“Este líquido marrón que hay dentro de esta jeringuilla es la sustancia que vamos a consumir. Parece una jeringa muy pequeña, pero en realidad hay muchas dosis ahí dentro. No te la puedes administrar entera, sería una locura. Hay que ponerse una dosis menor que el tamaño de un granito de arroz debajo de la lengua... y esperar”.
Así, esperando tras pegarse un jeringazo debajo de la lengua, es como “se colocan” ahora en muchos estados norteamericanos. Sobre todo en la Costa Oeste. En California, en Nevada, en Colorado… También en Canadá, donde este producto conocido allí como "Lágrimas de fénix" se ha hecho especialmente popular. Una gotita debajo de la lengua es la nueva forma de consumir esta sustancia viene pegando fuerte desde América. Aquí en España es ilegal.
“Hay un montón de gente, de todas las edades, que viene a comprar este producto. Se han popularizado mucho porque en realidad funcionan, es un sistema nuevo para mucha gente ya que no tienes que fumar, que es lo que les disgusta a muchos”, explica el chico que dispensa las jeringuillas con “Lágrimas de Fénix”.
Lágrimas de fénix
¿Qué son estas lágrimas de fénix? ¿Cuál es exactamente la sustancia de la que estamos hablando? ¿Acaso una nueva droga? No. Lo que hay en la jeringa no es ni más ni menos que extracto puro de THC. Es decir, la sustancia psicoactiva del cannabis. La marihuana de toda la vida abre un abanico amplísimo para los consumidores, más allá de los porros. Ahora triunfan aceites corporales, líquido para vapear, cremas cutáneas, parches transdérmicos… y, sobre todo, los llamados “edibles”. Se traduce como “comestibles” y engloba toda la gama de derivados del cannabis que se administran por vía oral.
En España es muy popular su forma más rudimentaria. Esto es: hacer una tarta o un bizcocho y añadirle hachís o marihuana. Pero se trata de un sistema demasiado casero, con efectos en muchas ocasiones no deseados, por motivos que mencionaremos después. En los países donde se ha regulado el cannabis, la cosa cambia. Se ha desarrollado una potente industria que permite investigar sobre la sustancia y presentarla en varios formatos. Hay dinero, hay empresas fuertes detrás, hay recursos humanos y, sobre todo, hay voluntad.
Vancouver, la nueva Amsterdam del cannabis
El diario inglés The Telegraph publicaba recientemente un reportaje en el que calificaba a la ciudad de Vancouver como “La nueva Amsterdam” en materia de consumo de cannabis. Su legalización ha dado origen a una potente industria con productores de marihuana, intermediarios, fabricantes de parafernalia, expertos de la extracción de los aceites, etc.. Hay dispensarios de cannabis en cada barrio, donde se puede comprar cannabis y te proporcionan información de cada planta, su procedencia, sus efectos… Y si no puedes ir a buscarla, la mayoría de estos establecimientos tienen delivery (servicio a domicilio). Tan fácil como pedir una pizza.
Así se ha llegado a la comercialización de estos “edibles”: la última vuelta de tuerca del consumo de cannabis. La industria cannábica investiga para alejar el sector de otro perjudicial: el tabaco. Con los “edibles” uno puede consumir el principio activo de la marihuana sin necesidad de contaminar sus pulmones fumando tabaco.
El nuevo fenómeno
Dan es un canadiense de origen coreano que regenta uno de estos dispensarios en Vancouver. Asegura que estas jeringas con THC son “un auténtico éxito entre la clientela. Desde que el cannabis es legal son muchas las personas que vienen a informarse sobre la sustancia. Cómo la pueden tomar, qué efectos les provocará, si es adictiva o si es peligrosa. Gente normal que antes de la legalización ni se hubieran planteado informarse. Y mucho menos consumir. La legalización ha conseguido que la gente obtenga más información y se le quite el miedo”; resume. Y de estos nuevos clientes, son muchos los que han optado por la vía de los “edibles” para no pasar por los porros.
El procedimiento de elaboración es el siguiente: con diferentes métodos de extracción, se obtiene el THC de la planta de cannabis. En los laboratorios lo mezclan con aceites inocuos que realizan la labor de excipiente. Se sellan en laboratorios legales, se analizan y se empaquetan tras realizar todo los procedimientos sanitarios necesarios.
Las jeringas que vende Dan contienen un THC cuya concentración va desde el 90 hasta el 99%, por lo que hay que administrarlas con cuidado. Cada jeringa cuesta entre 30 y 60 dólares según la concentración. El método de consumo es, en principio, administrar la cantidad de un granito de arroz en la lengua. También hay otras formas de tomarla, como depositando una cantidad más pequeña y rebajándola con aceite de oliva (se diluyeporcentaje de THC) o vapearla. Es decir, colocarla en un cigarrillo electrónico e inhalarla.
Está indicada tanto para uso recreativo como medicinal. Son muchos los pacientes de dolencias tan variadas como cáncer, esclerosis o lesiones de accidentes y operaciones que mitigan el dolor o los síntomas de su enfermedad con estos edibles. El paciente, después de consumirlo, entra en un estado de relajación general que ayuda a reducir los síntomas.
¿Cuál es el efecto?
¿Cuál es el efecto? En un principio debería ser similar al de fumarse un porro, aunque en realidad esto no sea así exactamente. “Oralmente es distinto a fumado, que es un efecto muy inmediato y menos duradero. Cuando ingieres tarda más en hacer efecto. Se recomienda que no se repita otra dosis antes de las 4 horas”. Y aquí viene el motivo por el que los pasteles de marihuana suelen provocar intoxicaciones muchas veces. La gente coge un pedacito de bizcocho, pasa media hora y eso no le ha subido. Entronces se come otro, y otro… y al par de hora llega la explosión cerebral.
Más allá de eso, el efecto puede ser analgésico y antiinflamatorio para personas con dolencias. Tiene propiedades antitumorales. Y en función del tipo de variedad del que hayamos obtenido el THC, proporcionará más euforia, más tranquilidad…
Las dificultades en España
¿Y en España no hay de eso? Pues haberlo haylo, pero es ilegal. Como cualquier producto que contenga precisamente THC. Lo que sucede es que la cultura cannábica en España, no sólo es enorme, es que está creciendo a pasos agigantados. España es una potencia mundial absoluta en materia de cannabis. Lo que sucede es que la prohibición evita que se pueda investigar con fondos y recursos, como se está haciendo en la Costa Oeste americana.
“El aceite del cannabis se extrae en casa, en clubes canábicos, en condiciones que tendrían que ser mejores si fuese legal. Se hace a escondidas y con miedo a que te metan en la cárcel”, explica la presidenta del Obeservatorio Español de Cannabis Medicinal Carola Pérez. Ella, que padece varias lesiones graves por un accidente que sufrió siendo pequeña, ha encontrado en el cannabis su calidad de vida. “Es mi medicina y me ayuda mucho a llevar los dolores y a sobrellevar esta situación extrema”; insiste. Carola es una habitual consumidora de “edibles”. En su caso, ella misma hace la extracción en su casa y “luego me lo rebajo con aceite de oliva. Y en función de mi estado o de lo que necesite, cojo aceite de una genética o de otra. Me pongo una índica o una sativa, lo mezclo con más o menos CBD (otra sustancia derivada del cannabis que es analgésica y antiinflamatoria), lo vaporizo y me pongo cremas, etc. Hay muchas posibilidades”, cuenta.
¿Cuál es el problema? Que España no es Canadá ni Estados Unidos, por lo que el aceite que obtenga no tendrá todas las garantías sanitarias que tendría en un escenario de regulación: “La extracción del THC se puede hacer de muchas maneras, pero a menudo se utiliza gas, solventes… Sin un control sanitario adecuado, esas sustancias podrían permanecer en el aceite y pueden acabar perjudicando a la persona que los consume en el caso de que el que lo elabora no tenga los conocimientos adecuados”, explica Carola Pérez. Las desventajas de hacer las cosas de forma clandestina.
Evitar círculos delictivos
Una de tantas: “Para obtener estas cosas, una persona en España tiene que darse de alta en clubes o acudir al mercado negro. Eso en los países donde se ha legalizado no pasa. El enfermo puede bajar al dispensario de la esquina a por su medicina tranquilamente. Yo cada vez que iba con el cannabis desde el club cannábico a mi casa, paso ansiedad”, explica Carola.
El aceite de cannabis no es, en absoluto, la panacea. Una ingesta demasiado elevada de THC con alta concentración podría suponer un globo desmesurado. "Por eso sería importante que estas cosas las supervisase un médico o profesionales con conocimientos del tema. Que haga un estudio personalizado de cada consumidor y le recomiende el producto, la dosis y la cepa que más le convenga a cada persona", reivindica Carola. Ahora mismo, sin ese asesoramiento, el consumidor podría sufrir una intoxicación de THC si se pasa. El efecto sería un colocón demasiado fuerte que no permitiría a la persona ni siquiera levantarse en varias horas. Pero nada irreversible. Porque, como recuerda Carola Pérez: "No existe ni un solo caso documentado en toda la historia de la literatura médica de alguien que haya muerto por sobredosis de cannabis". El alcohol no puede decir lo mismo.