La localidad gaditana de Chiclana de la Frontera se acostó sobresaltada este miércoles al conocer que una mujer de 42 años y madre de dos niños había matado a su pareja, de la misma edad. La autora del crimen, de nombre Inmaculada, habría aprovechado que su marido dormía para asestarle varios golpes violentos en la cabeza con un rodillo de cocina para amasar. Luego, según fuentes de la investigación, le asestó varias puñaladas.
La víctima se llamaba Abraham. El suceso tuvo lugar a una hora de la tarde todavía por determinar, pero seguro que antes de las 19.30 horas. Los hechos ocurrieron en el número 61 de la Calle Pedro I de Chiclana.
La vivienda está ubicada en la barriada Huerta del Rosario, una zona de unifamiliares adosados. En el momento de la agresión mortal, los dos hijos de la pareja, de corta edad, se encontraban en casa de su abuelo paterno.
Poco antes de las doce de la noche, el juez ordenó el levantamiento del cadáver, según fuentes consultadas de la Guardia Civil. No había constancia de ninguna denuncia previa por violencia de género entre ambos.
Llamó al 112
Aunque todavía se investigan los hechos y será clave la declaración de la agresora, que desde anoche se encuentra en los calabozos del cuartel de la Guardia Civil en Chiclana, lo que ya se sabe es que Emergencias 112 ha informado de que a las 19.30 horas el centro coordinador recibió una llamada de una mujer desde el número 61 de la calle Pedro I.
La mujer dijo que "había discutido con su marido y que no sabía si él estaba herido". Inmaculada añadió que ella "presentaba golpes", por lo que habrá que conocer con mayor detalle qué ocurrió en las horas previas a la muerte de Abraham para saber si se produjo alguna discusión violenta o una agresión entre ellos al inicio de la tarde.
Inmaculada trabajaba como limpiadora en un hotel de Sancti Petri, zona de urbanizaciones y hoteles ubicada a las afueras de Chiclana, entre esta localidad y Conil de la Frontera.
Varios vecinos con los que ha hablado por teléfono este periódico la describen como una mujer “dulce”, que “se desvivía por sus dos hijos” y que siempre “saludaba con cariño” por la calle.
“No sabemos qué ha podido pasar, de puertas para adentro cada uno en su casa sabe lo que se cuece”, dice una vecino de unos portales más abajo. “Se rumoreaba que tenían problemas con el dinero, que no tenían una buena situación económica y que por eso discutían bastante. Pero de ahí a matar a alguien va un trecho. Algo más habría que sólo ellos saben”, dice otra vecina.
Cuentan en el vecindario que Abraham, también de 42 años, era un hombre “más retraído”, al que se le veía salir “poco de casa” aunque, cuando lo hacía, se mostraba “educado y cercano”. EL ESPAÑOL no ha podido confirmar si tenía trabajo en la actualidad. “No solía dejarse ver por las reuniones de la comunidad ni tampoco mucho con ella. Es una pena que una relación tenga que romperse de la peor manera posible”.