La vida borrada de Marta: su exnovio le quitó la memoria con una brutal paliza
Él nunca aceptó la ruptura y la intentó matar. Le fracturó el cráneo de un sillazo y la estranguló con un cable. Ella pasó más de un año hospitalizada. Ha perdido todos los recuerdos de su vida anterior al suceso.
30 abril, 2018 01:42Antes de leer esta historia, le proponemos un breve ejercicio de memoria: intente recordar los mejores momentos de su vida. Su infancia, un abrazo de sus padres, su verano más feliz, sus primeros reyes magos, un regalo de sus abuelos, su primer beso…
De eso va esta historia. De memoria. De recuerdos. Los que le quitó Luis M. a su exnovia Marta Montero de una paliza. La intentó matar. Le fracturó el cráneo de un sillazo en la cabeza y luego la estranguló con un cable. Sólo dejó de pegarle cuando la creyó muerta. En realidad la abandonó a su suerte mientras ella agonizaba. Las asistencias llegaron a tiempo para salvar la vida de Marta, pero el daño cerebral era irreversible.
Esta joven valenciana, que tenía 31 años en el momento de la agresión, pasó dos meses en coma y 384 días de hospitalización. Tardó más de un año en salir de ese estado. Ahora ya habla y camina con dificultad, fruto de un arduo y durísimo trabajo de rehabilitación que no ha acabado. Pero el daño cerebral fue tan grave que le borró todos los recuerdos de su vida. Marta ya no se acuerda de nada de lo que pasó antes del coma. Marta no conserva esos mejores momentos que usted ha podido memorizar al principio, porque un maltratador se los eliminó para siempre de una paliza.
Acaba de quedar visto para sentencia el juicio contra Luis M., un camionero valenciano acusado de asesinato en grado de tentativa. Intentó matar a su exnovia porque no aceptaba que ella le dejase. La relación sólo había durado 5 meses, pero él jamás aceptó esa ruptura. La acosó hasta extremos inimaginables. Y finalmente decidió destrozarla. Marta es uno de esos casos muy graves de violencia machista que no aparece en las estadísticas, porque no la mató. Pero le destrozó la vida a ella y a su familia.
Reprogramar su cerebro cada día
Ya han pasado casi tres años desde la paliza. Una ambulancia conduce cada día a Marta Montero Montolio desde su casa en Manises hasta el Hospital Valencia al Mar. Un centro sanitario al lado de la playa de la Malva-Rosa con un potente servicio de neurorehabilitación. Ahí, cada mañana, un equipo médico intenta cada día reprogramar el cerebro de la joven. La enseñan a hablar, a moverse, a leer, a usar los cubiertos. Lo más esencial. Hay días en los que se le olvida lo aprendido el día anterior. Y entonces... vuelta a empezar.
“Marta era alegre, vitalista, solidaria, generosa, inteligente, guapísima, llena de vida”. Así la definen en su entorno. Una persona volcada en los demás. Era enfermera y cuidaba de ancianos en una residencia valenciana. Allí la adoraban. También en su familia y en su círculo de amistades. Muy trabajadora, deportista y aficionada a viajar.
La mala suerte hizo que se cruzase con la persona menos indicada. Empezó a salir con Luis, un transportista de un pueblo valenciano llamado Quart de Poblet. La definición que hacen de Luis en su pueblo es mucho más breve que la de Marta: “Un chulo barato. Un fantasma”.
Él ya fue condenado por malos tratos
Luis tenía un turbio historial. Había sido condenado a dos años y nueve meses de prisión por maltratar a su anterior pareja. Él juraba que la pena era injusta. Que aquello había sido una encerrona. Que él era incapaz de hacer algo parecido. De todos modos, algo negativo tuvieron que ver en Luis en casa de Marta, donde nunca convenció aquella relación. Él intentó ganarse a la familia. Se ofrecía incluso para hacerles favores de forma desinteresada. Pero había algo en sus formas que intranquilizaba al entorno de Marta.
Ella, por su propio carácter, era incapaz de preocupar a su familia. Por eso no les explicaba problemas tales como que el tipo era celoso, paranoico, posesivo y controlador. Un acosador. Problemas que empezaron bien pronto. De hecho, la relación no duró ni medio año. Tiempo suficiente para que él considerase que Marta era de su propiedad y que tenía derecho a joderle la vida.
Empieza el acoso extremo
Ella cortó la relación en julio, cinco meses después de empezar. Pero él no se conformó. Seguía yendo al trabajo a buscarla. Le decía que lo hacía por ella, para protegerla. Para que no se marchase sola a casa. Ella, por evitar que Luis se pusiese violento, tragaba. Él le sometía a una vigilancia extrema que empezó a preocupar incluso a sus compañeros de trabajo. La llamaba constantemente. Incluso una vez telefoneó al trabajo haciéndose pasar por Guardia Civil para obtener información de un compañero que él sospechaba que podría estar intimando con Marta. Porque para él, celoso compulsivo, Marta mantenía relaciones con todos los hombres. Y él no podía consentirlo.
El acoso fue en aumento durante los meses de verano y culminó el 1 de septiembre. Marta, amante de los viajes, había reservado un viaje a Zurich (Suiza) para el día siguiente. Él se enteró y decidió que ya estaba bien. Qué era eso de que él estuviese sufriendo en Valencia y ella viajando. Le iba a matar. Por eso se dirigió a Manises, la abordó en la calle, la metió en el domicilio de Marta a la fuerza, la subió al primer piso y allí le pegó una paliza.
Le pegó un sillazo en la cabeza que le fracturó el cráneo. Luego la estranguló con un cable hasta que creyó que Marta ya estaba muerta. Durante la paliza, Luis se hizo una pequeña herida, por lo que sangró un poco. Por eso tuvo la frialdad de cambiarle la ropa a lo que él consideraba era el cadáver de Marta. Para que no hubiese manchas de sangre suyas y no dejar pistas. Luego se marchó de allí. Se fue a comer tranquilo y a comprar ropa. Después telefoneó a su hermana, a su abogado y a un amigo policía, para asesorarse sobre qué tenía que hacer. Más tarde fue a curarse la heridita al centro de salud.
A todo esto, Marta estaba agonizando. Unos vecinos escucharon gritos y avisaron a la policía. Se la encontraron medio muerta. La llevaron al hospital, donde pasó dos meses en coma. Durante todo ese tiempo se debatió entre la vida y la muerte.
Dos meses en coma, 384 días ingresada
Salió del coma en dos meses pero permaneció 384 días ingresada hospitalizada. Desde entonces, no ha vuelto a ser la misma persona. Y es que salvó la vida, pero el precio a pagar ha sido una amnesia terrible. Sus recuerdos están borrados por completo. No recuerda nada de su vida anterior. Nada. El arduo trabajo diario que hacen con ella en el servicio de neurorehabilitación del hospital Valencia al Mar ha servido para que vuelva a aprender a llevar a cabo tareas tan esenciales como hablar, moverse o coger los cubiertos.
Pero hay cosas que jamás volverá a recuperar. Le ha sido otorgada una invalidez absoluta permanente. Nunca mas volverá a ejercer de enfermera ni a cuidar a nadie. Ahora es una persona dependiente y es su familia la que tiene que cuidar de ella para siempre. No volverá a montar a caballo o a viajar sola por el mundo. Como Luis no la mató, el caso de Marta no sale en las estadísticas. Pero tanto ella como su familia viven a diario una tortura indescriptible. Su madre se lo explicaba al periodista valenciano Alberto Rallo en Las Provincias: "¿Algo peor que la muerte? Ver a tu hija sufrir en estado vegetal en el hospital"
En un intento de ayudarla a recordar, su familia le colocó un montón de fotos de su vida anterior al coma por toda la habitación del hospital en el que estaba ingresada. Ahora las tiene en la habitación de su casa. Pero ella sigue sin acordarse de nada.
Acaba el juicio
Ahora acaba de concluir el juicio contra Luis. El fiscal le pide 13 años por asesinato en grado de tentativa y 2 más por acoso. Luis pretende librarse de la condena por acoso. La defensa que esgrime es que Marta también le llamaba a él. La fiscal desmontó muy bien este argumento explicando que, en una situación de acoso, la víctima a menudo también recurre al agresor. Esencialmente para evitar que se ponga nervioso o violento. Lo hace porque está amenazada. Para tranquilizarlo. Lo hace por miedo. Es también parte del acoso.
Respecto a la acusación de asesinato, Luis ha hecho todo lo posible para que se convierta en homicidio, delito por el que le caerían menos años. Ha pedido perdón y ha asegurado que es una especie de animal que no controla sus impulsos y que no sabe lo que hace. Es incongruente esta versión con la que ha relatado para explicar su condena en 2004 por malos tratos a su anterior pareja. Un delito por el que ya fue condenado a 2 años y 9 meses de cárcel. Asegura Luis que aquello fue una encerrona de su ex. Da a entender que es inocente de lo que pasó entonces. Que en aquel caso no era una especie de animal que no sentía. Pero ahora sí.
Irónicamente... él alega amnesia
Respecto a la paliza de muerte que le propinó a Marta, ha reconocido que algo le hizo, pero dice no recordar los hechos. Ironicamente asegura que no se acuerda de nada. Es casi hiriente que, para salvarse, alegue una especie de amnesia que nadie se cree. El agresor dice que no se acuerda de nada, pero en realidad la persona que tiene los recuerdos borrados para siempre no es él. Es Marta, su víctima.