El secuestro de un narco mientras cena en la terraza de un restaurante; un padre, al que apodan ‘El Maradona’, acribillado a tiros cuando sale de la iglesia en la que su hijo acaba de tomar la comunión; la ‘sonrisa del payaso’ dibujada a punta de navaja en la cara de un escocés torturado; secuestros de hijos para cobros de deudas que luego nadie se atreve a denunciar; bombas detonadas en la puerta de un chalé de una urbanización bien; robos en casas lujosas y de coches de alta gama; porteros violentos en discotecas y clubes…
¿Medellín años 90? ¿Ciudad Juárez? No hace falta irse tan lejos. Está sucediendo ahí mismo, en nuestro Sur, en la Costa del Sol, Málaga, España. La capital del dinero en este país, donde se entremezclan grandes fortunas de ricos empresarios o de miembros de casas reales con otras de dudosa procedencia, es desde hace meses territorio de lucha entre bandas internacionales. Con el tráfico de drogas como eje vertebrador, cada una de ellas se ha especializado en un segmento delincuencial.
La consecuencia: el triángulo Marbella-Fuengirola-Estepona (y, por extensión, las localidades limítrofes) lleva meses sufriendo las consecuencias de la implantación de más de una decena de organizaciones internacionales vinculadas a la delincuencia: narcotráfico, sicariato, extorsión, robos con violencia, lavado de dinero…
“Sin duda alguna -asegura un alto cargo de la Policía Nacional en la zona- se puede decir que Marbella y su entorno son la zona de España donde existe un mayor número de bandas de delincuentes sobre el terreno. Desde argelinos procedentes de Marsella hasta búlgaros, daneses, colombianos o suecos. Esto es la ONU de los malos”.
Un abogado con una amplia cartera de clientes con turbios expedientes coincide con la fuente policial. “Absolutamente. Si te pones a contar, aquí puede haber presencia de alrededor de una veintena de bandas internacionales perfectamente implantadas. Pero las principales, diría yo, son 13…”. Para muchos, un número, el 13, maldito.
Las distintas fuentes consultadas para este reportaje -varios policías, abogados, políticos de la zona y un fiscal- desgranan el siguiente listado: en Marbella y su entorno se han implantado bandas de origen italiano, ruso, holandés, francés de raíces argelina, irlandés, inglés, albano, kosovar, búlgaro, colombiano, sueco, danés y rumano.
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Pese a que los índices de delincuencia han descendido con carácter general en la zona durante los últimos años, la actividad de estas organizaciones ha provocado un repunte de delitos vinculados a ellas. Las Fuerzas de Seguridad del Estado contabilizan ya una veintena de episodios violentos en lo que va de año en la provincia.
“Los delincuentes se codean con la alta sociedad”
Pero, ¿por qué se ha llegado a esta nueva situación en un lugar asociado a la ‘jet set’ y al lujo? La cercanía del Estrecho como punto de entrada de cocaína y de hachís, el buen clima, una sociedad cosmopolita y todo un cuerpo de abogados capaces de montar estructuras para el lavado de dinero son algunas de las razones que lo explican.
“Aquí, un sueco, un inglés o un irlandés pasan desapercibidos. Hacen vida social, se codean con la alta sociedad. Con dinero, nadie les pregunta quiénes son. Además, muchos abogados les montan entramados empresariales con los que poder blanquear el dinero que consiguen delinquiendo”, asegura Diego Escalona, portavoz del colectivo ‘Marbella se queja’.
Escalona achaca también el incremento de los ajustes de cuentas, de los robos y de los secuestros a hijos de delincuentes al hecho de que durante los últimos dos años se ha focalizado el interés y la presión policial en el Campo de Gibraltar. “La Policía Nacional y la Guardia Civil se han centrado en ‘Los Castañas’ y en todo lo que estaba pasando en La Línea de la Concepción (Cádiz). Solo en Marbella tenemos una déficit de 60 policías. Estamos en mínimos históricos. Luego, en verano vienen a la zona José María Aznar y Felipe González, que tienen casas por aquí cerca, y se les pone escolta”.
Las mafias, por sectores
Como hemos dicho, las fuentes consultadas explican que el eje vertebrador de todas las mafias que operan en la Costa del Sol es el narcotráfico. El dinero que genera conlleva ramificaciones hacia otro tipos de delitos.
Por nacionalidades, se podría hacer la siguiente lista:
Los italianos se dedican al hachís y la cocaína. Además, la Camorra napolitana, implantada en la zona desde hace décadas, blanquea parte del dinero de sus negocios ilegales en Italia y en España a través de restaurantes de comida italiana. En el entorno de Puerto Banús, dice un policía, hay varios locales dedicados a ello. Se trata de una sociedad cerrada: cuando es necesario un ajuste de cuentas, hay sicarios italianos que se encargan de realizarlo. No suelen llamar a ciudadanos de otras nacionalidades.
Los rusos se centran en el blanqueo de capitales. El pasado 6 de agosto fue detenido en Marbella Lasha Barateli, apodado ‘El gusano’. Las fuerzas de seguridad del Estado lo consideran el número 3 de la mafia rusa a nivel mundial. Fue arrestado en una reunión con otros dos capos cuando planeaban matar a otro líder mafioso. Su objetivo: dar un golpe de autoridad y reconstruir la organización, que había sido desmantelada en el Levante español con 129 personas detenidas en una macrooperación.
Quien todavía se deja ver por la Costa del Sol es Alexander Grinberg, presidente del Marbella Club de Fútbol. Pagó una fianza de 750.000 euros que le permitió eludir la cárcel. En septiembre pasado fue detenido junto a sus socios por el presunto blanqueo de treinta millones de euros para dos de las organizaciones más duras de la mafia rusa: Solntsevskaya e Izmailovskaya.
En aquella operación cayó el que era, hasta entonces, el mayor mafioso ruso detenido en España, Arnold Tamm, vinculado a Semion Mogilevich, otro de los líderes mundiales de crimen organizado ruso. Mogilevich está buscado por el FBI por blanquear 150 millones de dólares, según la Guardia Civil.
Los ingleses y irlandeses centran su actividad en la cocaína, el hachís y la marihuana. “Con sus correspondientes ajustes de cuentas también”, dice un abogado. Son los principales distribuidores de droga en Reino Unido. Dada la lejanía, por el camino incrementan notablemente el precio medio de este tipo de drogas. El tráfico ilegal de armas también es un sector que maneja la mafia irlandesa.
Albanos, kosovares, búlgaros y rumanos: “Tocan absolutamente todo”, dice un experimentado agente de la lucha contra el crimen organizado. Drogas, sicariato, robos en viviendas lujosas y coches de alta gama, prostitución, seguridad en locales como discotecas o clubes de alterne y escoltas de personas adineradas… “Todo. No dicen que no a nada. Algunos son militares reconvertidos”.
Suecos, daneses y holandeses. Cocaína y hachís. Como los británicos, incrementan mucho la rentabilidad del narcotráfico por la distancia que han de recorrer para introducir las drogas en sus países de origen. Si en España un gramo de cocaína cuesta 60 euros, en Suecia puede triplicarse su precio. En agosto de este año, un sueco murió tiroteado a las puertas de su casa en Fuengirola a manos de un sicario que le disparó desde una bicicleta.
Colombianos: sicariato, secuestros y cocaína. Cuando hay ‘roces’ que resolver, otras bandas recurren a ellos para cobrarse sus deudas. Dan palizas, secuestran a menores -hijos de otros delincuentes-, matan… En la zona hay varias ‘oficinas de cobro’ con la bandera de Colombia, según cuenta un guardia civil de la zona. Los grandes cárteles, que envían mucha de la cocaína que se consume en España a través de los puertos de Algeciras (Cádiz) y Valencia, han comenzado a instalar a gente de confianza en la Costa del Sol para gestionar el negocio: no se fían, necesitan saber que la mercancía llega, quiénes la reciben y, sobre todo, que pagan.
Franceses de origen argelino: son los amos del hachís. Los primeros clientes de los narcos españoles que traen esta droga desde Marruecos a bordo de lanchas semirrígidas. También controlan prostíbulos, aunque en este sector se centran más en el norte del país, principalmente en la frontera con Francia.
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