El pequeño Gabriel no fue envenenado por su asesina, Ana Julia Quezada. Así lo desvela una parte de los 2.000 folios del sumario del caso, cuyo secreto se levantó ayer miércoles. Los informes forenses acreditan que en el cuerpo del pequeño no se hallaron restos de fármacos. Esto eliminaría, por tanto, la tesis de que su captora le envenenó previamente a asfixiarlo hasta provocarle la muerte.
Los agentes de la investigación contemplaron la posibilidad del envenenamiento desde el día en que detuvieron a la mujer. Durante el registro del vehículo de Ana Julia encontraron un elevado número de pastillas en su interior.
Según el sumario del caso, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, esto hizo encender todas las alarmas, y les llevó a pensar que quizás hubiese drogado al pequeño para poder trasladarlo a otro lugar desde la casa de Las Hortichuelas (Níjar, Almería) hasta un emplazamiento en el que posteriormente acabar con su vida. Sin embargo, los informes forenses descartan la posibilidad de que le hubiese drogado.
El juez solicitó dos pruebas especiales para determinar si hubo o no intoxicación del menor. La bolsa de ansiolíticos requisada del coche de la detenida y autora confesa del crimen le hizo sospechar de esta posibilidad. La mujer se enfrentaba ya a los delitos de asesinato, detencióon ilegal y contra la integridad moral del pequeño Gabriel.
Dos pruebas distintas
Casi 2.000 folios han sido liberados. Todos ellos forman parte de la investigación del caso. A excepción de 17 folios (diligencias que el juez se reserva para sí para lo que queda de instrucción) el resto ha sido puesto a disposición de las partes. En ellos se explica cómo se llegó a la conclusión de que el pequeño asesinado no fue envenenado previamente por la mujer que lo raptó y le asesinó.
El juez encargó dos informes. El Instituto de Toxicología de Sevilla recibió muestras biológicas remitidas desde Almería el 19 de marzo. Los análisis iniciales resultaron negativos. Después, para cerciorarse, el juez instructor de la causa solicitó un nuevo estudio del pelo del cabello de Gabriel. El procedimiento a seguir fue el mismo que en el caso Asunta, puesto que los restos capilares de los cadáveres son los que revelan si hay o no restos de productos tóxicos tales como fármacos que puedan haber producido envenenamiento.
Por tanto, el juez encargó un segundo estudio del cabello del pequeño Gabriel Cruz al Instituto de Toxicología de Madrid. Los resultados fueron de nuevo negativos, descartaron el envenenamiento y simplificaron, a ojos de su señoría, la secuencia de hechos en Las Hortichuelas, donde desapareció el pequeño el 27 de febrero de este mismo año.
No hubo traslado del cuerpo
El sumario elimina la hipótesis de que Ana Julia hubiera trasladado el cuerpo del pequeño. La clave está en la arena. Los agentes de la Guardia Civil descubrieron el cadáver de Gabriel Cruz en el maletero del turismo de Ana Julia Quezada, en Vícar, casi dos semanas después de la muerte del pequeño. El cadáver estaba cubierto de lodo, en el maletero, cubierto por algunas mantas.
Los expertos tomaron una muestra de la arena que impregnaba el cuerpo del pequeño. Luego, la compararon con la del patio de la finca familiar de Rodalquilar, donde Ana Jullia había enterrado el cuerpo el mismo día de la desaparición de Gabriel, 27 de febrero. Coincidían.
Este hecho resulta clave en la reconstrucción de los hechos. Sitúa todo el escenario del crimen en el mismo lugar, en la misma finca. Según el auto del magistrado Rafael Soriano, Ana Julia Quezada trazó un “macabro plan criminal” para acabar con la vida del niño de ocho años, lo llevó hasta la finca “mediante engaño o promesa” y luego lo asfixió supuestamente entre las 15 y las 17 horas de aquel martes del mes de febrero.