No son días muy halagüeños para los usuarios de los 18 millones de vehículos diésel que surcan las carreteras nacionales. En las últimas semanas, de algún modo, se está criminalizando más que nunca este producto, desde parte de distintas instituciones. Gravar este tipo de vehículos comprometerá y pondrá en aprietos a más de la mitad de los usuarios de vehículos que hay en España, y eso es un problema que muchos van a tener que afrontar.
A lo largo de esta semana, la polémica en torno al diésel ha recobrado intensidad debido a las palabras del presidente Pedro Sánchez. Más combustible al fuego de una hoguera encendida la semana pasada por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Ella auguró, de algún modo, la venidera caída del gasoil por ser “muy contaminante”.
Al punto, varias asociaciones han salido a contestar las intenciones del gobierno socialista. ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y de Camiones) saltó al instante a esgrimir una respuesta contraria a la opinión del Gobierno, que es la de promover un impuesto contra este combustible. De algún modo, se sienten señalados sin haber cometido crimen alguno. “El problema no es el diésel. Son los coches viejos que circulan por nuestras carreteras”, explica Mario Armero, vicepresidente ejecutivo de la asociación.
Tras esa suerte de globo sonda enviado por Pedro Sánchez, los usuarios de vehículos diésel se sienten señalados. El conflicto es tal que ya se está trasladando al sector de los coches de segunda mano. Según calcula el Instituto Nacional de Estadística, en España hay 18 millones de vehículos diésel, lo que supone un 60% del parque automovilístico total.
EL ESPAÑOL ha hablado con algunos propietarios de este tipo de automóviles. Todos los particulares consultados pertenecen a familias que utilizan, de forma habitual, dos o más coches de este tipo en su día a día. Uno de ellos también, en su trabajo, se ve obligado a utilizar este combustible para alimentar todos los camiones de su empresa. La clave de todo es muy sencilla: el diésel ha sido, hasta ahora, una opción más a elegir y no un producto al que hubiera que criminalizar.
El diésel como necesidad
Sergio González está a punto de jubilarse y tiene dos coches diésel desde hace más de diez años. Cuando decidió hacerse con un vehículo diésel no lo hizo porque creyese que contaminaba menos o porque fuese un coche mejor. Era, simple y llanamente, porque es un producto que consume menos. “En mi caso, se trata de una necesidad. Trabajo en el sector de la hostelería y hago unos 70 kilómetros al día, ida y vuelta a casa. Cuando compramos estos coches, lo hicimos porque el diésel consumía y consume menos que la gasolina”, asegura Sergio a EL ESPAÑOL.
Uno de sus coches es un Peugeot al que le hace unos 25.000 kilómetros al año. Tiene que ser así. “Hace años, el precio era mucho más barato el diésel y ahora parece que ya no tanto. Aparte de que consumía poco, lo elegimos por eso. Es verdad que luego los coches tendían a ser un poco más caros, pero te los ofrecían en el concesionario antes el diésel que el de gasolina”.
Fue la ministra Teresa Ribera quien abrió la polémica hace unos días con una frase de la que ya se ha retractado públicamente: “El diésel tiene los días contados”. Pese a las críticas desde el sector de este hidrocarburo, el Gobierno de Sánchez continúa firme en sus intenciones. El jueves de esta misma semana, la ministra lanzó el enésimo aviso de la pretensión que tiene el Ejecutivo de gravar este producto. “Para el Medio Ambiente es clave”.
Quieren, de ese modo, equiparar el impuesto de los dos productos que utilizamos en nuestro día a día para poner en marcha nuestros vehículos. A día de hoy, el litro de gasoil está gravado con un impuesto de 30,70 céntimos. La gasolina continúa siendo más cara, pero ya no tanto. Cada litro conlleva un impuesto de 40,25 céntimos.
Todo esto que está sucediendo ha llevado a muchos conductores a que se pregunten si, de algún modo, se está criminalizando el producto. También les hace sopesar la posibilidad de desechar los automóviles que llevan años usando y escoger uno de otro tipo. ¿Cambiar de coche debido a la tendencia actual que se está siguiendo, intentando subir el impuesto del diésel? “Hoy en día al parecer, están las cosas bastante igualadas. Me plantearía cambiarme el coche por uno de gasolina si ya no viajase tanto, pero claro, sigue consumiendo menos”, dice Sergio.
A Emilia le pasa lo mismo que a Sergio. Recorre 60 kilómetros cada día para ir al trabajo y, para eso, lo más económico que encontró hace 15 años fue optar por los vehículos alimentados con gasóleo. Igual que nuestro primer protagonista, también ella cuenta con dos vehículos diésel en su haber. Por eso todo esto quizás resulte un problema para ella. “Tengo entendido, aparte, que el motor del diésel dura más. Y el depósito todavía hoy cuesta menos llenarlo. Era lo que nos recomendaban tiempo atrás en los concesionarios, y hace no tanto tiempo. El más nuevo que tengo es un Nissan Qashqai. Nos hicimos con él hace cosa de cuatro años”.
¿Más contaminante?
Salvador también utiliza el diésel desde hace 25 años en los coches que se ha ido comprando. Ahora tiene dos, pero llegó a tener hasta cuatro a la vez. En casa, el mensaje de que el diésel es más contaminante ha calado, y por eso cree que, de comprarse otro vehículo, adquiriría uno de gasolina, que emiten menos gases a la atmósfera y que, supuestamente, daña menos la capa de ozono. Pero Salvador apunta en su conversación con este periódico un detalle que resulta clave. “De todas maneras, no creo que la contaminación sea ocasionada tanto por los coches de diésel como por los coches antiguos, sean de gasolina o de gasóleo. El que quieran gravar esto me parece que es, en el fondo, puro afán recaudatorio”.
No es el único que difiere de forma tajante en el criterio de Sánchez para tildar al diésel de un combustible más contaminante que la gasolina. Para ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y de Camiones), a la que antes mencionábamos, la acción de Gobierno más eficaz, si se quieren hacer políticas medioambientales que tengan un verdadero impacto, sería actuar contra la vejez del parque automovilístico. Que los vehículos que circulan por España tienen ya una edad es un hecho incontrovertible. Un ejemplo: la edad media de cada coche está ya en los 12 años.
Según datos y cálculos del sector, el 80 % de las emisiones que genera el automóvil provienen de coches con más de 10 años de antigüedad. ¿Posible solución? Sustituir hasta 400.000 vehículos con motor diésel por otros nuevos que se adapten a la Euro 6, la normativa vigente desde el año 2014.
La propuesta de Sánchez se desmorona al hablar con algunos expertos del sector. “Una posible subida de los impuestos al carburante diésel no puede estar justificada, en todo caso, por sus emisiones contaminantes. Los vehículos nuevos diésel emiten hasta un 84% menos de emisiones contaminantes NOx y un 90% menos de partículas que los automóviles de más de 15 años de antigüedad”, explican fuentes de Anfac.
Agrupación Gasoil es la primera agrupación de gasóleo online en España, la que más vende en todo el territorio. Eric Ruiz, aparte de ser el líder de la asociación, solo utiliza coches de diésel en su día a día. “El beneficio está claro, el coste por kilómetro del gasoil sobre la gasolina. Los coches suelen ser algo más caros, pero para quienes hacemos muchos kilómetros, como yo o como las personas con las que has hablado, resulta mucho más rentable”.
“Se está cazando el C02 desde hace años en los automóviles, y un coche diésel emite menos que uno de gasolina. Poner un impuesto a un vehículo que envía menos C02 a la atmósfera no me parece coherente”, expica Ruiz. Su postura es la misma que la de los fabricantes, quienes defienden que no hay que criminalizar ni señalar al diésel como un producto contaminante. Es preciso, aseguran, algo de prudencia. Según los fabricantes del sector, el coche diésel emite 95 gramos de C02 por kilómetro, hasta un 15 por ciento menos que los automóviles de gasolina. Resulta, por tanto, menos dañino para la atmósfera.
Un problema para los camioneros
José Orlando González es dueño de una pequeña empresa de camiones que opera entre el sur de la provincia de Pontevedra y el norte de Portugal. Le viene de familia. La primera vez que se subió a un camión fue a los 16 años, a un Chevrolet de aquellos antiguos que son ya casi una reliquia de las que funcionaban a gasolina. Iba con su padre, que empezó a llevar camiones en el año 1956. González tiene ahora 52 y es el encargado de continuar con la saga familiar. Aparte de aquella primera experiencia, el resto de los camiones que ha tenido que conducir son todos de diésel. “Es así desde que tengo conocimiento de ello. Ahora, los camiones de gasolina ya no existen en España y la inmensa mayoría funcionan con motor diésel”.
La subida del impuesto al hidrocarburo supondría un cierto inconveniente para este tipo de empresarios quienes, como José Orlando, todos los vehículos que poseen funcionan con esa clase de combustible. “Hombre, problema va a suponer, porque lo cierto es que no hay camiones ya de gasolina. De todas maneras creo que están diciendo que para los profesionales van a hacer unas medidas aparte”.
El encarecimiento de este combustible lo empezó a advertir ya, al menos, entre el año pasado y este. A José Orlando le pasó este año. “Lo quieren equiparar al precio de la gasolina. Y no sé quién va a aguantar la cuerda esa. Yo tengo una prueba evidente: ayer fui a Curtis (A Coruña, cerca de Betanzos). Fueron, en total. 320 kilómetros de idea y vuelta. Ese trayecto, el camión me consumió 120 euros, el precio de 95 litros de gasoil. El camión consume unos 25 litros cada 100 kilómetros recorridos. El años pasado hice exactamente ese mismo viaje, y llenar el depósito me costó tan solo 90 euros. La diferencia es enorme”.
Hasta ahora, el beneficio del gasoil es que se trataba de un producto más económico. José Orlando, aún fuera de su trabajo en la empresa de camiones, en la que todos los vehículos funcionan con diésel, utiliza el mismo combustible y el mismo tipo de automóvil en su día a día. Sin embargo, dice que la tendencia está empezando a cambiar: “Ese era el único beneficio, porque el consumo es el mismo. Hace un año y pico, el litro estaba a 1,10. Ahora le echas 100 euros y solo te corresponden 75 litros”.
Sin duda, son muchas las aristas, la caras y los enfoques del prisma de la problemática del diésel. No obstante, no parece, como apuntan las fuentes consultadas, que el hecho de utilizar este producto sea, en sí mismo,un hecho malo o erróneo por naturaleza. Los usuarios lo tienen claro: el diésel es tan solo una opción más.