15 años sin Sandra Palo: "El asesinato de mi hija tras el caso 'La Manada' incendiaría las calles"
- Este jueves se cumplen 15 años del secuestro, violación y asesinato de la joven getafense Sandra Palo.
- Tres de sus asesinos ya están en la calle a pesar de seguir reincidiendo con otros delitos.
- La madre de Sandra, María del Mar, afirma en una entrevista con EL ESPAÑOL que si la joven hubiera sido asesinada hoy, "todo sería radicalmente distinto".
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Han pasado 15 años, pero para María del Mar Bermúdez la vida sigue estancada en un instante. Ella, la madre de Sandra Palo, la joven getafense secuestrada, violada y asesinada por cuatro chicos de entre 14 y 18 años el 17 de mayo de 2003, se levanta día a día en una realidad que siente arrebatada, como una invitada en una normalidad que nunca debió ser la suya. Una escena en la que tres de los asesinos de su hija, con El Rafita al frente, no sólo han abandonado la cárcel sino que no la vuelven a pisar. A pesar de cometer delitos casi constantemente.
Han pasado 15 años, pero esta madre lo tiene claro. Si Sandra hubiese sido asesinada ahora, todo sería radicalmente distinto. “Piensa que si con la sentencia de la Manada las feminista han salido a la calle, han protestado, se han hecho oír, con mi hija las calles se habrían incendiado, hubiese sido un caos para bien. Ellas habrían salido a pelearlo y nosotros no nos hubiésemos sentido tan solos”, afirma, con la voz firme, en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Han pasado 15 años de la madrugada del 17 de mayo de 2003. Sandra Palo Bermúdez era una veinteañera feliz, rubia, que volvía a casa después de tomar algo en Madrid capital junto a unos compañeros del taller ocupacional al que acudía, puesto que tenía una leve discapacidad. Ella, precavida, sonriente, decidió volverse temprano a su casa en Getafe: al día siguiente era la comunión de su hermano. Se fue junto a un amigo a la parada del autobús a esperar.
Sandra esperaba el bus cuando fue violada y asesinada
Cuatro adolescentes en un Citroën ZX se paran justo frente a la pareja. Los jóvenes, expertos aluniceros -como recogen las crónicas del momento-, iban con idea de robar en algún concesionario o en alguna joyería. Los obligan a subir al coche. Recorren unos metros, pero pronto bajan al amigo de Sandra. Ella intenta huir con él, pero la retienen.
A partir de ese momento, Sandra es brutalmente violada en grupo. Mientras uno la penetra, los demás la retienen por muñecas y piernas. La dejan abandonada en un descampado mientras ella se incorpora e intenta vestirse. Pero ellos deciden matarla: ya tienen antecedentes policiales y ella podría reconocerlos si denunciara el crimen. La atropellan hasta en ocho ocasiones, marcha adelante, marcha atrás. Después la abandonan, agonizante, para ir a comprar gasolina. Quieren quemarla para deshacerse de ella. Finalmente, le prenden fuego cuando Sandra continúa con vida. Ella fallece y ellos abandonan el lugar como si nada.
Hoy, quince años después, sólo uno de sus asesinos continúa preso. Es Francisco Javier Astorga Luque, El Malaguita, que en el momento del brutal crimen tenía 18 años. Los demás cumplen unos años en centros de menores y, en la actualidad, ya son libres, a pesar de que continúan delinquiendo. El último en ser detenido fue Rafael García Fernández, El Rafita, que sólo tenía 14 años cuando violó y asesinó a Sandra Palo, en febrero de este año.
Una Ley del Menor "obsoleta"
“El Rafita, por decirte uno, dilinquió durante los 3 años de libertad vigilada incluso. Era algo anunciado que cuando salieran los tres volverían a delinquir”, admite María del Mar Bermúdez. La lucha de esta madre consistió, desde el primer momento, en reclamar un endurecimiento de la Ley del Menor. Y cada día siente que esa guerra que ahora abandera y que se ha convertido en el leitmotiv de su familia apenas ha conseguido nada. Que ha podido ser en vano. “Apenas han reformado la legislación desde 2003: sólo que se pueda ejercer como acusación particular y que los menores puedan estar hasta los 21 años en vez de 25”, explica Bermúdez.
En el caso de los asesinos de Sandra Palo, los tres menores fueron juzgados con una legislación nueva, aprobada por el Gobierno de José María Aznar. Era la Ley del Menor, que entró en vigor el 1 de enero de 2001. Y todos ellos volvieron a cometer delitos al salir, en su mayoría relacionados con robo de vehículos, usurpación de vivienda, daños y delitos contra la seguridad vial. El Rafita vive ahora en en la Cañada Real Galiana tras ser desahuciado de un piso de protección oficial. “Entre los tres suman más de 40 detenciones”.
La familia de Sandra lo tiene claro al echar la vista atrás. “Han pasado 15 años y seguimos con una angustia tremenda porque no hemos visto ninguna evolución”, resopla Bermúdez. “Hemos llamado a muchas puertas, siempre dándonos contra un muro. Podría haber sido mucho más llevadero, pero nos lo han hecho más duro”.
"Vivimos con incertidumbre, con miedo"
María del Mar Bermúdez y su marido Francisco Palo están estos días bastante ocupados. Han organizado una concentración el sábado 19 de mayo en la Puerta del Sol de Madrid. Es su única manera de sacudirse la distancia con aquel 17 de mayo de 2003. “Yo sigo sin creer en la Justicia. Seguiré diciendo lo mismo hasta que me demuestren lo contrario. Pero ves la cantidad de asesinatos, de violaciones, de desapariciones que hay todos los días… Eso demuestra que algo no va bien. Es la Justicia que no está bien hecha. No vale solamente tocar el Código Penal, sino reformarlo. Está atrasado, es absoleto”, esgrime, rápida, dura, esta madre.
“No es bueno para nadie. A día de hoy, lo que se vive es incertidumbre, es miedo. Miedo de no poder salir a la calle, de que tus hijos y tus hijas no regresen”, suspira. No lo comenta, aunque no lo necesita, porque el silencio que María del Mar Bermúdez emplea entre frase y frase envuelve la conversación con esas sentencias irrebatibles de quien sabe, mejor que nadie, de lo que habla.
Por eso, ahora, en el año del movimiento feminista, de la huelga del 8 de marzo, en el que las mujeres poco a poco ocupan el espacio público que les pertenece, la madre de Sandra Palo no puede evitar observar con una mirada cómplice, pero también con cierta envidia. “Me hubiese gustado que cuando pasó lo de Sandra se hubiese hecho todo este movimiento, pero entiendo que no había ni los medios ni las redes sociales”. “Yo he tenido el clamor social y el apoyo, pero si lo de Sandra hubiera sido hoy, se habría formado un caos en las calles. Para bien”.