Leticia Rosino Andrés, la joven asesinada en Castrogonzalo (Zamora) cuando salía a pasear, no fue víctima de una agresión sexual, según se desprende de los resultados del informe preliminar de la autopsia, que ha adelantado La Opinión de Zamora. A expensas del resultado de las pruebas de toxicología que resultarán definitivas, el forense no ha detectado indicios externos de intento de violación.
Esa era la versión mantenida por el asesino confeso, Diego, un chico de 16 años que mató a su vecina Leticia, de 32 años, a la que golpeó con piedras en la cabeza. El menor negó la agresión sexual y dijo haber actuado por un arrebato de violencia, por una descarga de ira.
De él afirman en su pueblo que era un “chico conflictivo”. Que siempre había sido un “trasto”. Que buscaba “broncas”, que “rompía mobiliario” municipal. Y que, por mucho que lo negara, él tenía la respuesta a la misteriosa desaparición de Leticia, porque Diego pastoreaba las ovejas de su padre en los alrededores de donde se le perdió la pista. Misma hora, mismo lugar. Primero dijo no saber nada, participó en las labores de búsqueda e incluso le negó al novio de la víctima haberla visto, según cuentan testigos presenciales a EL ESPAÑOL. Incriminó a su propio padre. Al final, después de que la Guardia Civil le desmontara su coartada y encontrara ropa suya manchada con sangre de la víctima, acabó confesando.
El joven estaba tendido en la cuneta, alejado y despreocupado del rebaño de ovejas de su padre, el Pastor. Leticia pasó caminando por la acera junto a la cuneta, la asaltó por detrás, la apresó con el antebrazo por el cuello y le tapó la boca con la mano.
Diego confesó, tal y como consta en el sumario que recoge el periódico zamorano, que se incorporó, le agarró del cuello, le tapó la boca y la obligó a cruzar la carretera. El chaval, pese a la complexión de Leticia, fue capaz de forzarla a recorrer forcejando casi 50 metros junto al perímetro de la pista de tenis. Al final, Leticia perdió las zapatillas intentando zafarse de Diego a patadas. Detrás de la pista deportiva, el muchacho la golpeó con una piedra en la cabeza. Luego la siguió desplazando y golpeando hasta que acabó con su vida. Finalmente le arrancó una prenda de vestir, envolvió con ella la última piedra que había utilizado y la lanzó lejos, arrojó el cuerpo por el barranco, entre la vegetación, y se lavó las manos en un abrevadero de ganado cercano.