Al comisario Rafael Comes Marrasé, número dos de los Mossos, se le atraganta el castellano. Él mismo lo reconoce. Ocurrió horas después del atentado en la comisaría de Cornellà de Llobregat. La sala estaba repleta de cámaras, micrófonos y periodistas de toda España. También de otros países, puesto que la noticia había suscitado un enorme interés internacional. Fue él quien dirigió la comparecencia en calidad de Comisario Superior de los Mossos d´Esquadra. El ataque de Abdelouahab Taib, 29 años, a la Policía que hacía turno de noche en la Comisaría se convirtió en el único atentado registrado en España desde los episodios del 17 de agosto de 2017. La noticia, por tanto, estaba caliente y muchos querían conocer las novedades, las explicaciones y los detalles. Comes comenzó su intervención en catalán, arrojando un aviso a la prensa, antes de comenzar a hablar en español: “Buenos días. Tendrán que perdonar mi castellano”.
La afirmación, una advertencia previa a la detallada explicación de los atentados, dejaba a las claras la dificultad del agente para utilizar una lengua que es cooficial en la comunidad autónoma catalana. Así, en alguna de las frases que pronunció ante los medios dejó traslucir esa dificultad para manejar con soltura el idioma. “Nuestra agente ha tenido que repelir (sic) el ataque”.
El ataque a la Comisaría de Cornellà se produjo tres días después del funesto aniversario de los atentados de las Ramblas y de Cambrils. Tras el suceso, los cuerpos policiales de Mossos, Guardia Civil y Policía Nacional establecieron un operativo conjunto para escenificar una actuación diferente a la del año pasado. Conectados entre sí desde primera hora de la mañana, el objetivo era transmitir una imagen radicalmente distinta a la dada anteriormente.
El milimétrico operativo dio como resultado que todo pudo resolverse prácticamente en las horas siguientes a los hechos. Como anécdota trascendió a posteriori el mejorable manejo del idioma del comisario Comes.
Comes pertenece a la última hornada de cambios que introdujo el mayor Josep Lluis Trapero en las altas instancias de los Mossos. En aquel momento, Trapero introdujo a nuevos comisarios “de máxima confianza” del Govern. Esos cambios llegaron en mayo de 2017, meses antes de los hechos que tuvieron lugar a partir del 1-O. Trapero era entonces el mayor de los Mossos d'Esquadra, y fue cesado el día 27 de ese mes en aplicación del artículo 155 de la Constitución. En febrero de este año, la jueza Carmen Lamela le imputó en el proceso penal abierto por los presuntos delitos cometidos esa jornada. A Trapero se le investiga en calidad de responsable de la actuación de la policía catalana en esa jornada.
Comes fue uno de esos nuevos hombres "de máxima confianza" del Govern introducidos en la cúpula policial por Trapero, meses antes de ser cesado. El que hasta ese momento era el jefe de la región policial de las Tierras del Ebro, pasó a ser el nuevo jefe de la Comisaría General de Investigación Criminal. Por encima de él, solo se encuentra el actual mayor, Miquel Esquius, nombrado hace poco más de un mes.
Son muchos los políticos, miembros del cuerpo policial o funcionarios de la administración catalana los que admiten en privado a este periódico que, efectivamente, existe en muchos casos un problema relativo a la utilización del castellano, la otra lengua oficial de la Generalitat.
Según distintas fuentes policiales reconocen a EL ESPAÑOL, Comes es un tipo muy cercano al ideario del independentismo. Comparte sus ideas, las defiende en privado. Su historia es la de un hombre que, en algo más de 15 años, ha pasado de subinspector al más alto escalafón de los Mossos. Un hombre al que, de vez en cuando, le da problemas el castellano.
25 años en el cuerpo
Rafael Comes es uno de los veteranos del cuerpo policial catalán. Cabeza rapada, barba corta, gafas modernas, el comisario nació en Tarragona en el año 1968, lugar donde desempeñó la mayor parte de cargos que ocupó a lo largo de su vida profesional en las fuerzas de seguridad autonómicas. Ahora tiene 50 años. Los 26 últimos los ha pasado en el cuerpo escalando puestos sin cesar. Entró en Mossos en 1992, el año de las Olimpiadas de Barcelona. Lleida fue su primer destino. Años después, en 2003, comenzó su escalada en el cuerpo. El primer puesto de responsabilidad le llegó a los 35 años. Se convirtió en subinspector de Hospitalet de Llobregat. Su padre era presidente de la cofradía de pescadores de Ametlla de Mar. Luego estuvo al frente de la región policial Metropolitana Sud, que incluye zonas como Garraf, Cornellà. Gavà, El Prat, Sant Boi o Sant Feliu.
Sus años posteriores los desempeñó como jefe de región de las Tierras del Ebro, en la desembocadura del río. El año 2008 se convirtió en el jefe de la Guardia Urbana de Tarragona. Fue seleccionado por Josep Fèlix Ballesteros, alcalde del PSC, para ocupar el puesto. Convergència i Unió, en la oposición, lamentó el cambio y criticó que el gobierno local no apostase por alguien de la casa y que se fueran a buscar a alguien externo. El Ayuntamiento defendió la incorporación del intendente de los Mossos como vía para "mejorar" la Policía local.
Ocupó ese cargo hasta el año 2010. Volvió a los Mossos, aseguran fuentes conocedoras de su trayectoria a este periódico, en el momento idóneo. 2010 fue el último año de gobierno del tripartito que desbancó a Jordi Pujol y que formaron el PSC, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) e Iniciativa Per Catalunya Verds (ICV). Decidió volver al cuerpo como jefe segundo de las comarcas de Tarragona.
Los años posteriores, hasta desembocar en el actual cargo de comisario, estuvo destinado como intendente en la región policial de las tierras del Ebro, las cuatro comarcas del sur de Tarragona. A lo largo de todos estos años, Comes creció, como aseguran fuentes policiales, “a la sombra” de Trapero y “cogido de la mano de Ferrán López”, el hombre que sustituyó al mayor meses después de los ceses que vinieron provocados por la gestión del cuerpo policial en relación al proceso independentista.
Gestión de los atentados de Barcelona
Que Comes saliera a dar explicaciones por el ataque en la comisaría de Cornellà no es casualidad. Se trata de uno de los jefes del cuerpo que más se involucraron y más se volcaron durante los atentadosde Barcelona y Cambrils (Tarragona). En aquel momento ocupaba su cargo al frente de la Comisaría General de Investigación Criminal. Suya fue buena parte de la investigación que se realizó sobre la célula yihadista de Ripoll (Girona).
Comes fue también el encargado, junto a Ferran López (otro importante comisario que ascendió a la cabeza del cuerpo hace unos meses pero que terminó rechazando el cargo), de coordinar el despliegue con el que se restableció el orden en la ciudad el 17 de agosto y los días siguientes. 10.000 agentes movilizados para localizar a los responsables de los ataques, para resolver la funesta masacre y para desactivar la alerta por los atentados.
Esa experiencia sigue ahí, y por eso, aunque con la última reestructuración del cuerpo, pasó a asumir el segundo escalafón policial, fue él quien compareció ante la prensa para ofrecer explicaciones y para detallar la cronología de los hechos que ocurrieron en Cornellà a lo largo de la mañana del pasado lunes. Su escalada en Mossos, 15 años después del comienzo de su ascenso, le ha dejado prácticamente en la cúspide. Encima de él solo está el comisario jefe Miguel Esquius. Aún así, como quedó patente en la rueda de prensa que tuvo que ofrecer, el castellano es una de esas asignaturas pendientes que tiene que mejorar.
Polémica en Salou con los inmigrantes
Uno de los mayores problemas a los que se ha tenido que enfrentar en su carrera tuvo lugar en 2015. Sucedió en Salou, a consecuencia de la actuación de un operativo que él mismo comandaba. Un hombre de 50 años de nacionalidad senegalesa falleció en esa localidad al caer desde el balcón de su casa. Un tercer piso. El hombre se precipitó al vacío cuando trataba de huir de los Mossos d'Esquadra.
El cuerpo policial estaba llevando a cabo una operación contra el “top manta” en la mañana del 11 de agosto. Tenían que registrar tres viviendas de Salou supuestamente dedicadas a estas actividades. Todo estaba orquestado y dirigido por Comes. En cuanto entraron en la casa, el hombre saltó por el balcón.
Al poco de que se conociera el suceso, las manifestaciones no se hicieron esperar. Unas 200 personas se concentraron en la plaza de Sant Jordi, en el centro de Salou, como protesta por lo sucedido. Hubo tensión, mucha tensión, con las patrullas que se enviaron a la zona para vigilar la manifestación.
Los manifestantes culpaban a los policías de la muerte del hombre. No permitieron que se llevasen su cuerpo. Cuando los agentes comenzaron a trasladar el cadáver, los manifestantes empezaron a lanzar objetos contra el mobiliario urbano. Casi al mismo tiempo, la policía respondió. Hubo cargas y proyectiles disparados contra ellos. Horas después los disturbios estaban ya por toda la ciudad. Los manifestantes, muchos de ellos amigos del fallecido, volcaron contenedores, los pusieron en las vías del tren, en la carretera,etc. Con todo ello cortaron el tráfico.
De todo aquello hubo un balance más que negativo. Varias personas resultaron heridas leves. La desproporcionada respuesta organizada por Comes y sus subordinados hizo que el hombre se viese rodeado de críticas de todo tipo. Más o menos como ahora.
Esa época queda ya atrás para el nuevo y flamante comisario de los Mossos. Ahora es uno de los principales responsables a la cabeza del cuerpo. Todavía tiene un punto negro en su carrera, algo que mejorar con urgencia. Su dominio del castellano.