustaba, me divertía”, dice hoy, una década después, dedicada ya sobre todo a la producción de eventos; “conocía a mucha gente y me ganaba un dinerito que ayudana a gastos y a estudiar.
Condide trabajó durante varios años consecutivos en la Vuelta Ciclista a España, que hace unos meses suprimió los besos al ganador de la etapa en el podio. Dice no entender el “revuelo” montado sobre las azafatas de campeonatos deportivos, puesto otra vez de actualidad por la decisión de la Fórmula Uno de prohibir la presencia de estas trabajadoras (las 'grid girls' del circuito) a partir de la próxima temporada porque “esta costumbre no resuena con los valores de nuestra marca y está claramente en desacuerdo con las normas sociales actuales”, según Sean Bratches, su nuevo director comercial de operaciones.
Ester Roncero, 29 años, compañera suya en una agencia de eventos, comenzó a trabajar de azafata a los 16 años; también estuvo en la Vuelta y dice que casi todo el mundo con quien ha trabajado en el sector son ahora amigas suyas. Ganaban a partir de diez euros por hora, a veces el triple, según el tipo de evento. Afirma estar agradecida: “Gracias al trabajo de azafata, conseguí mi puesto de trabajo actual: seleccionar al personal que cumple ahora esas funciones”. ¿Lo mejor y lo peor del oficio? “Lo mejor, que cada día haces un evento diferente; es una profesión muy dinámica y conoces a mucha gente. ¿Lo peor? ¡Sin duda los tacones…! Hay veces que son muchas horas aguantando…”
El veto de la Fórmula Uno a las llamadas a veces ‘paragüeras’ ha producido un torrente de reacciones fuera y dentro del mundo del deporte. Algunos ejemplos: el piloto alemán Sebastian Vettel, actual subcampeón mundial, tachó la prohibición de “ridícula”; el exjefe de la Fórmula 1 Bernie Ecclestone dijo “no poder entender cómo puede ser ofensivo para alguien el hecho de que haya una chica guapa con un número delante de un coche”; la modelo española Marga Bernalte, Miss Barcelona 2014 y una habitual en el circuito automovilístico, afirmó en una entrevista en La Vanguardia que “echar a las azafatas de la Fórmula 1 es una medida machista”. El más rotundo fue el excampeón mundial de F1 Niki Lauda: “¿Cómo de estúpido puede ser alguien? ¿A dónde nos lleva eso?”
También se han sucedido muestras de apoyo a la medida restrictiva. “Gracias a la Fórmula 1 por haber decidido dejar de utilizar a las 'grid girls'. Otro deporte hace una clara elección en cuanto a lo que desea representar", celebró la asociación británica Women's Sport Trust. “Las marcas sienten que algo está cambiando”, argumentó por su parte Fatima Benomar, cofundadora del movimiento feminista y LGBT francés Les Effrontées: “Hay que acabar con estas prácticas que reducen a la mujer a un objeto sexual o publicitario”. Editoriales como el de El Periódico de Catalunya sentenciaron: “La presión social y la actuación de las entidades públicas deben prevalecer sobre el espíritu comercial y sexista”.
Para Belén y Ester, el veto a las 'grid girls' es “una tontería”. “Es un puesto de trabajo tan digno como otro cualquiera”, aclara la segunda: “Muchas chicas se van a ver perjudicadas. Es un trabajo bonito y muy adecuado para las estudiantes... ¡Si yo pudiera, me dedicaría toda la vida a ser azafata!” (“Yo también”, interviene Belén). “Gente desagradable hay en cualquier sitio y cualquier ámbito. Depende de la persona con quien trates, no del trabajo de azafata”.
"Nadie te obliga a ponerte una ropa que no te quieres poner"
Las chicas insisten bastante en el aspecto de la ropa. “Siempre se les informa antes de los detalles del evento, incluida por supuesto la uniformidad”, aclara Alejandra Agudo, jefa de personal (también exazafata). “Todas las chicas tienen la información antes de ser contratadas, y deciden si quieren hacerlo o no. Nadie va a obligar a una azafata a ponerse una ropa que no se quiera poner, o a estar un un puesto que no quiera”.
¿Alguna vez ha supuesto un problema para ellas el tipo de ropa exigido? “No…” (Ambas ríen). “En algunas marcas el vestuario puede ser más atrevido, pero en general no es un problema”, responde Belén. “Sí es verdad que tú misma puedes sentirte más cómoda con una uniformidad o con otra: a una chica le queda mejor una falda, a otra un pantalón, o igual un escote le va mejor a una que a otra. Depende del cuerpo de cada persona. Nosotras ahora queremos que las chicas estén guapas, así que buscamos que los estilismos les favorezcan”.
El problema de fondo, coinciden las entrevistadas, “es que la gente ve a las azafatas como una chica guapa que está posando y no saben todo lo que hay detrás”. El argumento se repite varias veces durante la conversación. “Yo por ejemplo”, dice Belén, “comparo mucho los eventos con los congresos; al final son eventos donde se trabajan muchas, muchas horas, donde tienes que estar mucho tiempo de pie... Y yo no veo que la gente tenga ningún problema con los congresos. Al final la azafata ahí también tiene su función: el 'check-in', la recepción de invitados, pase de micros, colocar aguas, hablar con los ponentes, lo que sea... Y ahí la azafata tiene la misma importancia que cualquier otra persona del evento. Es una pieza fundamental para que salga bien”.
“No es solo estar guapa”, ahonda Belén: “Somos muy resolutivas. Según cada evento, tu función es diferente. En algunos tienes que posar más, para atender rápidamente cualquier petición del cliente, pero en otros te dedicas a dar información. No somos simplemente una cara bonita; hay mucho más detrás. Al final la azafata es una figura que resuelve problemas. Es fundamental para cualquier evento; somos un apoyo para todo.
¿La clave de una buena azafata? Además de buena presencia, “tiene que tener cabeza y resolver los problemas que surjan con agilidad”, remata la exazafata: “Depende también del buen trato y la amabilidad; no basta con ser mona... No deja de ser un trabajo de atención al público; has de ser amable, resolutivo y tener siempre una sonrisa”.
Machismo y feminismo
¿Termina el feminismo teniendo un efecto machista, como dicen algunas modelos sobre esta polémica? “No estamos nada de acuerdo con la prohibición... Al final es quitar trabajo a las mujeres. Un trabajo tan digno como otro cualquiera... No vemos la razón de tanta polémica y revuelo con todo esto. Al final acabamos hablando de machismo y feminismo... Lo que pasa es que la gente no va más allá. Ve la figura de una azafata como una chica que está ahí de pie, digamos posando, y no ve lo que hay detrás. Igual tienes que estar un rato posando, pero después tienes muchas otras funciones y muchas horas más de trabajo. Pero la gente se queda con esa imagen y no sabe ver lo que hay detrás".
"Mucha gente se va a quedar sin trabajo por este tema", concluye Agudo. "Porque si se prohiben en la F1, por ejemplo, no es solo la azafata, sino también todo lo que hay detrás: proveedores de su uniformidad, la gente que hace los castings, los de recursos humanos, las agencias que las contrata. Muchos puestos de trabajo. Si fuese algo justificado, nos parecería fenomenal. Pero nosotras, francamente, vemos algo que no tiene tanta importancia como se la está dando”.