Cuando Juan Carlos salió de su casa, sabía que iba a matar. Tenía la mente caliente, pero las ideas muy claras. Iba a ajusticiar a su consuegro y a los dos hijos de este. Lo iba a hacer para limpiar una presunta humillación a su hija. Juan Carlos sabía que iba a matar. Por eso agarró dos escopetas y las introdujo en el coche. Él, que es cazador y que fue Guardia Forestal; él, que es poseedor de licencia de armas, tenía los conocimientos suficientes para no errar un disparo. Tampoco tres.
Juan Carlos Jiménez Jiménez pasó a disposición judicial el viernes a mediodía en el Juzgado de Aoiz. Es el asesino confeso de Fermín, José y Cristian Jiménez Echeverría, tres miembros de su familia política. También declararon ante el juez sus dos hijos, Juan Carlos y Emilio, que le acompañaron en ese viaje sin retorno hasta el municipio de Cáseda.
La expectación creada por la llegada de los tres detenidos al juzgado sólo fue mediática. Ni un solo miembro de la otra familia. Ni un solo incidente. En gran parte se debió al gran despliegue de la Policía Foral de Navarra, que procedió incluso a controlar los accesos al municipio. “En mi vida he visto tanta expectación en este pueblo”, comentaba en el bar un parroquiano.
Los hijos han quedado en libertad
Los acusados llegaron conducidos por la Foral y con los rostros cubiertos con pasamontañas. La declaración duró algo más de una hora. Tal y como estaba previsto, Juan Carlos reconoció los hechos y exculpó a sus hijos. Por este motivo, el juez lo mandó a prisión provisional sin fianza. Sus hijos, en cambio, han salido en libertad provisional y tienen la obligación de presentarse a firmar en los juzgados los días 1 y 15 de cada mes.
La Policía Foral introduce a uno de los hermanos Jiménez Jiménez en los juzgados
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La tarde del 18 de septiembre estalló el conflicto latente entre los Jiménez Jiménez y los Jiménez Echeverría. Dos familias emparentadas por el matrimonio de Julio Jiménez Echeverría y Amparo Jiménez Jiménez. Emparentadas pero enfrentadas sin remisión desde el 9 de septiembre. Ese día, en plenas fiestas de Cáseda, Julio echó a su esposa del domicilio conyugal. Ella tuvo que volver a su casa paterna, en Solana de Muniáin.
Durante los 8 días siguientes, la ira y el rencor crecieron en el seno de los Jiménez Jiménez a causa de esa afrenta. Y aunque ella decidió finalmente intentar reconciliarse con su marido, su padre y sus hermanos se tomaron la ofensa como algo personal.
El largo viaje hasta Cáseda
Esa tarde, Amparo advirtió de que iba a volver a Cáseda, a intentar recuperar su relación. Tras una tensa conversación en su casa, se montó en un taxi junto a su hija y recorrió los 80 kilómetros que separan Solana de Muniain de Cáseda. La marcha de Amparo también fue definitiva para su padre y sus hermanos. Decidieron arreglar las cosas por su cuenta. Por eso avisaron telefónicamente a los Jiménez Echeverría de que iban a salir detrás de Amparo y se iban a plantar en Cáseda para pedir explicaciones. Si tensa fue la conversación con Amparo, más tensa fue la conversación con Julio Jiménez Echeverría. Éste, en vistas de lo que se le venía encima, decidió comunicarlo a su familia, que optaron por desplazarse hasta su casa para hacer piña y defenderlo en caso de que fuese necesario.
Aunque Amparo tenía idea de reconciliarse con su marido, la familia de ella no esta por la labor de dejar las cosas así. La conversación telefónica fue la gota que colmó el vaso. El padre de la familia, Juan Carlos, fue el más beligerante. También el que tomó la decisión de echar al coche las dos escopetas de caza que tenía. Las cargó en su Seat Toledo blanco, montó a sus hijos y emprendieron un trayecto que atraviesa toda la comarca. Un largo camino que no les sirvió para enfriar su estado de ánimo sino todo lo contrario.
Las dos familias, frente a frente
Llegaron a Cáseda poco antes de las siete de la tarde. Amparo ya estaba allí, hablando con Julio. El proceso de reconciliación parecía ir bien… hasta que llegó la familia de Amparo. Juan Carlos padre, Juan Carlos hijo y Emilio bajaron del coche y se plantaron en la puerta de la calle Nueva número 12. Allí les esperaban los Jiménez Echeverría. Además de Julio, estaban esperando sus hermanos José y Cristian y su padre Fermín.
Julio, el marido de Amparo, entrando en la iglesia en el funeral de su padre y sus hermanos
Enseguida se desató una discusión entre ambas familias. Los Jiménez Jiménez no estaban por la labor de que su pequeña Amparo se quedase allí, con una familia con la que ya estaban oficialmente enemistados. Pero ella optó por quedarse. La decisión enfadó sobremanera a su padre, que acabó preguntándole a su hija si de verdad quería quedarse allí. Ella respondió que sí. El padre montó en cólera.
La discusión desembocó rápidamente en una brutal pelea. Primero a golpes. Luego a palos. Todos salieron mal parados de aquel envite. Todos resultaron heridos en mayor o menos medida. Cuando pareció acabar la pelea, el padre de Amparo se levantó y se dirigió al coche, donde guardaba las dos escopetas, Solamente le hizo falta coger una. Cargó tres cartuchos y volvió a la puerta de la casa de Julio y Amparo. Azuzado por uno de sus hijos, se acercó hasta su familia política y vació el cargador. Un tiro para Fermín, otro para José y otro para Cristian, el menor de edad. Los mató a los tres.
Detenidos en su huida
Los Jiménez Jiménez emprendieron entonces una fuga a ninguna parte, dejando allí sola a su hija Amparo. Intentaron huir lejos del lugar de los hechos, pero los mismos nervios de la situación les tendieron una mala pasada. Realizaron una maniobra de circulación´pon sospechosa que puso alerta a una patrulla de la Policía Foral de Navarra. Los detuvieron. El resto es historia.
Los Jiménez Jimenez pasaron a disposición judicial el viernes 21, justo un día después de que enterrasen a sus tres víctimas. Juan Carlos fue enviado a prisión preventiva. El auto del juez justifica la decisión por varios motivos. El primero es el riesgo de fuga. El intento de huida del lugar de los hechos después de disparar ha sido motivo más que suficiente para que el magistrado considere que podría intentar lo mismo si permaneciese en libertad. En segundo lugar, el juez considera que si “acudió a Cáseda armado y preparado para entrar en un enfrentamiento violento, y visto el resultado de fallecimiento de tres miembros de la familia J. E., nada hace pensar que no fuera capaz de materializar sus amenazas en caso de quedar en libertad”.
Imágenes del funeral de los tres miembros de la familia Jiménez Echeverría
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Para los hijos, en cambio, ha decretado libertad provisional, pero también les obliga a personarse quincenalmente en los juzgados por el mismo motivo por el que han encarcelado a su padre: posible riesgo de fuga.
Entretanto, Juan Carlos Jiménez Jiménez parece haber sido consciente ahora de lo que ha sucedido. Horas más tarde de su detención, y según fuentes próximas a la investigación, el asesino confeso se derrumbó en los calabozos. Tuvo que ser atendido por sufrir ataques de ansiedad. Y lloró mucho. Pero ya hay poco que hacer. Él, casi con toda probabilidad pasará el resto de sus días en la cárcel. Sus hijos también están pendientes de juicio. Su hija permanece oculta en vistas de posibles represalias. Y gran parte de su familia política está enterrada, a causa de los tres disparos de escopeta que nunca imaginó que iba a pegar.