Patricia Morales Silvia P. Cabeza

Nunca antes tener las uñas perfectas fue tan fácil. Cada mañana cuelgan el cartel de abierto 3.777 negocios de estética en la capital, según datos de la Cámara de Comercio de Madrid facilitados a este periódico. En palabras del Ayuntamiento de Madrid “es muy difícil saber cuántos de esos se dedican solamente a manicura y pedicura”. Esto es así porque la licencia que concede el ayuntamiento de la capital para las aperturas se engloba en la categoría de “peluquería”, sin especificar a qué se dedican concretamente estos centros. “Por mucho que busques, no va a salir el dato concreto”, confirman desde el consistorio.

¿Quién se dedica a esto y de dónde vienen? En nuestro intento por comprender el porqué de este auge de la manicura hablamos con varias empresarias que han abierto su propio salón en Madrid. Son rusas, colombianas, españolas y, también, chinas. Y son precisamente estas últimas quienes copan un mercado en constante crecimiento y cuyos beneficios ascienden cada año a varios millones de euros.

Para reflejar este crecimiento acudimos a dos barrios diferentes de la capital: el de Salamanca y el de Tetuán, totalmente dispares en cuanto a renta per cápita pero exactamente iguales en cuanto a salones de manicura.



Están llenos, a rebosar y con unos precios que oscilan entre los 7 euros para una manicura normal en un local chino, a los más de 20 en un centro más sofisticado. ¿Por qué esta diferencia? “Nosotras hacemos los servicios en una hora y media o dos horas. Normalmente los chinos lo hacen en 30 minutos. Por eso ellos en dos horas ganan más que nosotros. El problema es que ellos tienen que hacerlo muy rápido porque si no no ganan dinero”, comenta Sofía, una de las dos socias de Siberia Salón, uno de los centros preferidos por las famosas. Maryori Matallana va más allá: “Lo que hacen los chinos es distinto a lo que hacemos el resto de centros. Ellos están enfocados más al negocio y no a la estética y ya sabemos que los chinos entran en todos los terrenos”.

Matallana, de origen colombiano, hace apenas cinco meses que abrió su negocio en la calle Goya y asegura que gracias a la inmigración las españolas cuidamos más nuestra imagen. “Desde pequeñas, nuestra cultura es cuidarnos en todos los sentidos. Para nosotras las uñas es algo fundamental. Es algo que quería trasladar aquí y lo he podido realizar. Llevo 19 años en España y recuerdo que era una cosa que me chocaba ver a alguien por la calle con los pies sin hacer”. Este dato, el de la inmigración, también lo confirma Sofía: “Decidimos abrir un negocio pequeño porque en Rusia estaba muy de moda hacerse las uñas. Y por eso decidimos venir a España”.

Fiebre por la manicura Silvia P. Cabeza

¿Cuánto cuesta abrir un negocio así?

Todo depende de lo que quieras ofrecer y si quieres ir por libre o asociarte con alguna marca. Unas de las pioneras en este terreno es Yolanda Beltrán, española que se lanzó hace 13 años a abrir su primer negocio de uñas en Madrid y que cuenta hoy en día con más de 150 franquicias de Nails Factory repartidas en toda España. “El negocio estaba muy incipiente, había poca cosa. Quizá se hacía en alguna peluquería pero no se hacían demasiadas manicuras. Era una cosa bastante elitista”, asegura.

Para asociarse con ella y abrir una de sus franquicias la persona interesada tiene que pagar 22.900 euros, el resto viene dado y el franquiciado se lleva de media un 15%. “El franquiciador solo recoge el royalty mensual, que es fijo, no depende de las ventas”, subrayan desde la empresa. Según datos públicos recogidos en el Registro Mercantil, Nails Factory facturó 2,4 millones de euros en 2017.

Por su parte, Maryori Matallana, propietaria de Nail corner by OPI afirma que abrir un negocio de sus características rondaría los 300.000 euros. Sofía, de Siberia Salón, no quiere hablar de cifras pero asegura que “nuestro primer salón abrió hace 3 años y la situación en España era muy diferente a la que se vive ahora. En Madrid hay pocos salones en comparación con Rusia. Cuando nosotras abrimos había muy pocos, ahora cada vez hay más pero todavía son pocos”.

Todas las propietarias coinciden en un aspecto muy importante: se puede vivir de un negocio así. La mayoría de clientas acuden una vez cada dos semanas. Otras cada semana. Algunas una vez al mes. Entre diez y 20 euros la manicura. Echen cuentas.

Y un negocio de chinos, ¿cuánto cuesta?

Sorprende escuchar hablar a la propietaria de Siberia Salon sobre los "pocos" salones de uñas que hay en la capital. Todos los centros que encontramos en nuestros paseos por los dos barrios madrileños indican una clara tendencia ganadora: los chinos son mayoría.

Intentamos hablar con ellos para conocer el porqué de tanto negocio, cuáles son las condiciones en las que vienen a España y cuánto les cuesta un local de esas características. Encontramos puertas cerradas, excusas sobre el idioma y algún que otro encontronazo, síntoma de que estamos preguntando demasiado. ¿Qué ocultan?

Uno de ellos no quiere hablar a cámara porque dice que no habla bien español pero sí afirma que abrir su negocio le costó unos 60.000 euros y que tiene todos los permisos en regla. Otros, sin embargo, contestan con un simple “no está el jefe” que sirve como excusa para la veintena de intentos de hablar con el resto de compatriotas y conocer cómo trabajan y en qué condiciones. Silencio, silencio y más silencio.

¿Cómo trabajan?

Nos postulamos como manicuristas para una de las miles de ofertas de empleo que circulan en internet. Los requisitos: ser mujer menor de 25 años, tener los papeles en regla y experiencia en manicura. Las condiciones: horario de 10 de la mañana a 9 de la noche de lunes a sábado con contrato temporal de tres meses en tres meses. El salario: “No te lo puedo decir por teléfono”.