María Aránzazu Gutiérrez López, Arantxa para los suyos, amaba la naturaleza. No lo podía evitar: le brotaba, como la sonrisa que se había vuelto su compañera habitual. Era un binomio, una suma con resultado invariable: si se encontraba en un paraje salvaje, lleno de vida, disfrutando del medio ambiente, era feliz. Y se reflejaba en su rostro.
Había sido uno de los nexos en común con Miguel Ángel, su marido. Era un matrimonio joven, intrépido, aventurero, disfrutón. Se iban de ruta por parques naturales, hacían escaladas. Navegaban por ríos. Quizás por eso no dudaron en ir de vacaciones este verano a Costa Rica. Un paraíso natural. Verde, verde y más verde. Optaron por Tortuguero: una playa espectacular, selvática, del Caribe costarricense. Su hotel, además, estaba situado en un paraje al que sólo se podía acceder a través del mar o por canales de agua dulce. Pero lo que iba a ser un viaje para el recuerdo se convirtió, de un instante a otro, en un “infierno”.
Son palabras del propio Miguel Ángel. Arantxa y él apenas llevaban unas horas en el país latinoamericano —habían salido el día 1 de agosto junto con ocho amigos, también españoles, para disfrutar de un viaje de diez días— cuando, en la mañana del sábado, todo se vino abajo.
Su marido encontró el cadáver
Era temprano, por la mañana. Ese día, el grupo tenía previsto una excursión por el Parque Nacional de Tortuguero. Cuando llegó la hora de salir, Arantxa no se presentó. Se retrasaba, pero quizás se le hubiera hecho tarde después de haber salido a correr por el recinto del hotel. Sin embargo, nunca acudió. Comenzaron a buscarla como locos. Y fue su propio marido quien encontró horas más tarde su cadáver: la habían asfixiado tras un posible ataque sexual. Estaba con la ropa quitada.
Arantxa, según cuenta su marido a EL ESPAÑOL, era su ángel. Se deshace en elogios hacia ella. Vivían juntos en San Fernando de Henares (Madrid), pero no era su primer destino. Ella antes había residido en Meco y en su Alicante natal, según consta en el padrón. Él, por su parte, lo había hecho en Coslada.
De profesión fisioterapeuta —“con mucha vocación por sus pacientes”—, la víctima era una “amante de la salud”, relata su marido. “Sincera, humilde, generosa, cariñosa, respetuosa, amante de las causas perdidas, sencilla, familiar, defensora de los animales, de la naturaleza, del medio ambiente, obsesionada con el deporte, con la vida sana, activista de Greenpeace, voluntaria en protectora de animales”. Miguel Ángel es un torrente a la hora de describir a su mujer.
Pero el drama que vive este madrileño, que es guía turístico, no se ha quedado ahí. A la hora del cierre de este reportaje, Miguel Ángel continuaba en Costa Rica. No se pensaba mover de ahí y volver a España hasta que no pudiera repatriar el cadáver de Arantxa, pero el proceso fue muy lento por la investigación. Al final, al filo del mediodía de este jueves, Miguel Ángel conseguía aterrizar en Barajas junto al cadáver de su esposa. Pudo cumplir con su deseo de no separarse de ella ni un momento. En conversación con la reportera, él no pierde oportunidad en agradecerle el apoyo a la Embajada: “Nos están ayudando mucho”.
El sospechoso, custodiado por su situación migratoria
El sospechoso principal del crimen de Arantxa es Albin Díaz Hopkins, de 33 años, un inmigrante nicaragüense indocumentado que fue detenido el pasado domingo en una zona cercana a Tortuguero. Actualmente se encuentra bajo custodia de la Dirección General de Migración. Antes, un juzgado de Pococí, en el Caribe, no le impuso medidas cautelares por falta de pruebas y le dejó en libertad.
El Juzgado Penal no acogió la solicitud de la Fiscalía, al considerar que no existe grado de probabilidad delictiva por parte del imputado, por lo que no impuso ningún tipo de medida cautelar, según Efe. Si está detenido es por su condición migratoria irregular.
Albin Díaz, que trabajaba en otro hotel de la zona, fue arrestado en Barra del Colorado, provincia de Limón, una recóndita zona del Caribe del país cercana a la frontera con Nicaragua. El director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Walter Espinoza, explicó el lunes que los agentes detuvieron al sospechoso tras una serie de pistas y testimonios de vecinos. Espinoza indicó que el caso no está cerrado y que se deben esperar los resultados de una serie de pruebas científicas de ADN para confirmar la responsabilidad de Díaz en el crimen. El principal móvil que investigan las autoridades es el de un ataque sexual y muerte por asfixia.
Para Miguel Ángel ya nada será igual. “He perdido a una de esas personas que solamente nacen de vez en cuando, una persona que quería cambiar el mundo desde su humildad”, cuenta a este periódico. Ahora, ese gran deseo es “el que me ilumina”. Su meta es continuar con el legado de Arantxa y organizar dos grandes homenajes para sus allegados, de los que se desconocen más datos por el momento.