Cuando se conoció el escándalo de Cristina Cifuentes y la falsificación de las actas de su máster en la Universidad Rey Juan Carlos, España se llevó las manos a la cabeza. Aunque no sabíamos que a cuatrocientos kilómetros de Madrid alguien ya se había adelantado a la expresidenta. Este precursor del fraude académico obtuvo varios sobresalientes sin acudir a clases ni realizar exámenes.
Manuel Travieso, de 49 años, es un hombre discreto. A diferencia de Cifuentes, no figura en la prensa, ni es muy activo en internet. Nada sobre él llama la atención: aficionado al cine y granadino de toda la vida, según atestiguan sus redes sociales.
En 2009 y a sus cuarenta años vivía en Granada junto a su mujer, Evelia Hernández Montañón, una diseñadora gráfica mexicana que se había matriculado en la universidad de esta ciudad andaluza para estudiar Historia del Arte. Travieso ya se había licenciado en Historia por la misma institución en 2005, y en ese momento trabajaba como auxiliar administrativo en la Facultad de Filosofía y Letras.
Aprovechando su puesto en la Universidad, Manuel Travieso alteró hasta trece calificaciones -algunas de su expediente y otras del de su mujer- en las actas de la institución, entre el 15 de septiembre de 2009 y el 21 de mayo de 2010.
Así cambió sus notas y las de su esposa
Según la sentencia a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, seis se realizaron en las correspondientes al curso 2008/2009 de la licenciatura de su esposa, la cual pasó de aparecer como “no presentada” a tener sobresalientes. Es el caso de asignaturas como “Arte antiguo en España”, “Historia del Arte musulmán” o “Flamenco y músicas del Mediterráneo”, en la que se llegó a utilizar la firma de un profesor que no era el encargado de impartir la materia.
Travieso no sólo falsificó las notas de su mujer. Durante ese tiempo también accedió a su expediente, ya cerrado, para modificar un total de siete calificaciones, como por ejemplo “Historia Medieval de España”, en la que pasó de un notable a un sobresaliente, o “Arqueología”, en la que convirtió su aprobado en sobresaliente.
Ahora, la Universidad de Granada acaba de conseguir la autorización del Consejo Consultivo de Andalucía para rectificar los expedientes de Manuel Travieso y Evelia Hernández, que ya reflejan las calificaciones originales.
Estas son las notas que adulteró
Siete notas modificadas en el expediente de Manuel Travieso:
Historia Medieval de España: de notable a sobresaliente.
Historia de Egipto y del Próximo Oriente Antiguo: de aprobado a sobresaliente.
Arqueología: de aprobado a sobresaliente.
Genealogía y Heráldica: de notable a sobresaliente.
Historia de la Cultura Material: de aprobado a sobresaliente.
Historia del Oriente Mediterráneo Medieval: de notable a sobresaliente.
Escritura y Caligrafía China: de notable a sobresaliente.
Seis notas modificadas en el expediente de Evelia Hernández:
Arte Antiguo en España: de “no presentado” a sobresaliente.
Historia del Arte Musulmán: de “no presentado” a sobresaliente.
Iconología y Organología musical: de no figurar en acta a aparecer con un sobresaliente.
Arte Mudéjar: de no figurar en acta a aparecer con un sobresaliente.
Segunda Lengua y su Literatura, inglés: de “no presentado” a sobresaliente.
Flamenco y Músicas del Mediterráneo: falsifica el acta y aparece la firma del profesor García Martín en lugar de la del docente Berlanga Fernández, que fue quien impartió dicha asignatura durante el curso 2008/2009.
También falsificó una convalidación
Pero este no fue el único trámite que llevó a cabo el funcionario. También presentó una solicitud de “equivalencia parcial de estudios” para que la Universidad de Granada convalidara a su esposa unos estudios que, presuntamente, habría cursado en la Universidad Iberoamericana de México. Para ello, no se aportaron los documentos originales necesarios, sino sus fotocopias, más sencillas de falsificar. A pesar de la dudosidad de las pruebas aportadas, la petición fue aprobada por la decana de la facultad el 15 de enero de 2009.
No contento con eso, Manuel continuó realizando modificaciones en la matrícula de su mujer hasta que consiguió eximirla del pago de unas tasas que debía a la Universidad.
Dos años después de las manipulaciones, el matrimonio se sentaba en el banquillo de los acusados del Jurado de Instrucción número 3 de la Audiencia Provincial de Granada. En el bando denunciante, la Universidad de Granada.
El juicio oral estuvo marcado por enfrentamientos e inculpaciones mutuas entre los cónyuges. Manuel Travieso reconoció haber utilizado su puesto de trabajo para realizar los cambios, pero se defendió alegando que su clave era “conocida por otras personas”, que era habitual que dejara su ordenador abierto cuando se ausentaba “de forma temporal” y que “cualquier persona pudo hacer tal alteración”, incluyendo a su mujer, que “solía frecuentar” su puesto de trabajo.
Evelia Hernández contraatacó declarando que “iba a la Facultad obligada por Manuel” y que no tenía conocimiento de sus manipulaciones. Sin embargo, las versiones de los testigos echaron por tierra sus argumentos. Los profesores que impartían las asignaturas en las que se habían realizado modificaciones aseguraron que no conocían a la mujer y que “las notas no se corresponden con las actas firmadas en papel y archivadas en la Facultad”. Además, a varios testigos les llamó la atención ver a la acusada exhibiendo su excelente expediente por la universidad, cuando sus notas “no eran compatibles con su manera de expresarse y de escribir”.
El matrimonio, divorciado
El matrimonio terminó en divorcio y los excónyuges que se proclamaban inocentes fueron condenados como “autores responsables de un delito continuado de falsedad en documento oficial”. En el caso de Manuel Travieso se añadió un “agravante de prevalimiento de cargo público”, ya que el tribunal consideró que se trataba de un “abuso de oficio”.
Él fue condenado a dos años, cuatro meses y quince días de prisión, además de una multa de 1.800 euros. Ella fue sancionada con 1 año y 9 meses de prisión, junto con una multa de 1.620 euros. Fueron obligados también a correr con los gastos del proceso judicial, incluyendo los de la acusación particular, repartidos a medias entre Hernández y Travieso. Un año después, los condenados interpusieron un recurso de casación ante el Tribunal Supremo, pero éste no lo admitió a trámite.
Hoy, Manuel Travieso conserva su puesto en la Universidad de Granada, aunque ha sido apartado de la facultad en la que cometió el delito. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con él para conocer su situación actual y su versión de lo sucedido, pero ha declinado hacer cualquier declaración.
El 1 de febrero de 2013, mediante un concurso interno de méritos de la institución y a pesar de su condena, fue nombrado responsable de negociado del Instituto de Biotecnología, en la Facultad de Ciencias, puesto con el que cobraría unos 24.000 euros anuales en calidad de funcionario del grupo C1.
Manuel Travieso sigue ascendiendo en la universidad
Pero este no fue el último ascenso de Travieso tras el escándalo. Actualmente trabaja como secretario del Departamento de Pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada. Es, según fuentes de la universidad consultadas por EL ESPAÑOL, el único responsable administrativo de la sección. Un puesto sorprendente para alguien que se valió de su cargo para cambiar sus propias actas y evitar pagar a la institución en que trabaja.
Todo esto ocurre, además, en una universidad para la que los escándalos de falsificación de calificaciones no son ninguna novedad. Ya el 9 de enero de 2008 una alumna de Pedagogía aprobó con un sobresaliente la asignatura de “Orientación Escolar y Tutoría” sin tener presentarse a las clases ni al examen.
La joven se puso en contacto con la Universidad de Granada para explicar que no iba a poder cursar la asignatura ya que estaba trabajando en Cádiz, a 300 km de distancia. Fue atendida por una funcionaria jefa de sección y adjunta a la administración de la facultad de Ciencias de la Educación, que le dijo que hablando con “un profe amigo” suyo que impartía una asignatura en el primer cuatrimestre había conseguido que le aprobara sin presentarse “ni siquiera al examen”. Tanto la funcionaria como el profesor fueron condenados a siete años de inhabilitación.
Seis años ha costado devolver la legalidad a las actas de Travieso y su exesposa. Al final, tal y como le sucedió a Cristina Cifuentes con la pérdida de su máster, los falsos alumnos de sobresaliente ya aparecen en sus expedientes como los alumnos invisibles que siempre fueron.