A sus 28 años, Sergio García tiene los datos con los que sueñan todos los conductores que quieran evitarse las sanciones de tráfico en esta Operación Retorno: dónde están los mini radares infalibles de la DGT, cuáles son los coches camuflados de la Guardia Civil que fríen a multas a los españoles… Todo ello gracias a su aplicación creada para el móvil que, además de irritar a la DGT, le reporta cada vez más beneficios: SocialDrive.
El emprendedor, formado en Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de A Coruña es la cabeza de esta compañía, una red social para conductores españoles que superó el millón de descargas a los 10 meses de su lanzamiento. Esta aplicación proporciona información sobre el tráfico antes de que el usuario emprenda su viaje.
Mientras disfruta de unos pocos días de vacaciones, Sergio atiende por teléfono a EL ESPAÑOL. “La verdad es que siempre tengo la cabeza en el trabajo”, reconoce este coruñés de 28 años que hace cuatro años ocultó a sus padres que estaba desarrollando, en la intimidad de su habitación, una de las start-ups con más éxito del país.
En la actualidad, SocialDrive tiene 10 empleados en plantilla y está en proceso de cerrar un acuerdo con un importante grupo de inversores que supondrá “una revolución”. Su sede se encuentra en unas imponentes oficinas situadas en una de las mejores zonas de Madrid y la propia Dirección General de Tráfico colabora con ellos.
Sergio es consciente de que cada vez que revela alguna información sobre radares de tráfico, los ojos de la Guardia Civil se posan sobre su compañía. Sin embargo, se muestra seguro de lo que hace: “Nuestra filosofía de transparencia con los conductores siempre es la misma y no nos tiembla la mano cuando publicamos algún push”. El emprendedor se muestra partidario de avisar a la población acerca de la localización de estos controles, porque esto se traducirá en una conducción más prudente. “Conocer la información antes de ponerse en marcha es prevenir”, resume.
Ambicioso, cabezota y diferente
Sergio se crió en una familia pequeña de clase media, en la localidad gallega de Narón. Soñaba con ser psicólogo, pero su atracción por el mundo de la empresa le llevó a matricularse en ADE y especializarse en el desarrollo de start-ups. Es un joven ambicioso, “algo cabezota” que quiso diferenciarse de los demás desde el principio.
Por aquel entonces, Sergio tenía 23 años y se metió de lleno en un proyecto personal tras terminar su máster. Eran los primeros pasos de la que se convertiría en la aplicación estrella para las operaciones salida. “Yo veía mucha gente conectada en el mercado de la movilidad, pero todos estaban desinformados”, explica el coruñés a este periódico.
Un año después, SocialDrive se materializó, pero de una manera muy particular: Sergio y Javier Regueiro -el segundo creador de la aplicación- desarrollaron una gran comunidad de usuarios que lanzaron al mundo sin necesitar el apoyo de una gran campaña de marketing. “Lo hicimos al revés que el resto de start-ups (...). Sabíamos que iba a funcionar pero no teníamos ni idea de que sería un boom tan grande en tan poco tiempo”, reconoce el primero.
Pero Sergio y su equipo no fueron los únicos a los que la noticia pilló de improviso. Los padres del actual CEO de SocialDrive se descargaron la aplicación antes de saber que la había ideado su propio hijo, con el que vivían pared con pared. La revelación se produjo cuando el joven quiso comprarse un coche con el dinero que había obtenido a través de su empresa y tuvo que contárselo todo a sus sorprendidos padres. “Al principio no se lo creían” y les tuvo que mostrar todos los documentos que le acreditaban como co-fundador.
De un dormitorio gallego a Madrid
Si Apple se gestó en un garaje de California, SocialDrive lo hizo en un dormitorio de A Coruña. Poco a poco, la compañía española fue creciendo y mejorando sus sedes: primero fue “una mini oficina con una mesa y unas sillas” en Narón -localidad natal de Sergio- y después una sucursal más grande pero todavía en Galicia. Pero el verdadero despegue ocurrió hace dos años, cuando se trasladaron a unas “salas increíbles con un ambiente de trabajo espectacular” en el corazón de Madrid.
En esa época, además, a Sergio se le “encendió la bombilla”: quería cerrar un acuerdo que vinculara su empresa a un organismo nacional como la DGT. Contactó con uno de los directores de una importante compañía de movilidad madrileña y le contó su plan. Le dijeron “que era una locura, pero que adelante” y el joven emprendedor se puso a “escalar la DGT” haciendo llamadas. En su particular odisea, el gallego se encontró con trabajadores “que no sabían lo que era una start-up” y le costó “un mundo” encontrar a la persona adecuada, pero tuvo “suerte” y consiguió su objetivo.
La idea detrás de este movimiento surgió cuando Sergio vio que a través de su empresa le llegaban “muchísimas incidencias de tráfico relacionadas con la seguridad vial de manera directa” en las que no podía actuar, al no tener competencia. Así que se alió con la Dirección General de Tráfico para que ellos solucionaran estos problemas.
Lo más importante es el equipo
SocialDrive no sólo ha cambiado la manera de viajar de millones de españoles, también ha conseguido que la vida de su creador diera un giro de 180 grados. Sergio, hijo de un trabajador de una empresa de construcción y un ama de casa, reconoce que ha tenido que aprender “muchas cosas muy rápido”. Se ha convertido en “una esponja” que absorbe todo tipo de información, desde cuestiones técnicas a métodos de dirección de personal.
El joven aprovecha cada ocasión para elogiar a su equipo, con quienes comparte una misma visión de futuro. Para él, la receta del éxito consiste en saber posicionarse “en el nicho de mercado adecuado, saber escuchar al usuario y rodearte de gente con ambición”. Pero la aspiración de Sergio no termina aquí: está trabajando en “un plan secreto” para expandirse por Europa. “Lo vamos a petar”, concluye.