María Piedad García Revuelta nunca volvió a casa. Su rastro se perdió el 11 de diciembre de 2010. La mujer, nacida en Boadilla del Monte (Madrid), regresaba de una cena de Navidad organizada por los compañeros de la empresa en la que trabajaba, Mercadona, en la localidad de Boadilla del Monte. Nadie la volvió a ver.

En esa misma cena coincidió con alguien a quien conocía desde hacía bastante tiempo. Javier Sánchez Toledo había sido su pareja durante cuatro años. Habían convivido. Tenían un hijo en común de apenas nueve meses de edad. Ella era cajera y reponedora en el supermercado. Él, jefe de mantenimiento. Hacía medio año que se habían separado. Al terminar la cena, Javier decidió acompañarla a casa. Fue la última persona que la vio con vida.

El cuerpo de María Piedad nunca apareció. El que sí se encontró fue el de Javier. A los tres días de la desaparición de la mujer, el cadáver de su ex pareja apareció ahorcado. No dejó ningún mensaje No se lo dijo a nadie. No había ninguna nota. Ninguna pista del paradero de su ex mujer. El secreto se fue con el a la tumba.

Han pasado ya 7 años y dos meses de lo ocurrido y la familia no pierde la esperanza. Esta noche, el periodista Paco Lobatón aborda su caso en el programa Desaparecidos, de TVE. Ofrecerán su testimonio sus familiares que llevan ya mucho tiempo luchando para que el caso no caiga en el olvido. El caso se archivó en diciembre de 2014, cuatro años después de perder el rastro de María Piedad. Fue el Juzgado número 5 de Móstoles que llevaba la investigación por falta de indicios el que tuvo que dar carpetazo a la búsqueda de la joven.

En 2017, la familia de la joven presentó un informe en el mismo juzgado a fin de que se reabriese y se pudiese investigar hasta el último resquicio, la última pista, la última prueba. Ahora, la familia Piedad vuelve a reivindicar la búsqueda de esta mujer, y lo hace en prime time, en el programa de la televisión pública esta misma noche.

Los hechos

María Piedad y Javier, su ex pareja.

Aquella fue su última cena. Esta tiene lugar en un mesón castellano cercano al supermercado en el que ambos trabajan. Al terminar, acuden con sus compañeros a un karaoke de la zona. A las tres y media de la madrugada, María Piedad decide irse con su amiga de vuelta a casa. Cuando está saliendo por la puerta, Javier se acerca y le dice que no, que él la acompaña. Al final, su ex pareja accede. María Piedad y Javier se suben al coche de él y se van juntos camino a casa.

Algo más de media hora después, la amiga de María recibe un mensaje en su teléfono. Es Javier: “Ya la he dejado en casa”. Eran algo más de las tres de la mañana. Nunca se volvió a saber nada más de ella.

Los años siguientes, el foco de la desaparición se ha centrado siempre en el ex marido. La madre de María Piedad y su hermano llamaron de forma insistente al día siguiente de lo ocurrido. Él les dijo que la dejó en la casa “a las cuatro y diez de la madrugada”. No le sacaron otra respuesta. Le dijeron que iban a poner una denuncia por la desaparición. La mujer apagó el móvil y huyó de la casa de Móstoles donde vivía con su padre.

Desde ese día y durante los meses siguientes las batidas por la zona fueron una constante: por los montes, los vecinos salieron en busca de María Piedad un día tras otro sin éxito alguno. Se llegó a rebuscar entre los desechos del vertedero de Pinto. Pero nada.

A los tres días de la desaparición, los agentes de la investigación se encontraron con un fatal giro en el caso, quizás la única novedad importante desde entonces. Javier aparecía ahorcado en los bosques de San Lorenzo de El Escorial. No dejó nota alguna, tampoco una confesión de si él había cometido o no el crimen.

Cuatro años después de que María Piedad desapareciese para siempre, el Ayuntamiento de Boadilla del Monte inauguró un parque con su nombre. Al acto acudieron sus familiares y también centenares de vecinos de la localidad, muchos de los cuales habían participado en las labores de búsqueda.

El alcalde, Antonio González Terol, quiso que la ciudad le rindiese de esa manera homenaje “a una vecina ejemplar, que ha sufrido una lacra contra la que hay que luchar", la lacra de la violencia machista. El lugar, desde entonces está dedicado a “todas las María Piedades”. También a su familia.

Javier, el único sospechoso

Se abrieron más de 300 pozos de la región, se buscó en los bosques, los matorrales… Nada. La única prueba llegó al año siguiente de que la mujer desapareciera para siempre. La Guardia Civil encontró en 2011 restos de sangre de María Piedad a pocos metros del río Guadarrama, que había sido una de las zonas más peinadas y registradas a lo largo del caso. No se pudo confirmar si la joven estaba viva o muerta cuando tuvieron lugar los hechos.

Desde el primer día, la sospecha siempre rondó la figura de la ex pareja. A los dos días de la desaparición, la madre de María Piedad escribió a Javier. Sabía que él había sido el último en verla, la persona que supuestamente la acompañó hasta su casa. Era lunes 13 de diciembre. “María no ha llegado a casa”, le dijo la madre a Javier. “Yo la dejé en la puerta del bloque. Por cierto, iba bastante perjudicada”.

A las tres horas, fue uno de los hermanos de María quien llamó al hombre que se suicidó días después de la desaparición de su ex mujer. Le insistió en que, si sabía algo, cualquier cosa, debía contarlo a la policía. Javier lo volvió a negar, repitió la versión que había contado a la madre y deslizó en sus palabras una coartada sentimental. “Tu hermana está bien. Si algo le pasara, me moriría”. María Piedad nunca volvió a casa.