El día que apuñaló tres veces a su hijo Guillermo cuando este impedía que atacase a su madre, Juan Sánchez S., 50 años, tenía el día libre en la cárcel de Madrid VI, en Aranjuez. Trabajaba allí como funcionario de prisiones desde hacía, por lo menos, cinco años. Su cometido era gestionar las comunicaciones, de arreglar, concertar y preparar los encuentros entre los presos y sus familiares. Juan tenía un trabajo sencillo, casi funcionarial, de papeleo de oficina, nada de alto voltaje. Luego era él quien llevaba a los visitantes a los locutorios, a las salas de comunicaciones o a los vis a vis.
Juan trabajaba en jornadas consecutivas de ocho a diez de la noche, y luego le tocaba descansar cuatro días seguidos, según ha podido saber EL ESPAÑOL a través de fuentes penitenciarias. El viernes pasado era uno de ellos. Hasta entonces, el devenir de sus días transitaba por esa rutina. Ahora tendrá otra en la cárcel, ese sitio que conoce también debido a su trabajo, solo que desde este lunes lo experimentará del otro lado de la reja: el lado de los presos.
La semana estaba a punto de terminar, y Juan se despertó en el piso que compartía con su mujer y sus hijos en la calle de Almansa, muy cerca del Palacio Real de Aranjuez y de sus apacibles jardines. Se trata de un barrio tranquilo, con un enorme supermercado contiguo a la casa, con bloques residenciales. Vivía allí con Sagrario, su mujer, Guillermo y su otro hijo, menor de edad, desde que su llegada de Salamanca varios años atrás.
Poco después de despertarse, la emprendió con Sagrario, con la que empezó a discutir. Eran las nueve y media de la mañana. En medio de la reyerta, el hombre cogió un cuchillo y se dirigió hacia ella, con clara intención de cometer un acto horrendo, un crimen deleznable. Los dos hijos estaban en ese momento en la casa. El mayor de los dos, Guillermo, no dudó cuando vio a su padre dirigirse empuñando el arma blanca hacia su madre: se interpuso entre ambos y le salvó a ella la vida. A cambio recibió toda la ira de su padre en forma de tres puñaladas, dos en el cuello, muy graves, y una tercera en el tórax que lo mandaron directo al hospital, donde todavía continúa.
Un joven amante del deporte, de la poesía y de los debates
A veces, Guille llegaba a clase con uno de los poemas nuevos que había escrito. "Algunos eran muy bonitos", explica uno de sus mejores amigos a EL ESPAÑOL. "Esa parte se le daba bien. Le gustaba mucho la literatura, escribir y todo lo demás". Eso fue en su época en el instituto de Aranjuez, en el IES Alpajés, el colegio al que comenzó a ir cuando su familia llegó a la ciudad. Lo tiene tan solo a dos minutos andando de su casa.
Guille continúa grave, en la Unidad de Cuidados Intensivos(UCI) del Hospital Doce de Octubre. Allí le ingresaron al momento, poco después del ataque perpetrado por su progenitor. Su estado sigue siendo crítico. El joven perdió mucha sangre en los minutos posteriores a la brutal agresión de su padre. Ahora se encuentra estable, no empeora.
"Era un tío que buscaba hacer siempre lo correcto. Buscaba siempre nuestro bien. Era la clase de persona que si un día llegabas a clase con mala cara te preguntaba qué te pasaba y hacía lo que pudiera para animarte. No era nada violento". Le dibuja así, como un joven preocupado por los demás, atento siempre a echar un cable, otro de sus mejores amigos en el que era su instituto.
De allí se marchó en Segundo de Bachillerato y ahora acababa de empezar la carrera de Periodismo. La que le gustaba. Ya durante el colegio exhibía su interés por los problemas sociales del día a día. "En los debates se sabía defender, mostrando su opinión en temas del momento. Solían ser debates sobre temas de actualidad, temas que eran sugeridos por la clase. Aunque también los había de filosofía cuando comentábamos cosas más abstractas como emociones", explica el mismo compañero. "Siempre tenía claras sus ideas. Y era de los que sabían defenderlas".
A Guillermo se le podía ver a menudo jugando al fútbol, en el polideportivo que está al lado de su casa. Se trata de un joven atlético, muy aficionado al Real Madrid. Otra de sus aficiones era la informática, los ordenadores y los videojuegos. Un chico normal, como cualquier otro. "Pero valiente. Aunque era pacífico, no nos sorprende para nada lo que hizo. Él era así".
Su madre salió tan solo herida leve del ataque del padre. Sagrario sigue en el hospital junto a su hijo. Guillermo lucha ahora por seguir aguantando, por aferrarse a la vida. Sus amigos confían plenamente en él. "Estamos todos en shock. Desde que me enteré de lo que pasó, no me lo pude creer. Esta semana vamos a ir a verle al hospital. Sabemos que va a ser fuerte".