"No paséis por la carretera que va desde casa de la Agustina hasta el desfiladero de Montrebei si no es estrictamente necesario. Mañana miraremos de limpiarla".
Así dice el tuit que había subido Jordi Navarra, alcalde de Sant Esteve de la Sarga (Lleida). Advertía de la peligrosidad de pasar por una carretera en la que suele haber desprendimientos. Y más ese día, tras el temporal que causó tantos daños en la Cataluña Oriental y Aragón. Acompañaba a ese texto la foto de una piedra bloqueando la calzada.
El lunes, además, llamó al diario Segre para advertir de la peligrosidad de circular por la zona. Horas después, un coche blanco circulaba por la zona y fue sorprendido por un desprendimiento de tierras. El vehículo y sus dos ocupantes quedaron sepultados bajo las piedras y allí permanecieron más de 24 horas. El martes por la tarde rescataron sus cuerpos sin vida. No imaginaba el alcalde que los fallecidos eran sus padres.
El último viaje
Venían del mercado. El último viaje que hicieron Jordi Navarra y su mujer Anna Torres fue de vuelta desde el mercado de Tremp, como solían hacer los lunes. Se dirigían a su domicilio en Sant Esteve de la Sarga (Lleida), un pequeño pueblo de montaña de 140 habitantes.
El alud les pilló de camino a casa. Estaban a punto de abandonar la LV-9124, la carretera peligrosa por la que suelen caer rocas de gran magnitud. No habían leído la advertencia que su hijo había colgado en Twitter. Además, esa era la única ruta por la que podían volver a su pueblo. Les faltaban 500 metros para dejar esa vía y salir de la zona de riesgo.
Una semana después de su cumpleaños
Jordi Navarra padre había cumplido 79 años la semana pasada. Apenas se separaba de su mujer Anna, de 72. Jubilados ambos, residían en este pequeño pueblo de la comarca del Pallars Jussà donde se habían criado. Procedían de familias de tradición ganadera y perpetuaban el oficio. De hecho, su hijo Jordi es el alcalde del pueblo pero también uno de los 5 pastores que quedan en la zona.
En esos pueblos pirenáicos en los que casi nunca pasa nada, el lunes es el día en el que se registra más actividad. Tremp, con 6.000 habitantes, es el municipio más grande de la zona y el lunes se monta allí el mercado. Está a 50 kilómetros de Sant Esteve. De todos los pueblos de los alrededores se acerca la gente a comprar lo más indispensable. Entre ellos, Jordi y Anna.
Esta vez era peligroso salir de casa en coche. El temporal de agua del fin de semana afectó sobremanera esa zona. Especialmente esa carretera por la que casi nunca pasa nadie, debido a la poca gente que vive por la zona. Había piedras en la calzada. El alcalde del pueblo e hijo de la pareja puso a los lugareños en alerta: antes del accidente había colgado en Twitter una foto de una piedra bloqueando la carretera.
L'Espluga: un pueblo abandonado por los desprendimientos
Pero para Jordi y Anna sí era estrictamente necesario tomar esa carretera si querían volver a casa. Circulaban por un tramo a la altura de un pueblo ya abandonado llamado L'Espluga. Cuentan en la zona que en ese pueblo ya no vive nadie precisamente porque había desprendimientos de tierra. "Se cayó hasta la iglesia" cuenta un vecino de la zona, "y por eso se fue todo el mundo de allí".
La casualidad hizo que cuando pasaban Jordi y Anna, justo antes de abandonar esa carretera, se produjese la desgracia: un tremendo alud descargó 50.000 toneladas de piedras sobre un tramo de 100 metros de carretera, sepultando a los dos septuagenarios.
Los bomberos llegaron pronto e intentaron sacar al coche y sus ocupantes del interior de esa montaña de piedras, pero no resultó sencillo: la orografía de la zona y las malas condiciones meteorológicas obligaron a que tuviesen que realizar la operación de forma manual y sin éxito.
Por la noche, y a causa de la borrasca, tuvieron que suspender las tareas de rescate. Se retomaron el martes a mediodía. En torno a las cinco de la tarde, los bomberos rescataban los cuerpos sin vida de Jordi y Anna.
Una gran familia
"Aquí nos conocemos todos, somos como una gran familia", explicaban por la mañana en el Ayuntamiento de Sant Esteve de la Sarga. Ya estaban de luto antes incluso de que rescatasen los cadáveres de los padres del alcalde, porque se temían lo peor: "Aún no nos han confirmado que sean ellos, pero se sabe que debajo de las piedras hay un coche blanco como el de Jordi y Anna en el que viajaban dos personas. También que desde que se produjo ese accidente, ni Jordi ni Anna atienden al teléfono. Ni al móvil, ni al de su casa. Es terrible, pero hay que ir haciéndose la idea".
Los malos presagios fueron confirmados el martes por la tarde. Los bomberos recuperaban los cadáveres de Jordi y Anna, que no llegaron nunca del mercado de Tremp y fueron a morir cerca del pueblo abandonado del que se fue todo el mundo por culpa de los desprendimientos. En la misma zona por la que su hijo le pidió a todo el mundo que no circulasen.