En esta vida, todos tenemos ilusiones. Un coche potente, una casa con piscina, un buen trabajo… La ilusión de J. M. era agarrar un fusil, entrar en la Universidad Islas Baleares, matar a tiros a un montón de alumnos y luego suicidarse. Pero como las ilusiones a veces cuestan, J. M. vio truncado su sueño cuando le denegaron el permiso de armas. Entonces decidió que lo que tenía que hacer era comprar 140 kilos de explosivos por internet y volar la facultad un 20 de abril, para celebrar el aniversario de otra matanza de estudiantes en Columbine (EEUU).
J. M. M. S. no cumplió sus sueños porque la policía ya lo tenía controlado y lo detuvo antes de que perpetrase la masacre. Este martes 3 de octubre se cumplieron 6 años de su arresto. Este joven mallorquín, que en aquel entonces tenía solamente 21 años, acreditó un trastorno mental y pactó con el juez una pena de 4 años de prisión.
Ahora, J. M. vuelve a estar en la calle. Vive solo en Palma, en un barrio que se llama La Soledad, y tiene a sus vecinos atemorizados. No es una cuestión de prejuicios. Es que J. M. la lía casi a diario. Gritos a medianoche, golpes, amenazas o actitudes violentas son las quejas de unos habitantes que temen que este chico, conocido como “El Unabomber de Mallorca”, acabe volando el barrio.
Antecedentes: ¿Qué significa Unabomber?
¿Qué significa Unabomber? Es la palabra que designa a las personas que atentan con bombas contra universidades y compañías de aerolíneas. UN (Universidad), A (Aerolíneas) BOMBER (bombardero, terrorista, que pone o envía bombas). El primer Unabomber fue Theodore Kaczynski, un matemático y filósofo norteamericano que fue pionero en este tipo de atentados. Una mente brillante que se doctoró en Harvard y que, sin que se haya llegado nunca a conocer el motivo real, cambió radicalmente de vida un buen día. Dimitió de su (buen) cargo en la Universidad de Berkeley y se retiró a vivir sin agua ni electricidad a una cabaña en las montañas de Montana.
Allí se le perdió la pista. Vivió como un ermitaño, aplicando técnicas de supervivencia extrema. Sobrevivía gracias a la caza y la recolección. Pero lo más sorprendente fue que éntre 1978 y 1995 se dedicó a enviar cartas bomba a universidades y aerolíneas, con un resultado de 3 muertos y 21 heridos. Tras años de ardua investigación del FBI, Kaczynski fue capturado gracias a la intervención de su propio hermano, que reconoció su trazo de escritura y le delató ante la policía. Ahora cumple ocho cadenas perpetuas en un penal de máxima seguridad en Colorado.
El Unabomber de Mallorca (Parte I)
El Unabomber original generó, como muchos otros terroristas o asesinos en serie, una especie de fascinación en personas de alrededor del mundo. Como en J. M. M. S. , un introvertido estudiante mallorquín de 21 años con serios problemas de relaciones sociales. Tímido y reservado, este mallorquín sufrió bullying durante gran parte de su vida estudiantil, y que almacenó todo ese rencor con la esperanza de vengarse algún día en forma de masacre estudiantil.
Sus aficiones y sus lecturas eran, cuanto menos, inquietantes. J. M. M. pasaba horas en la biblioteca leyendo el Mein Kampf de Hitler, adoraba a los autores de matanzas masivas y escribía un blog en el que vomitaba toda su bilis y advertía de cuáles eran sus funestos planes.
Estudiante de un Grado Superior de Informática, J. M. siempre fue el rarito de la clase, el asocial, aunque nadie se imaginaba que pudiese llegar a intentar perpetrar un atentado de esta magnitud. Pero J. M. odiaba a la gente en general y a los estudiantes en particular. Por eso planificó su venganza en 2012. Vivía solo, en el sentido más amplio de la palabra. Siempre iba solo, cabeza gacha, no se relacionaba con grupos, no tenía amigos y ese año se había independizado de sus padres gracias a un dinero (12.000) euros que ganó en apuestas deportivas, jugándosela en la Eurocopa por la selección española.
Fan de asesinos de masas
En la soledad de su hogar tramaba su plan. Lo que a él realmente le apetecía era una matanza a tiros, como la de Columbine, En su blog calificaba a sus autores, Eric Harris y Dylan Klebold, como sus auténticos ídolos. Igual pensaba de Anders Breivik, el ultracristiano noruego que perpetró una matanza en una isla de su país. O de Cho Seug Hui, el coreano que mató a 33 alumnos en una universidad de Virginia. Por eso intentó comprar una escopeta de caza. Pero no le concedieron la licencia de armas, por lo que tuvo que cambiar de planes y recurrir a otro ídolo: el Unabomber Kaczynski.
J. M. adquirió por internet todo lo que necesitaba para poner numerosas bombas en varios puntos concretos de la Universidad Islas Baleares de Mallorca. En total se hizo con 140 kilos de explosivos, además de diferentes utillajes para hacer detonar las bombas, como artefactos cilíndricos que harían las funciones de cañón. Gran parte de ese dinero gastado (1.000 euros) lo sacó de los 7.000 que ganó jugando al póker online, otra de sus pasiones.
Un error de bulto
Pero el gran fallo de J. M. fue proclamar sus planes a los cuatro vientos. Colgaba sus intenciones en su blog, que aunque tenía poco éxito, llegó hasta un periodista venezolano afincado en Tokio, que entendió que J. M. no iba de farol. Aquello no tenía pinta de bravuconada juvenil. Aquello iba en serio. El hombre alertó a la policía española, que consiguió una orden judicial para intervenirle el teléfono y sus cuentas de internet. Allí averiguaron que J. M. era un personaje especialmente activo en foros de ultraderecha. Y que lo de que había comprado 140 kilos de explosivos iba en serio.
J. M. tenía hasta el 20 de abril de 2013, fecha elegida para el atentado para conmemorar la matanza de Columbine, para preparar su gran masacre. Pero fue detenido por la policía el 3 de octubre de 2012, cuando se dirigía a recoger parte del arsenal que había comprado por internet. Pasó a disposición judicial y acabó pactando una pena de 4 años.
El Unabomber de Mallorca (Parte II)
El momento de salir a la calle tenía que llegar. Fue en 2016 y ahí empezaron los problemas. J. M. volvió a su pisito del barrio de La Soledad, donde apenas había tenido ocasión de coincidir con sus vecinos porque lo detuvieron al poco de independizarse. Ha sido ahora cuando los habitantes están sufriendo la ira del Unabomber.
Contrariamente a lo que se esperaba, J. M. no ha salido rehabilitado en ningún caso. Sigue teniendo mucha afición por las armas de fuego, cosa que queda patente en sus redes sociales. Allí cuelga vídeos en los que sale disparando con una escopeta. “Ha quedado muy veraniega. Ventilada”, explica a cámara, sujetando una lata de Coca-Cola agujereada por sus disparos.
Pero lo que más preocupa a los vecinos es su actitud. Su comportamiento. Tiene atemorizados a muchos de los habitantes de La Soledad, debido a su carácter explosivo (y nunca mejor dicho). “Es habitual que por las noches comience a gritar y que lance todo tipo de objetos por la ventana, además del romper el mobiliario común o lanzar cristales a la terraza. Pega fuertes golpes, y si alguien le llama la atención responde con extrema violencia. Tenemos mucho miedo”, declaraba uno de sus vecinos al diario mallorquín Última Hora.
¿Y si le da por poner otra bomba?
“Nosotros hemos visto como el ‘Unabomber’ le decía a la policía que tenía esquizofrenia y que no puede controlarla. De hecho, hay temporadas que se lo llevan y queda ingresado en psiquiatría. ¿Quién controla a este chico? ¿Y si le da por poner otra bomba?”, explicaba a ese rotativo otro vecino que no quiso identificarse por temor a las represalias de J. M.. Ahora vive solo, sigue viviendo del juego, sigue aficionado a las armas de fuego y, sobre todo, está libre. Además, ya no da pistas en ningún blog. Los vecinos tienen miedo.