En la imagen se ve al hombre abrir una puerta del ascensor 54, pero no se tira. Luego se le ve subir, cambiarse de planta subiendo por las escaleras y abrir el hueco de nuevo con la llave maestra que lleva consigo. Después se arroja al vacío.
Esa es la sucesión de los hechos que se pueden ver en la grabación que hicieron las cámaras del Hospital de la Paz el día en que ocurrieron los hechos, el 2 de julio, que no se supieron hasta el pasado martes por la mañana. Así quedaría reforzada la hipótesis del suicidio, la que se antojaba como principal, según ha podido saber EL ESPAÑOL a través de fuentes policiales.
La noche anterior al hallazgo, el hedor comenzaba ya a propagarse por los pisos superiores al foso en el que se encontraba el cadáver, vestido con ropa de calle, pantalón corto y camiseta de cuadros, 50-60 años, con la llave maestra y un papel manuscrito que primero se interpretó como una nota de suicidio pero luego se supo que no fue así.
Ese día anterior, lunes, varios funcionarios del hospital avisaron de que había un ruido extraño en el hospital. Decidieron parar el ascensor y fue a la mañana siguiente, al abrirlo, cuando se encontraron el cadáver y saltaron las alarmas.
El ascensor no había sido forzado, así que aquello no pudo ser abierto a la fuerza. Tuvo que abrirse con una llave maestra, que era la que llevaba consigo el presunto suicida. Su identidad no ha trascendido hasta el momento. Las fuentes consultadas reiteran la idea principal: "Se ha tirado él". El hombre llevaba muerto ocho días.
Una subcontrata
Todavía se maneja, no obstante, la hipótesis del accidente. Quienes hallaron el cadáver se lo encontraron boca arriba, en posición de cúbito supino. Tenía muchas heridas, contusiones y fracturas abiertas. Todos los indicios hacían compatible que se tratase de una importante caída.
Según ha podido saber este periódico a través de fuentes del hospital, pudiera tratarse de un salto al vacío producto de un accidente laboral. Aún se encuentra abierta esta hipótesis. Lo cierto es que la llave que llevaba consigo servía para muchas cosas: en primer lugar, con ella pudo abrir los ascensores, pero también el montacargas y las zonas de acceso restringido dentro del centro sanitario.
Entre las pertenencias con las que apareció el cuerpo, los agentes localizaron una orden de trabajo, por lo que se investiga si pertenecía a alguna empresa subcontratada de mantenimiento. De todas maneras, los trabajadores de mantenimiento dicen que no han echado a nadie en falta en los últimos días.
Otra de las hipótesis que se manejan tiene que ver con el propio papel hallado junto al cuerpo. Unos abogan por la posibilidad de que el papel fuera suyo. Otros, argumentan que la casualidad quiso que en los días posteriores ese papel pudiera deslizarse por una rendija y sobrevolar el hueco hasta caer cerca del cadáver en el foso de los ascensores.
Para poder llevar a cabo sus oscuros propósitos, el hombre, el presunto suicida, debía conocer bien el hospital. Solo así podía saber que el área en la que sucedieron los hechos cuenta con 14 plantas con sus correspondientes paradas de ascensor. O sea, una zona idónea para arrojarse al vacío desde una distancia considerable. Sabía, por tanto, cuál era el lugar adecuado.
El hombre, tristemente muerto, tenía que saber también que por el día la zona elegida se trata de una lugar con gran afluencia de público. De día pudieron verle con facilidad, bastante más fácil que si los hubiere perpetrado. Además, no correría el peligro de que alguien escuchase el golpe del cadáver contra el suelo del foso del ascensor. Por eso cabe la importante posibilidad de que los hechos hubieran sucedido una noche de la semana anterior.
El misterio de la llave
Durante las primeras horas desde que se conoció el caso, el cadáver en el ascensor de La Paz adquirió una pátina de enorme misterio. El hecho en sí quedó acentuado al saber que llevaba consigo una llave maestra, hallada en la escena del crimen. Por eso al principio se valoraba la posibilidad de que fuese un técnico operario de la empresa de los ascensores del recinto.
Por otro lado, también se sopesaba la idea de que la persona en cuestión hubiese robado la llave en algún despiste de los funcionarios del centro. Lo que estaba claro es que no era un paciente, así que se estrechaba el círculo.
La posibilidad de que el presunto suicida fuese operario del centro se fue difuminando con el descubrimiento de que no resulta tan complicado agenciarse unas llaves como las que le permitieron abrir el hueco del ascensor. La llave con la que consiguió abrir el ascensor tenía forma de triángulo. Era una de esas llaves generales, como las de los contadores, que cualquiera puede obtener yendo a una ferretería.