Es brasileña y vive en España desde hace once años. Vivió sola los malos tratos de su pareja, que agredía a su propio hijo. “Llegó a pisarme la cabeza en el suelo, a romperme un brazo”, explica. Llora al recordar lo vivido. “Piensas que es lo normal, me escondía, creía que tenía la culpa, que no vales nada”, recuerda. Hace cinco años que dejó la relación, pero todavía sufre amenazas y ataques en la calle. “Me sentía como una niña asustada que no sabe a donde ir, pero estoy aquí —resuelve—; porque cuando pensamos que no hay salida, la hay”.