“Dispara, papa, dispara”: tres asesinatos para vengar a una hija a la que su marido echó de casa
- Un enfrentamiento entre dos familias gitanas acaba con un tiroteo y tres muertos en Cáseda (Navarra)
- La guerra de los Jiménez continúa: el incierto futuro de Amparo, la esposa vengada por su padre
- El origen del conflicto fue una discusión de pareja entre un matrimonio con un miembro de cada familia
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“¡Dispara, papa, dispara!”, le dijeron sus hijos. Y Juan Carlos disparó.
Dos familias gitanas emparentadas pero enfrentadas: Los Jiménez Jiménez contra los Jiménez Echeverría. Los dos patriarcas se observan con odio en mitad de la calle Nueva de Cáseda (Navarra). Son dos consuegros peleados por problemas en el matrimonio de sus respectivos hijos. A un lado Juan Carlos Jiménez Jiménez, padre de Amparo (la novia). Junto a él, sus dos hijos que le azuzan. Al otro lado, Fermín Jiménez Echeverría, padre de Julio (el novio), escoltado por tres de sus hijos.
Los varones de ambas familias se acaban de pelear en plena calle. Los Jiménez Jiménez han salido peor parados de la reyerta, pero no se conforman. Claman venganza porque entienden que los Echeverría han humillado a Amparo. Juan Carlos se levanta del suelo tras la pelea, se limpia la sangre y abre su viejo Seat Toledo blanco. Agarra una escopeta. "¡Dispara, papa, dispara!", le insisten sus hijos. Juan Carlos obedece. Carga tres cartuchos y descerraja tres tiros certeros a bocajarro. Uno derriba a su consuegro Fermín. Los otros dos impactan contra los hijos de Fermín: José (29) y Cristian (17).
El tirador y sus dos hijos (Juan Carlos de 23 y Emilio de 18) huyen a bordo del Seat Toledo, pero son interceptados por la Policía Foral a los pocos kilómetros. Los tres miembros de la familia Jiménez Jiménez están presos. Los tres miembros de la familia Jiménez Echeverría están muertos.
Buscando a Julio
Los Jiménez Jiménez fueron en busca de Julio, que curiosamente ha sido el único de los hermanos Jiménez Echeverría que ha quedado vivo. Una pelea entre él y su mujer Amparo fue el detonante de esta masacre que ha sacudido la apacible vida de Cáseda, un tranquilo pueblo navarro de 1.000 habitantes.
El triple crimen tuvo lugar el martes 18, poco antes de las siete de la tarde. Pasó en la puerta del 12 de la Calle Nueva de Cáseda. Ahí vive Julio. Y ahí vivía, hasta el pasado 9 de septiembre, su esposa Amparo. 21 años él, 19 ella, eran un matrimonio feliz. Tienen una hija en común de dos años, cuyo carrito de color rosa sigue en el portal, ajeno a todo.
La echó de casa en fiestas
Aquel 9 de septiembre, en plenas fiestas de Cáseda, Julio echó a Amparo de casa de malas maneras. “Dice un vecino que a ella la habían visto con otro, pero otros dicen que no es verdad, que eran problemas típicos de cualquier matrimonio”. Sea como fuere, Julio montó en cólera y puso a su esposa de patitas en la calle.
Ella se volvió con su familia a Munián de la Solana, un pueblo próximo a Cáseda. Ahí vivió durante toda la semana. Lo que hizo Julio con Amparo no gustó en casa de los Jiménez Jiménez, que durante toda esa semana estuvieron incubando la ira y el rencor que acabó en tragedia. Tanto su padre Juan Carlos como sus hermanos Juan Carlos y Emilio se lo tomaron como una ofensa contra su familia que tenían que limpiar.
El martes 18, en torno a las seis de la tarde, Amparo decidió volver a Cáseda. Su idea era reconciliarse con Julio y quedarse con él en el pueblo. La idea de su familia, en cambio, era pedir explicaciones por lo que habían hecho con su hija. Y salieron de Munián de la Solana detrás de ella.
Los Jiménez Echeverría sabían que Amparo no iba a venir sola. Dicen en el pueblo que los Jiménez Jiménez advirtieron por WhatsApp de que iban a ir con Amparo a pedirles explicaciones. Por ese motivo, los Jiménez Echeverría decidieron hacer piña y no dejar a Julio solo. Para protegerlo de cualquier eventualidad, acudieron a su casa su padre Fermín y sus hermanos José y Cristian, que residen en el municipio vecino de Eslava.
El encontronazo
Poco antes de las siete de la tarde llegó Amparo, que empezó a hablar con Julio. Cuando parecía que las aguas volvían a su cauce, apareció la familia de Amparo. El padre y los dos hermanos llegaron pidiendo explicaciones, recriminando a Julio su comportamiento y con ganas de montar gresca. Amparo intento mediar en el conflicto. Fue entonces cuando, tras varios insultos y provocaciones cruzadas entre ambas familias, Juan Carlos Jiménez Jiménez le preguntó a su hija: “¿Aquí te quieres quedar?”. Ella contestó que si. Y lo único que hizo esa respuesta fue caldear más los ánimos. Primero, la expulsión de su hija de casa de los Jiménez Echeverría. Luego, la humillación de que ella decidiese volver con Julio. Juan Carlos no pudo resistir tanto oprobio y explotó.
De las palabras pasaron a los golpes. Los Jiménez Jiménez (Juan Carlos padre, Juan Carlos hijo y Emilio) se enzarzaron en una pelea con los Jiménez Echeverría (Fermín, José, Julio y Cristian). Los primeros, en inferioridad numérica, salieron peor parados del choque. Pero no pensaban quedarse de brazos cruzados.
El padre de Amparo se dirigió a su coche, agarró su escopeta de caza y cargó tres cartuchos. “Postas de alambre, que están prohibidas”, cuenta un cazador del pueblo. “Si hubiera disparado con un revolver todavía habrían tenido alguna posibilidad de salvarse. Pero si te agarra una posta de alambre te revienta. Y más a bocajarro, como disparó él”.
"¡Dispara, dispara!"
Así fue. El padre de Amparo se aproximó a los Jiménez Echeverría hasta una distancia prudencial y, espoleado por sus hijos (“¡Dispara, dispara!”) le pegó un tiro a cada uno de los miembros… salvo a Julio, el detonante de su ira. Disparó casi a quemarropa a su suegro y dos de sus hijos. Fermín murió en el acto. José y Cristian todavía respiraban cuando llegaron las asistencias, que no pudieron hacer nada por salvar su vida. Fallecieron poco después. José deja viuda y una hija de 2 años, los mismos que tiene la hija de Julio y Amparo.
Para Julio no hubo cartucho. Especulan en el pueblo con que eso también fue premeditado. “Le hace más daño matando a su familia que matándolo a él”, cuentan en el bar del Ayuntamiento.
Huyeron los Jiménez Jiménez, pero una maniobra extraña con el coche alertó a una patrulla de la Policía Foral de Navarra, que les dio el alto a cinco kilómetros del lugar de los hechos. Los tres fueron detenidos. De ahí fueron llevados a la comisaría de Tafalla. Pero la gravedad de los hechos era tal, que dicha comisaría no estaba preparada para atender un caso así. Esas cosas no suelen suceder en la zona. Los tres Jiménez Jiménez fueron trasladados a Pamplona y declararán el viernes ante el juez.
La familia de Amparo ha huido de Munián de la Solana. Es lo que suele suceder cuando un enfrentamiento entre familias gitanas deriva en disparos y/o muertos: los agresores abandonan su vivienda por temor a represalias de la familia de los agredidos. “La ley gitana funciona así. Y más cuando matan a un menor, como ha pasado con Cristian. Es como un doble crimen”, cuenta Íñigo, un vecino de Cáseda que todavía no se ha repuesto del shock.
Sin problemas de convivencia
"Es una desgracia para un pueblo muy tranquilo", cuenta su alcalde, Jesús Esparza. Cáseda es un municipio que presume de tener un 0% de tasa de paro. "Tenemos una empresa muy importante de intestinos sintéticos, que es puntera en el mundo", cuentan sus habitantes con orgullo. Aseguran que la familia Jiménez Echeverría, la que residía en el pueblo, no ha tenido jamás un problema de convivencia. "Son cosas del corazón y de cómo arreglan los gitanos sus problemas entre ellos", concluye una vecina.
El 12 de Calle Nueva sigue vacía. En la puerta, un carrito rosa de juguete. En la ventana, las zapatillas de la niña de dos años, hija de Julio y Amparo, que lleva la sangre de una y otra familia. Alguien tendrá que explicarle a esa niña, cuando sea mayor, que su abuelo mató a su otro abuelo después de que sus padres se peleasen.