Cristian y Sebastian Sandulache, los dos hermanos proxenetas rumanos que lideran un clan mafioso de prostitución en Oviedo, tenían claro que harían lo que hiciera falta por no ser juzgados. Ellos, que torturaban a sus esclavas sexuales con los métodos más abyectos, infrahumanos; que se enfrentan a una petición de casi 600 años de prisión, no consideraban que lo que hacían estuviera mal. O, al menos, no tan mal.
Porque, para empezar, las violaciones sistemáticas, diarias, a las que sometían a las chicas no eran tales. ¿Cómo iban a serlo, si las chicas eran prostitutas? “Ah, pero… ¿se puede violar a una prostituta?”, preguntaban incrédulos, cuando les interrogaba la policía asturiana. Porque, para los Sandulache, si una persona se dedica a la prostitución elimina la posibilidad de que sea violada, por el hecho de que trabaja practicando sexo. Y mucho menos si es "de su propiedad", como sucedía con sus esclavas.
Ahora, que tenían en ciernes la celebración del juicio que iba a dilucidar su responsabilidad -y que comenzaría este martes-, han conseguido detener el reloj, una vez más. Cualquier cosa con tal de amedrentar a las chicas, dejar correr el tiempo para que se echen atrás en su declaración. Siempre por miedo, siempre amenazadas.
Renuncia de la defensa y sólo una semana para instruirse
La renuncia del abogado defensor del jefe del clan, Cristian, ha desembocado en la designación de una letrada de oficio, quien ha pedido este lunes la suspensión de la vista para poder instruirse en el caso. No es de extrañar: se trata de uno de los mayores procesos penales de prostitución en España. Pero llama la atención que la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Asturias le haya concedido tan sólo una semana.
“No se comprende, aunque no creo que a los Sandulache puedan imputárseles en esto ninguna culpa. Lo que manifiesto es mi sorpresa de que a estas alturas se haya permitido renunciar con poquísima antelación y desconozco por qué motivo: no es habitual que con tan poco margen se estimen renuncias de letrados”, admite en conversación con este periódico la abogada Judith Gómez, defensora de una de las víctimas, pero que está también imputada. “Es prolongar la agonía que están sufriendo estas chicas y que ya han visto que [el juicio] es una especie de tortura psicológica”.
La letrada se refiere a la sensación de déjà vu constante que viven las víctimas, mezclada con el pánico a las represalias que pueda llevar a cabo el clan de los Sandulache. Vejación tras vejación, estos dos hermanos de Vaslui (Rumanía), acusados de trata de seres humanos, prostitución coactiva y blanqueo de capitales, dispensaban a sus prostitutas palizas, violaciones diarias, humillaciones, amenazas…
Ellos son los cabecillas de un clan dedicado a la trata de seres humanos desde Rumanía. Cristian es el pequeño (nació en 1984), pero es el jefe del clan. Su hermano Sebastián nació en 1979 pero ocupa un escalafón inferior en el entramado. Regentaban dos prostíbulos en Oviedo y llevaban varios años traficando con personas desde su Rumanía natal. Chicas a las que engañaban prometiéndoles trabajos como camareras en Asturias.
Una "maniobra" más... que les beneficia
Si bien es comprensible que el abogado necesite tiempo para empaparse en la causa para que los Sandulache puedan cumplir con su derecho a una defensa justa, a la abogada Gómez lo que más le ha sorprendido de esta última argucia es “que el tribunal haya aceptado la renuncia. Si hay algún motivo de fuerza mayor que se desconozca… Pero yo pensaba que entenderían que es sólo una maniobra”.
“A posteriori intentará alegar indefensión. Espero que ninguna circunstancia procesal se pueda alegar para a posteriori anular el juicio de nuevo [como ya sucedió a finales del pasado mes de febrero, por un error del tribunal de la Audiencia]. A estas alturas del procedimiento me preocupa que exista un juicio justo para todos los acusados”, apunta la letrada.
No es la primera vez que los hermanos Sandulache se ven beneficiados por los magistrados. No hay que olvidar que, aunque les piden casi 600 años de cárcel, los miembros del clan estuvieron hasta junio en la calle porque los jueces estimaron que no existía riesgo de fuga. A pesar de que tienen más de una veintena de antecedentes policiales.
Este último giro final, para la abogada, podría ser “un grave quebranto para los derechos de las víctimas. Pero el objetivo es asegurarse que no vayan a alegar indefensión por no haberle sido un margen suficiente para instruirse. Les podría instar a que se repita el juicio de nuevo. Podría ser. Pero no vamos a especular”.
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