Pintadas, insultos, lanzamiento de objetos, amenazas, manifestaciones ilegales, coches destrozados, lanzamiento de pintura, cristales rotos. Es lo que tienen que aguantar los policías nacionales en Cataluña en nuestros días. El domingo volvió a ser atacada la comisaría de Terrassa. Es la tercera vez que sufre un ataque en tres meses, lo que la convierte en el objetivo más castigado de Cataluña. Pero no ha sido la única. La de Vilanova y la Geltrú y dos edificios policiales en Girona también han sido objeto de vandalismo y pintadas amenazantes en los últimos meses. Por otra parte, a agentes del cuerpo les han destrozado sus coches esta semana, rompiendo los cristales y pintando lazos en la carrocería. Uno en La Seu d'Urgell y otro en Mataró.
“Es lo de siempre. Llegan unos cuantos enmascarados por la noche, cuando saben que hay poca gente. Empiezan a lanzar objetos y pintura contra el edificio, nos gritan “asesinos” y “fora d’aquí” y luego huyen corriendo. Es una pena que se haya normalizado que nos ataquen”. Lo explica, con cierto punto de hartazgo, uno de los agentes de la comisaría de Policía Nacional de Terrassa (Barcelona). Porque lo han hecho una vez más. Con nocturnidad y aprovechando que dentro del edificio hay poca gente, miembros de los CDR han vuelto a atentar contra la comisaría. Han tirado pintura amarilla contra la fachada, como ya hicieran anteriormente. Es la tercera vez que lían, con lo que Terrassa se ha convertido en la comisaría más atacada de Cataluña.
A pesar de que es la que lidera este nefasto ranking, la de Terrassa no es la única comisaría que ha sido atacada por los independentistas radicales. La de Vilanova i la Geltrú ha sido atacada en dos ocasiones. Lanzaron pintura roja contra la fachada. Y en Girona, que es la capital del independentismo, han atentado contra dos edificios policiales: la comisaría y la subdelegación. Allí directamente pintaron frases amenazantes con spray negro.
Con nocturnidad
El ataque contra la comisaría de Terrassa sucedió el domingo 10 de junio, en torno a las 1:00 de la madrugada. Unos encapuchados se presentaron en la comisaría de la calle Baldrich y empezaron a lanzar objetos contra la fachada; concretamente globos y bombillas llenas de pintura. Es un acto vandálico que ya se está convirtiendo casi en costumbre. Pintadas, lanzamiento de bombas, amenazas, insultos, manifestaciones no autorizadas o proyecciones de imágenes usando la pared como fachada, son algunos de los actos que han tenido que aguantar los agentes de la Policía Nacional que allí trabajan.
“Aprovechan para venir cuando saben que somos pocos”, asume un agente de esa comisaría. De hecho, en el momento de los hechos sólo había dos personas dentro. Y como la seguridad es lo primero, no pueden intervenir. La Policía Nacional ya no tiene competencias de seguridad ciudadana, por lo que los agentes tienen que limitarse a ver cómo les atacan, dar aviso a la Jefatura Superior de la Policía Nacional y llamar a otros cuerpos de policía con competencias para que vengan a abrir atestado, sea Policía Municipal o Mossos d’Esquadra.
“Esto en el fondo lo que hace es perjudicar al ciudadano, porque en esta comisaría lo que hacemos es expedir documentación. La gente que vino a la mañana siguiente para renovarse el DNI o el pasaporte tuvo que estar aguantando las tareas de limpieza. Es molesto para todo el mundo. Y un gasto innecesario. No sé qué forma de reivindicar nada es esa ni de pedir respeto”, cuentan en la comisaría de Terrassa.
Tercer ataque en seis meses
Esto pone a Terrassa en el primer puesto en el ranking de ataques a comisarías de la Policía Nacional en Cataluña. Lleva ya tres en medio año. El primer atentado contra la comisaría egarense tuvo lugar el 14 de diciembre de 2017. No fue un ataque con pintura, sino un escrache. Se convocó una concentración (ilegal, porque no habían solicitado permiso) en la puerta. Mientras los manifestantes insultaban a los agentes que había dentro, alguien proyectó imágenes amenazantes, utilizando la fachada como pantalla.
La segunda tuvo lugar el 7 de febrero. Aquella vez el ataque tuvo la misma morfología que el de ayer: en torno a las dos de la mañana, seis encapuchados llegaron a la calle Baldrich y lanzaron globos con pintura amarilla, rosa y violeta contra fachada y cristales. Aquel ataque fue posteriormente revindicado por Arran. Los mismos que atentaron contra el periódico Crónica Global.
Un ataque que no tendrá consecuencias
Y esta tercera vez todavía no tiene padre, pero las sospechas apuntan al mismo sitio. la policía trabaja con las imágenes registradas por las cámaras de vídeo, para intentar identificar a los responsables. De todos modos, aunque se supiera quienes han sido los autores, el castigo no pasaría de ser una sanción administrativa leve. Lo mismo que si se tirase pintura contra un edificio civil de viviendas. No existe la figura de atentado a la autoridad si se atenta contra el edificio, cosa que sí ocurriría si se hiciese directamente contra un agente. “Ese es el problema, que saben que no les va a pasar nada. Pronto será una costumbre y los tendremos por aquí cada noche”, aventura un agente.
¿Por qué atacan estas comisarías en concreto? Girona sí que es una plaza independentista clara, pero no lo es Terrassa, una ciudad en la que siempre ha gobernado el PSC desde que hay democracia. Fuentes policiales aseguran que "la clave radica más en que el CDR de esa ciudad sea más activo o violento". A modo de protesta, Societat Civil Catalana convocó para el lunes por la tarde una concentración en la puerta de la comisaría egarense.
Agentes identificados, coches destrozados
Y si atacadas son las comisarías, atacados son los agentes. Denuncian desde CNP que al manos un par de policías nacionales han sufrido destrozos en sus coches al haber sido identificados como miembros del cuerpo. Uno tuvo lugar en un parking púbico de Mataró y el otro en un aparcamiento de La Seu d'Urgell (Lleida). En el primer caso, el agente se encontró con el coche lleno de lazos… de color verde (?). En el segundo caso, los atacantes ya se aclararon con sus reividicaciones y acertaron con el color del spray. Pintaron lazos de color amarillo en su carrocería y, de propina, le rompieron los cristales.
“Esto no es normal. Yo llevo 20 años en el cuerpo. Soy catalán. Y jamás me había encontrado una situación igual. Luego se preguntan por qué ningún policía quiere venir a trabajar a Cataluña, y los que hay se quieren largar. Pues porque aunque aún no estamos en esos niveles, esto cada vez se parece más a cómo estaba la cosa en el País Vasco, donde si eras policía tenías que ir ocultando tu profesión y vigilando por todos lados”; concluye un agente veterano.