Adrián salió de su casa bien pronto el jueves y a las seis de la madrugada ya estaba en el puerto de Llanes esperando junto al Bramadoria a que llegase Javier Ardines González, su patrón. Pasó una hora allí dando vueltas por los muelles sin tener señales de él, así que, inquieto, comenzó a llamarle al móvil. Era raro que se retrasase tanto. Al otro lado nadie contestaba. Horas después, a eso de las ocho de la mañana, a 20 kilómetros de allí en la parroquia de Belmonte de Pría, un hombre salía a pasear con su perro y encontraba el cuerpo sin vida del patrón de Adrián tirado en medio de un camino.
Ardines, el único concejal que tenía Izquierda Unida en Llanes (Asturias), no sobrevivió a los tres golpes que recibió en la cabeza con un objeto contundente y que le provocaron la muerte. La emboscada fue preparada días atrás, pero solo este jueves surtió efecto. Los investigadores de la Guardia Civil todavía analizan todos los frentes para tratar de dar con la persona (o personas) que acabaron con su vida. Tres son las hipótesis más plausibles: su entorno más cercano, un conflicto con alguien por un asunto personal o alguien enojado con él por algún asunto político.
Estas tres posibilidades hacen que todo el mundo se pregunte estos días en la localidad quién mató a Ardines. Sus compañeros de la política insisten a EL ESPAÑOL en que se trataba de un hombre con mucho carácter y energía, de fuertes convicciones. Que se supiera, no tenía “ningún problema” con nadie.
Ardines se dedicaba a la política pero como una dedicación secundaria aparte de la pesca. Su voto fue decisivo en las elecciones municipales de 2015. Gracias a él, entró a gobernar un cuatropartito que todavía se mantiene a día de hoy y que derrocó a un PSOE que había encadenado 30 años consecutivos de gobierno en la ciudad. Cuando entró en el consistorio, aquel hombre de mar decidió, según ha podido saber este periódico, renunciar a su sueldo.
EL ESPAÑOL viaja a la localidad que es conocida allí como la Marbella asturiana para desentrañar las causas del crimen que ha conmocionado a la localidad asturiana. La zona en la que Ardines vivía queda bastante alejada del centro del pueblo. Se trata de una parroquia de casas dispersas perdidas en el rural verde del interior.
Se trata de un sitio que hay que conocer para llegar. Belmonte de Pría, donde apareció cadáver, no queda a mano de nada, es un lugar al que hace falta ir a propósito, por lo que es preciso que el autor o autores conociesen bien la ruta y el lugar, que ya hubieran estado por allí más veces y que controlasen las rutinas del concejal. Incluso puede que el autor o autores vivan todavía allí. Es algo que la Guardia Civil trabaja para confirmar. Lo que sí están valorando es que el ataque pudiera haberlo llevado a cabo más de una persona.
Un político al lado de la gente
Ardines contribuyó al desalojo del PSOE de su poltrona municipal en lo que fue una alianza insólita de partidos de la derecha y de la izquierda. Vecinos por Llanes, Foro Asturias, Partido Popular e Izquierda Unida unieron fuerzas para expulsar a los socialistas y conformar un gobierno de coalición. A nivel local, fue algo histórico. Era la primera vez en tres décadas que iba a gobernar un partido diferente.
Ardines entró con la idea de compensar el balance hacia la izquierda en el nuevo consistorio, un gobierno en el que conviven los conservadores con los aquellos más proclives a las políticas de la izquierda. Sin embargo, decidió que no quería que su dedicación estuviese remunerada. A la vez, continuó saliendo cada mañana a pescar. Alguno de sus últimos hitos en la pesca le reconocen como un pescador de renombre. El año pasado, él y su compañero de labor cogieron una ralla de 52 kilos, un monstruo que nadie en Llanes había logrado capturar hasta la fecha.
El concejal era amante del rock duro y del heavy metal de grupos como Iron Maiden o Metallica. Esa caña también le gustaba en el ámbito de la política. El suyo era un espíritu indómito y por eso los vecinos le querían. Hasta en tres ocasiones rechazó presentarse como concejal porque no quería representar o verse atado a ningún partido político concreto. Solo cedió por Izquierda Unida. En el ayuntamiento era respetado, pero si tenía que discrepar lo hacía (incluso con miembros de su propio gobierno).
Algunos se preguntaban hoy en el pueblo qué clase de enemigos podría tener un hombre querido por todos. Muchos le recuerdan en el pueblo como un férreo defensor de la pureza del litoral. Al frente de la concejalía de Personal, Medio Rural y Playas. En línea con esta política contra la explotación turística de la línea de costa, su partido apoyó la demolición, meses atrás, del hotel Kaype, situado en primera línea de la playa de Barru. La licencia del complejo hotelero fue declarada ilegal por los tribunales y, en consecuencia, se procedió a su eliminación.
El viernes Llanes bulle plagada de turistas. Los 15.000 habitantes del municipio se triplican cuando llega el período estival y se nota. Uno de los reclamos de la zona para los turistas son los acantilados abiertos a las olas salvajes del Cantábrico. Los paseos por tales lugares suelen estar masificados, y esa fue una de las medidas que Ardines tomó a lo largo de estos años
Tenía que ver con la protección del entorno de los Bufones de Pría, un paraje que recibe miles de visitantes al año. Para evitar masificaciones, prohibió el acceso de vehículos ajenos al trabajo agrícola en las zonas cercanas. Lo hizo el pasado mes de noviembre. Ardines esbozó un plan de aparcamientos que disuadiese a buena parte de los visitantes. También prohibió la entrada de visitantes entre las 11 de la mañana a ocho de la tarde. La medida no fue aceptada por todos.
Varios ataques a Ardines durante la semana
No era la primera noche de la semana que el concejal de Izquierda Unida se topaba con las vallas a modo de obstáculos obstruyendo la salida a través del camino que conduce a su casa. Días atrás, también al levantarse para faenar, se topó con la misma situación.
No sucedió nada porque en esas ocasión se había levantado algo más temprano y el asaltante o los asaltantes no debían rondar por la zona. El jueves halló la misma situación, las tres mismas vallas colocadas en el camino y taponando la salida.
Nadie vio ni escuchó nada junto a su casa. Tan solo las casas de dos vecinos surgen de entre los árboles cerca del lugar de los hechos, pero ninguno de ellos advirtió lo que estaba ocurriendo. Ardines tuvo que bajarse del coche para apartar los obstáculos y entonces algo pasó, un asalto, un ataque sorpresa que vio venir, o que en realidad no lo vio, una emboscada. No se sabe muy bien qué ocurrió todavía ahí, pero parece, desde luego, algo orquestado.
Al concejal le dio tiempo a defenderse. En diversas partes del cuerpo, como en las manos, Ardines presentaba marcas de defensa, lo que refuerza la idea de que fuesen necesarios tres golpes para acabar con su vida. Uno en la cara, otro en la frente y un tercero en la nuca.
En su tiempo libre, cuando se quedaba liberado de las labores propias de la política, a Javier Ardines le gustaba disfrutar de sus hijos, de su nieto, darse largos paseos por el monte, salir a recoger setas o, por qué no, volver al mar a practicar pesca pero de forma recreativa. Ardines siempre volvía al mar.
El jueves, día de autos se celebraba la jornada dedicada a la patrona local, Nuestra Señora de la Asunción. Al día siguiente, viernes por la tarde, el pueblo ya inmerso en las populares fiestas de San Roque, las 14 embarcaciones amarradas en el puerto estaban vacías y con las banderas de España a media asta.