Lo único ficticio de esta historia es el nombre del protagonista, al que llamaremos Alberto por no desvelar su nombre real. “El resto de datos los puedes dar sin problema. Soy de Jaén, agente Policía Nacional. Nací en 1983 y llegué a Cataluña en 2012”, se presenta. Él es uno de los agentes afortunados al que se le ha concedido el traslado a otro destino fuera de Cataluña en el concurso de méritos que se publicó el 8 de mayo.
Alberto ha trabajado todos estos años en la Jefatura de Policía de Barcelona. Cuando salió de la academia, pidió como destino Cataluña porque “era un lugar en el que se vivía bien". "Nosotros hemos vivido bien hasta ahora, vaya”, reconoce. Tanto que incluso pensó en echar raíces aquí. “En lugar de alquilar, compramos piso. Nos metimos en una hipoteca pensando en quedarnos. De hecho, mis hijos nacieron en Barcelona. Son catalanes. Un niño de 4 años y una niña de 2”.
Precisamente sus hijos han sido uno de los factores principales por los que ha pedido marcharse de aquí. “En los últimos años ya habíamos tenido problemas. Vecinos que dejan de saludarte, conocidos que te niegan la palabra… Si me afecta a mí solo me da igual. El problema es cuando esto toca a mis niños”.
Rayo McQueen, el detonante
Y ese momento llegó. Fue después del referéndun ilegal del 1 de octubre. Alberto explica: “A mi hijo de 4 años le encanta Cars, la película de dibujos animados que va sobre coches. La habremos visto juntos miles de veces y nunca había pasado nada. En esa película hay una escena en la que Rayo McQueen (el coche protagonista) se desvía un poco de la autovía y entra en un pueblo un poco pasado de velocidad. Entonces el sheriff sale detrás de él a perseguirlo. Ya te digo que la habremos visto mil veces. Pues ese día, poco después del referéndum, mi hijo me dijo que quitase la película. Me extrañó mucho y le pregunté por qué. El niño, medio asustado, me contestó que el sheriff iba a hacerle daño a Rayo McQueen, porque los policías son malos. Le tranquilicé y le pregunté quién le había dicho eso. Me dijo que en el cole. Que les habían dicho que la policía pega a los buenos que están sentados sin hacer nada. Ese fue el momento en el que me di cuenta de que esto iba a ser definitivo. Que me largaba de aquí”.
Alberto prefirió no ir a hablar con los profesores “para que no acabaran señalando o marginando" a su hijo. "De hecho yo nunca he dicho que soy Policía Nacional. El niño empezó la escuela cuando ya había odio contra nosotros, así que siempre he dicho que soy guardia jurado y que por eso tengo unos horarios raros que hacen que a veces pueda ir a buscarlo al cole y otras veces vaya mi mujer”.
Música protesta en el parvulario
No obstante, y aunque decidió no hablar con los profesores “porque ya sabíamos que nos queríamos largar de aquí cuanto antes y no quería que lo poco que le quedase a mi hijo en Cataluña fuese un tormento para él”, sí que fue más veces a buscarlo al colegio. Allí se encontró alguna sorpresa desagradable: “En la escuela hay una especie de hilo musical. Desde el día del referéndum ponen canciones protesta, de independencia… Mira, en unos días se van de colonias. He estado mirando el sitio por internet y tienen esteladas puestas. Son niños. Someten a los niños a eso, quieran o no quieran. Y si se enteran de que uno es hijo de un policía nacional va a tener muchos problemas”.
Que su hijo tendrá problemas si los profesores se enteran de que su padre es Policía Nacional no es algo que se imagine; es que lo sabe: “Un compañero mío tiene una niña de 2 años y ha tenido problemas en la guardería. Ya no en el colegio, sino en la guardería. Son críos que no saben ni hablar, qué culpa tendrán. Pues el compañero me decía que cuando se enteraron de la profesión de su padre, la trataban distinto”, lamenta.
"Si la policía es mala, ¿a quién acudo yo?"
Alberto asegura que no es el primer problema que ha encontrado en la relación de los niños con el independentismo catalán: “Eso ya no en mi casa, sino fuera. Fue un caso que nos dejó bastante tocados, a mí y a los compañeros que estábamos en ese momento. No hace mucho que vino una señora mayor con su nieta a la Jefatura de Tráfico de Barcelona. La niña tendría 6 o 7 años. La abuela nos pedía que tranquilizásemos a su nieta porque le tenía miedo a la policía. Le habían explicado en el colegio que la policía pegaba a los inocentes. Y desde entonces esa niña tenía una especie de lío en la cabeza y preguntaba a su abuela si la policía era mala, a quién iba a acudir ella si le pasaba algo. Le estuvimos explicando a la cría, le hicimos bromas, salió de allí riéndose. Pero luego te pones a pensar y es una cosa muy grave”.
A Alberto le han concedido el traslado esta misma semana. “Yo soy de Jaén, pero no pedí volver a casa. Pedí irme de aquí. Donde fuese. Me ha tocado Puertollano (Ciudad Real). Y el día que me lo dijeron y se lo comuniqué a mi mujer, ella lloraba de alegría. Dime tú quién va a llorar por cambiar una gran ciudad como Barcelona por un sitio como Puertollano. Pero es que ya necesitábamos salir de ahí”.
Explica Alberto que ya no era solamente una cuestión de educación de los niños, “que también". Pero ya era un tema social. "De vecinos que nos han dejado de hablar. Antes saludabas y te contestaban. Ahora les dices 'buenos días' y miran para otro lado. Te quedas con una sonrisa de tonto. Hasta que no te encuentras en una situación así no puedes darte cuenta de lo absurdo que es todo esto”.
De la fiesta a la pesadilla
Al final se van “porque esto cada vez va a peor". "Si le vieras alguna posibilidad de mejora, todavía. Pero al revés. Esto se ha radicalizado de tal forma que es inaguantable. Se han inventado una realidad en la que los malos somos nosotros. En este contexto nunca voy a poder sentirme integrado. Ni yo ni mi familia. Cuando llegamos era distinto. En los dos últimos años ya hemos visto que es imposible. La celebración de la Diada ya no es un acto festivo para todo el mundo. Es un día político con un solo pensamiento. Es un día que se ha radicalizado; sólo hay consignas políticas y todas en la misma dirección, sólo hay lugar para el independentismo. Si, además, eres Policía Nacional, eres el enemigo. ¿Cómo vas a querer formar parte de eso? ¿Cómo vas a querer salir a la calle? ¡Si esa es la gente que le está diciendo a tu hijo que su padre es malo y que le pega a la gente!. A tus dos hijos… que también son catalanes”, zanja Alberto.