Abuso sexual. Abuso de poder. Abuso de confianza. Esas son algunas de las cosas de las que se está acusando públicamente al cineasta porno afincado en Barcelona Nico Bertrand. Lo hacen mujeres con las que él trabajó no hace tanto. Hasta ahora, podía decirse que este creador era uno de los referentes en lo que se viene a llamar cine porno ético o feminista. Pero eso ahora ya no está tan claro.
Para entender qué significado tiene esa etiqueta de “porno ético o feminista”, conviene olvidar todo cuanto se sabe o se cree saber sobre pornografía. Bertrand se ha forjado un nombre haciendo películas pornográficas que poco tienen que ver con esas imágenes en las que la mujer es única y exclusivamente un objeto sexual. En el cine porno ético o feminista, ellas también son “sujetos”. En este campo de la pornografía audiovisual se busca en buena medida presentar en la pantalla las formas del deseo y el placer femeninos.
Este porno feminista también se reivindica como ético, porque en la relación entre actores, directores y todos los implicados en las grabaciones reina el consenso y el sexo seguro. En este nicho de la pornografía, a Nico Bertrand había incluso quien lo llamaba en 2016 uno “de los grandes directores de pornografía en Europa”.
Pero, con las acusaciones que se están vertiendo últimamente contra este director, la filmografía de Nico Bertrand pierde mucho ese carácter “igualitario” y hasta “familiar” entre unos actores que deben “ser tratados como se merecen”, con “confianza y respeto”, cuidando “mucho los análisis de enfermedades de transmisión sexual”.
Sin embargo, contra él se han levantado ahora voces de mujeres denunciando su forma de trabajar. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con tres de ellas.
Una afectada: Margot, 22 años, Barcelona
Margot, una chica de Barcelona de 22 años, se vio en una situación muy comprometida. Esta actriz especializada en el shibari, variedad japonesa del bondage, práctica erótica basada en la inmovilización del cuerpo de una persona, llegó a contratar a un abogado para frenar a Bertrand. Bertrand contactó a Margot por Facebook. “Como vi que había trabajado con unas compañeras que admiro y me gustaba la estética, me dije: ¿por qué no trabajar con él?”, cuenta Margot a EL ESPAÑOL.
“Primero hicimos unas fotos, luego unos vídeos”, recuerda esta joven. Luego llegaron los problemas. Según Margot, unos vídeos pornográficos que se suponen iban a tener un uso muy restringido –debían ser enviados a una sola persona– acabaron en una página web de internet de contenido para adultos. Antes de filmarlos, según cuenta Margot, ella y Bertrand firmaron un contrato donde se precisaba que el cineasta no tenía derecho a venderlos. Sin embargo, Margot se enteró el pasado mes de mayo que esas imágenes habían sido publicadas. Lo hizo gracias a un familiar que encontró el vídeo de Margot cuando visitaba la página en cuestión.
Aquello le costó a Margot una grave crisis en su familia. Llevaba su trabajo con discreción. “Personalmente aquello fue muy complicado, hay parte de mi familia con la que no me puedo relacionar desde entonces”, dice Margot. Ella, otra de las voces que se han alzado estos días contra Bertrand, no dudó en contratar a un abogado. “Mi abogado escribió a Nico Bertrand y a la distribuidora del vídeo porque se les podía caer el pelo. La cosa no fue a mayores porque recularon todos”, abunda esta joven.
Bertrand reconoce este encontronazo con Margot. Para él, la situación constituye uno de esos “problemas y malentendidos que le pueden pasar a cualquiera en cualquier trabajo”. Se defiende apuntando que el tipo de contrato firmado por ambos era un content-trade. El documento, según Bertrand, estipulaba que el contenido estaba destinado a ser repartido y explotado por las partes implicadas.
Aún así, la intervención del abogado de Margot, que envió un burofax al cineasta, fue disuasorio. “Al recibir ese burofax, yo quité el vídeo porque a ella no le parecía bien. Dejé de colaborar con ella para evitar malentendidos o conflictos de intereses”, explica Bertrand.
La aventura acabó siendo "una mierda muy tocha"
Quien mejor ha podido conocer a Bertrand es Anneke. A sus 30 años, esta chica de Barcelona tiene una productora de cine porno. “Había trabajado con compañeras que admiro: ¿por qué no trabajar con él?” Su primera andadura en la industria la hizo de la mano de Bertrand. Ambos fundaron la productora Black Mind, ya desaparecida.
Black Mind surgió después de un primer encuentro profesional entre Bertrand y Anneke en 2014. Él la contactó para hacer, primero, sesiones de fotos. Ella, animada por los resultados de esa primera sesión y posteriores conversaciones constructivas con Bertrand, sintió que podía convertirse en actriz y modelo porno. Black Mind surgió de ese entusiasmo. Pero lo que parecía una aventura ilusionante, acabó siendo “una mierda muy tocha”, según escribía Anneke hace unos días en su blog personal. En él, acusaba al que fuera su socio de “abuso de poder”.
“Habíamos acordado seguir un esquema de trabajo horizontal, no habrían jefes y nadie daría un paso adelante sin la supervisión del otro”, relata Anneke en su blog. Sin embargo, ella vio como Bertrand acaparaba poco a poco el proyecto. Él se acabó autodenominando “director” de los vídeos que ambos producían. Las quejas de Anneke, reivindicando que se respetara lo pactado en los primeros días de Black Mind fueron en vano.
De espaldas a Anneke, Bertrand ya había empezado a presentarse como director de la productora, “como si fuera un proyecto en solitario”, según los términos de esta joven. Así se presentó, entre otros, a Amarna Miller, estrella porno española y actriz referente internacional en la pornografía ética o feminista.
Peor aún, según Anneke, ella tuvo que parar los pies a Bertrand cuando éste publicó un proyecto que era tan suyo que versaba sobre su menstruación. Bertrand, que volvió a designarse como director de aquel vídeo, quiso venderlo como una obra suya. Fue la gota que colmó el vaso.
“Le planteé que o retiraba el vídeo o le iba a denunciar. Lo retiró”, cuenta Anneke a EL ESPAÑOL. “Nunca se disculpó”, añade. Aquella relación profesional no podía durar. “Trabajamos desde 2014 hasta mediados de 2015”, recuerda Anneke.
Sobre las acusaciones de abuso de poder de la que fuera su socia, Nico Bertrand comenta que fueron “pequeños malentendidos”. “Yo no les daba importancia y se quedaron en el tintero y ahora circulan en las redes sociales”, dice a EL ESPAÑOL este hombre natural de Barcelona que ya se asoma a los 40 años. Es consciente de “los malestares” que ha causado, pero apunta que “son cosas que han pasado a nivel profesional”. “Tampoco les di a esas cosas la importancia que parece ser que han tenido”, reconoce.
“Me engañó para tener sexo conmigo”
En una situación de mayor indefensión frente a Bertrand se encuentra Lina, una mexicana de 35 años afincada en Berlín. Ella trabaja desde hace poco única y exclusivamente en el porno ético y feminista, como actriz, modelo y escritora. Estudió Filosofía y Ciencias Políticas. A ella también le interesó inicialmente el trabajo de Bertrand porque con Black Mind éste había rodado con grandes rostros de esta pornografía alternativa. A saber, gente como Amarna Miller, la argentina María Riot, dos figuras internacionales del porno, o Silvia Rubi, otra reconocida actriz española del sector.
En un reciente video publicado en Youtube Lina denuncia un “rampante abuso sexual” de Bertrand con ella. “El tipo era lo suficientemente manipulador como para dar una impresión inicial de persona seria dentro de la industria, avalándose por el trabajo de Black Mind”, cuenta Lina a EL ESPAÑOL. Ella dio con Bertrand cuando daba sus primeros pasos en la industria del porno feminista o ético.
“Adoptó una actitud de colega, de colaborador creativo y persona de confianza” y “una vez ganada tu confianza te 'colaba' movidas de último minuto”, abunda Lina. Se refiere al día de 2015 en que entre el rodaje de dos cortos que ambos habían acordado, a Bertrand le surgió la idea de hacer una tercera grabación. “Él estaba aprendiendo shibari y la idea era que él me ataría e interactuaríamos sexualmente”, cuenta Lina en su vídeo.
Tras rodar los dos cortos pactados y hacer una pausa para comer. La tercera grabación empezó a las siete de la tarde. “Era de noche, recuerdo que sólo puso la cámara en el trípode, sin iluminación extra, sólo un foco de la habitación. Teniendo en cuenta que había oscuridad, me pareció extraño, pero no lo cuestioné”, explica Lina en su vídeo. “Rodamos unos 20 minutos, terminamos y, después de ese rodaje, nos tratamos de manera amistosa, era alguien en quien confiaba”, pero “los vídeos tardó un año y medio en mandármelos”, añade.
Un fallo de inexperto
En el envío faltó el tercer vídeo, el que surgió sobre la marcha. “No se grabó, se grabaron cinco o seis minutos y luego se cortó, se acabó la batería o algo. No lo edité porque no se veía nada. Ya no tengo nada de ese material porque lo que se grabó era nada. Se quedó sin memoria la cámara así que no hay nada hecho”, trataría de explicar con poco éxito Bertrand a Lina.
Esa explicación se oye en audios de whatsapp en el vídeo de Lina. Y esa misma argumentación es la que ofrece Bertand a este periódico. Él apunta que fue un fallo debido a su inexperiencia en el momento de hacer ese vídeo. “Tampoco tenía mucha experiencia haciendo este tipo de trabajos. Básicamente estaba empezando al mismo tiempo que ella. Había empezado algo antes, claro, pero tampoco tenía mucha experiencia”, comenta Bertrand, que antes de cineasta fue fotógrafo.
Si en 2016 había quien le incluía entre los grandes cineastas de la pornografía fue, a su entender, porque disfrutó de una rápida trayectoria ascendente. “Yo no tenía una gran experiencia ni una gran trayectoria. Digamos que crecí rápidamente”, comenta. En 2015, Bertrand ya había trabajado con muchas actrices admiradas por gente como Lina.
Ella nunca entendió que no se grabara aquel tercer vídeo. “Le dije que era un abuso de confianza”, rememora Lina en su reciente vídeo en Youtube. Lo grabó el pasado viernes, después de enterarse de que no había sido “la única”. “Nico Bertrand me engañó para tener sexo conmigo, y me grabó y no sé qué ha hecho con ese material, si lo tiene o no, y todo eso es algo que no habíamos pactado”, abunda una Lina visiblemente afectada en ese momento del vídeo.
Bertrand se defiende. “No entiendo lo del abuso sexual, habíamos accedido a hacer aquello. En todo momento hubo consentimiento”, dice. “Pensé que la cámara estaba grabando. Cuando fui a ver el material y vi que no estaba y que no lo encontraba, recuerdo que al poco tiempo le comenté [a Lina, ndlr.] que no tenía ese vídeo. Por alguna razón u otra no insistí en dejar claro que no había tenido ese material, que sólo tenía dos vídeos. Pensé que había quedado claro, pero no”, abunda.
“Lo que quería era tener sexo con ellas”
Lina y Margot hablan de la existencia de otros casos similares a los suyos. Bertrand reconoce que “ha habido errores de comunicación” y que “si la gente me decía que no quería salir en la web de Darkness Studio [su actual productora, ndlr.], como no quiero tener problemas, los retiré”. “Más que problemas, son malentendidos”, abunda.
Anneke afirmaba en su blog que, ya en los días de Black Mind, ella vio a Nico “cambiar radicalmente” su comportamiento. “Se reafirmaba en su idea de defender el porno ético, pero a la vez empezó a hablarme de otras actrices de una forma muy poco ética”, escribe Anneke en su blog. “Básicamente, lo que quería era tener sexo con ellas y se jactaba de ello cada vez que lo conseguía”, añade.
Sea como fuere, los casos de estas actrices suponen un duro golpe a la industria del cine porno ético y feminista, modesta si se compara con la dominante pornografía mainstream, aquella donde no se defienden criterios como el del “consenso”. Con todo, no han tardado en producirse reacciones de importancia en el sector. Erika Lust, directora sueca afincada en Barcelona y uno de los referentes del cine porno feminista, ha retirado cuatro cortometrajes de Nico Bertrand de su tienda online y de Erotic Films, su plataforma de cine erótico en Internet.
“Nunca me he posicionado claramente como alguien que hace porno feminista”
“Yo no he tenido personalmente situaciones raras con Nico Bertrand, pero es que no soy actriz”, dice Lust a EL ESPAÑOL. “Los cuatro cortos ya están retirados porque ahora hemos sabido que han podido ser producidos en situaciones poco éticas”, abunda la cineasta sueca. Esta decisión no es un problema para Bertrand.
“No tengo ningún problema en que hayan retirado ese contenido. Obviamente, tampoco es lo que quiero. Pero tampoco voy a decirle yo a la gente lo que tiene y no tiene que hacer”, dice el cineasta, desvinculándose ahora del porno feminista. “Nunca me he posicionado claramente como alguien que hace porno feminista o que soy el estandarte del porno feminista”, asegura.
Su nombre, sin embargo, siempre ha sido un referente para los interesados en el porno feminista, como también ocurre con Erika Lust o Lucie Blush, una cineasta francesa afincada en Berlín. Cuando preguntan, Bertrand siempre ha explicaba como autoridad en la materia en qué consistía el porno ético.
La española Paulita Pappel, coorganizadora del Festival de Cine Porno de Berlín, una de las citas internacionales más relevante de Europa para porno alternativo, incluido el ético y el feminista, da la bienvenida a las medidas adoptadas por Erika Lust. “Lo que ha decidido Erika Lust está muy bien. Este hombre se ha aprovechado de gente joven que no tenía mucha idea”, comenta esta madrileña, que también es otro referente en la realización de películas pornográficas feministas.
“Habría que haberlo vetado”
Pappel había oído historias como las de Lina, Margot o Anneke hace un año. Nunca dijo nada porque las afectadas no querían salir a la luz. Aunque quiso, Pappel no pudo evitar que películas de Nico Bertrand fueran seleccionadas en las últimas ediciones del festival berlinés. “El trabajar con gente importante y que aparezcan tus trabajos en festivales, entre otras cosas, es un sello de calidad”, lamenta Pappel.
Ella entiende que Bertrand se sirvió de plataformas como la del festival de la capital alemana. “Lamento no haber hecho más hincapié en su momento. Porque habría que haberlo vetado”, abunda. Ahora que las actrices que tuvieron problemas con Bertrand han hablado, según Margot, no sería raro ver que “siguen dándose a conocer nuevos casos”. Las tres afectadas consultadas por este diario convienen en afirmar hay cosas por cambiar en la industria para evitar la entrada en el sector de nuevos Nicos Bertrands.
“Hay mucha indefensión”, lamenta Margot. “Tendríamos que crear una red para informarnos y alertarnos de este tipo de cosas”, asegura Anneke. “Tenemos que organizarnos de manera visible e identificable para establecer protocolos, difundir información y exigir estándares éticos en todos los aspectos de nuestro trabajo”, abunda Lina. “Hay que tomar medidas”, concluye Pappel.