“Estamos en un estado de indefensión absoluta. Nos amenazan, nos pegan... y así no se puede trabajar”. Lo denuncia un conductor del metro de Barcelona. Y no habla sólo por él, sino por todos los compañeros que trabajan en la red de trenes subterráneos de la ciudad. Sean motoristas (maquinistas), mecánicos, personal de mantenimiento o de seguridad. Todos ellos se sienten amenazados por las bandas de jóvenes grafiteros que se dedican a pintar los trenes.
Porque ya no se trata de que pinten; ahora, además de la pintada, es habitual que cometan otros actos vandálicos. Que destrocen el tren y que, si lo requiere la ocasión, agredan a algún operario. Denuncian los trabajadores de las estaciones que, en los últimos tiempos, los grafiteros cada vez son más agresivos. “Pedradas, insultos, golpes con palos y amenazas con pistolas eléctricas. Eso es lo que tienen que sufrir los compañeros día a día. Y no solamente ellos; al pasaje también lo amenazan”, cuenta Ángel González, del sindicato de trabajadores de metro de Barcelona Solidaritat Obrera.
“Quince grafiteros apedrean el vagón del metro tras pintarlo”, “Unos grafiteros agreden a unos vigilantes del metro”, “Los grafiteros echan gas pimienta dentro de un vagón” o “Los trabajadores del metro de Barcelona denuncian que los grafiteros les amenazan con pistolas Taser (eléctricas)” son algunos de los titulares que se han escrito en Barcelona en este último año sobre este colectivo.
Barcelona y Madrid son las dos ciudades con una red de metro más grande y las que tienen más trenes. También son las dos ciudades en las que más grafiteros que pintan los vagones. Pero es en Barcelona donde se están registrando más actos vandálicos aparte del propiamente dicho que es firmar el tren. Porque al final, el objetivo es ese: poner una firma con spray en un vagón.
La agresividad de las nuevas hornadas
¿Quién pinta esos trenes? Son bandas de jóvenes de entre 16 y 30 años, aunque algunos de los grafiteros más famosos en las redes y cuyas hazañas han trascendido más, pasan ampliamente esa edad. La mayoría de sus miembros proceden del extrarradio de la ciudad. Son jóvenes de los suburbios, de Cornellà, de L'Hospitalet o de las comarcas próximas a la capital.
Explican miembros del personal de metro de Barcelona que “el grado de violencia de estas nuevas bandas es algo nunca visto. Hasta los grafiteros más veteranos se echan las manos a la cabeza cuando se enteran de alguna de las barbaridades que han hecho los grafiteros nuevos. Porque pintadas llevan haciendo desde hace mucho tiempo. Pero esta forma de actuar es nueva. La nueva hornada es mucho más agresiva que la anterior, siempre. Los de ahora llegan a amenazar hasta con bates de béisbol”. cuenta Ángel González.
Muchas veces, lo único que quieren es parar el tren. Detenerlo. Para ello se meten dentro de las vías del tren para obligar al maquinista a que tire de freno. Ponen así en peligro incluso su propia integridad física. Otras veces ponen la de los pasajeros, porque directamente apedrean la cabina del conductor, que se ve obligado a pegar un frenazo para no tener un accidente. Ese es el momento que aprovechan para pintar, grabar y hacer fotos que luego colgarán.
El paraíso de los trenes parados
¿Hay zonas donde proliferen más estos delitos? Pues, como un tren no se puede pintar en marcha, los grafiteros abundan allí donde las máquinas están paradas. Es decir, en los finales de recorrido y, especialmente, en los talleres donde se reparan y en las cocheras donde quedan aparcados. En Barcelona, el paraíso de los trenes parados se llama Can Boixeres. Allí confluyen máquinas averiadas esperando a ser arregladas, unidades en reparación y otras esperando a salir. Es allí donde los grafiteros se cuelan y dejan señalados los trenes.
"Las directrices son que no tenemos que hacer nada. Lo primero es la seguridad, y nadie puede ir a encararse con ellos"; explica personal del metro. De este modo, los grafiteros se sienten libres de ir a un tren a hacer pintadas. "Además nunca vienen solos. Son grupos de 10, 15, 20... hasta 30 personas. Se van a encontrar contra un cuerpo de seguridad de un par de personas. Saben que siempre van a estar en mayoría. Ante eso, poco puedes hacer".
Multa y poco más
Los únicos que están capacitados para actuar contra estos vándalos son los miembros de la seguridad de la estación. Pero... ¿qué pasa si los atrapan? "No les va a pasar nada. No se les aplican las leyes ferroviarias. Como mucho se exponen a una multa, que ni siquiera van a pagar si se declaran insolventes. Esa es otra de las razones por las que vuelven una y otra vez. Porque no les va a pasar nada. En cambio, hay otras situaciones en las que sí que se aplica la ley ferroviaria. Por ejemplo: no hace tanto que hubo gente deteniendo los trenes del AVE para protestar por el encarcelamiento de políticos catalanes. Tú puedes estar más, menos o nada de acuerdo con eso, pero por aquella cuestión hay gente que ahora se expone a penas de cárcel. A años de cárcel. Los grafiteros no", sentencian desde el sindicato.
Los Mossos tampoco van a hacer nada por parar este fenómeno. "Se tendrían que meter a intervenir en los túneles. ¿Crees que lo van a hacer? Es evidente que no. No van a ponerse a perseguir a gente en los subterráneos. Y la Policía Municipal... pues mira, si van a aplicar el mismo método que utilizan para perseguir manteros, pues mejor que no hagan nada", apuntan operarios.
Faltan recursos humanos
Este problema tiene varios orígenes, y el principal está en la falta de recursos humanos en las estaciones: "Estas cosas pasan porque el personal de seguridad se tiene que dedicar a tareas que no son las suyas, como abrir estaciones o poner unas escaleras para reparar tal o tal cosa. Pasa porque no hay operarios suficientes para hacerlo. El de seguridad tendría que dedicarse exclusivamente a la seguridad. Pero el problema es ese, que faltan efectivos, falta personal en las estaciones... Que falta gente".
"Hay estaciones de metro en las que no hay nadie. Eso es una invitación a los grafiteros a que bajen a pintar", cuenta Ángel González, que recuerda que "si se están destinando 12 millones de euros anuales en seguridad para evitar estas cosas pero luego pones a esa gente a realizar otras tareas porque no inviertes en personal de estaciones, al final te van a pintar". Te van a pintar significa que van a tener que limpiar los trenes. Y eso cuesta dinero. Según las estimaciones de TMB (Transports Metropolitans de Barcelona), solamente el año pasado se vandalizaron más de 1.300 vagones, lo que supuso un coste de 10 millones de euros en limpieza.
¿Quién hay detrás?
Es una de las grandes preguntas de este asunto. Porque es un hecho que los jóvenes se agrupan en bandas, adquieren una identidad propia y suben a las redes sociales sus 'hazañas'. Más pintadas les vale más respeto. Pero... ¿ese respeto y ese reconocimiento por parte de otros grafiteros es suficiente como para jugarse la vida o exponerse de esa forma? Algunos en el metro creen que no. "Es posible que detrás haya alguien interesado en que se pinten trenes. Pueden ser fabricantes de sprays, de pintura, que luego usan esto como publicidad. O también puede haber alguna empresa de limpieza detrás. Eso no lo sabemos, pero tampoco nos vamos a enterar", concluyen en el sindicato, desde donde insisten en que el perfil de los chicos ha cambiado: "Antes te encontrabas con artistas alternativos que pintaban trenes. Ahora te encuentras con neonazis que no tienen ningún tipo de respeto hacia los trabajadores".