Chema, Sergio, Ignacio y Félix no se conocen. Gastan diferentes profesiones, edades y gustos. Sin embargo, tienen en común ser parte de la ‘liga de #apartinetes (aparta patinetes)’. Realmente, son tan solo un pequeño porcentaje de los muchos que forman el grupo germinado en Twitter, pero representan el sentir popular de una parte de los madrileños, valencianos, zaragozanos o barceloneses que han visto cómo, de un tiempo a esta parte, les “han invadido” las aceras. Se han indignado y han decidido actuar por su cuenta y riesgo. Sin hacer daño a nadie, pero ejerciendo de pedagogos a través de las redes sociales. “Siempre es lo mismo, el peatón, que es el eslabón más débil, es el que acaba pagando las consecuencias”, se quejan, en conversación con EL ESPAÑOL.
Su modus operandi es sencillo. Chema, Sergio, Ignacio o Félix salen de su casa, miran, escudriñan u observan. Ven los patinetes que están mal estacionados, los colocan y hacen dos fotografías (una del antes y otra del después). Suben su movimiento a redes sociales y lo tuitean bajo el hashtag #apartinetes. Es su forma de ‘progresar’ en la liga. Pero eso es lo de menos. Sus grandes objetivos son otros. El primero, que la administración tome nota. Es decir, que se dé cuenta de que no se cumplen las normas. El segundo, que el resto de ciudadanos sepan cuál es el camino a seguir después de usar estos nuevos medios de transporte.
Con ‘experiencia’ en el método, los cuatro miembros del ‘comando’ se reúnen con EL ESPAÑOL en el Retiro. Durante una tarde, vamos a acompañarles en su ‘lucha’ por las calles de la capital. Son las 16:00 horas, el día lo capitanea el sol, el termómetro apenas marca 18 grados de temperatura y el parque ‘escupe’ vehículos de todo tipo. Pasan patinetes (en muchas ocasiones, con dos personas encima), tuk-tuks, bicis compartidas… Todos circulan por las aceras. No hay ninguno que siga la ordenanza municipal, que dicta que, por ejemplo, los patinetes eléctricos (no los normales) tienen que circular por la calzada y como máximo a 30 kilómetros por hora.
“¿Sabe usted la normativa? Ni idea”, contesta uno de los muchos viandantes que salen del castizo parque del Retiro. El desconocimiento y la acumulación de transportes de este tipo en las aceras han propiciado un caos circulatorio que amenaza al peatón. Por ejemplo, contabilizando tan solo los patinetes, la Policía local ha registrado 22 accidentes desde que se aprobó la ordenanza municipal. O lo que es lo mismo, 16 heridos leves y dos graves. Uno de ellos, un joven de 18 años que tuvo que ser trasladado al hospital con policontusiones después de chocarse con otro vehículo.
El peligro existe, es real. Sólo hace falta avanzar desde la Puerta de Alcalá a O’Donell bordeando el Retiro para darse cuenta. “Aquí hay uno mal colocado”. “Allí, otro”. “Mira, este está en mitad de la acera, imagínate que vas en silla de ruedas”. El comando de #apartinetes no da crédito conforme avanza en su ‘expedición’. Hasta que llegan a una de las entradas del parque. Allí, sobre la acera, descansan al menos 15 patinetes. ¿Y qué hacen? Los levantan (mientras estos pitan para avisar a la compañía de que alguien los está cogiendo sin desbloquearlos), los llevan hasta la calzada y los colocan en su sitio. “Ahí es donde deben estar”, señala Sergio.
Da igual, pocos minutos después, los empleados de una de las compañías (ya hay tres en funcionamiento y hasta 15 podrían 'aterrizar' próximamente) se presentan para recogerlos o devolverlos a la acera. Ahí, están más visibles. La estrategia está clara. “Al final, no pagan por utilizar el espacio público. Los bares, por ejemplo, necesitan licencias para tener sus terrazas. ¿Por qué unas empresas se tienen que rascar el bolsillo y otras no?”, se pregunta Nacho, camino de la siguiente parada. He ahí la cuestión, que seguirá en suspenso hasta nueva orden.
Pero bien, ¿por qué son #apartinetes, cuál es su pretensión? ¿Quién va líder de la 'liga'? Vamos a ello...
Chema (28 años), urbanista: “Es una especie de vandalismo cívico”
Chema es el primero en la clasificación (de entre los cuatro). Antes de reunirse con este periódico, ha movido cinco patinetes. “Yendo al trabajo he quitado tres y llegando a la entrevista, dos”. Son “gestos simbólicos, algo divertido". Él no lo ve como algo que haga daño a nadie. Ni siquiera a las empresas. “De lo que se trata es de colocar los patinetes donde deben estar, poner en el foco que el peatón es el que más sufre”.
Se inició en el oficio de #apartinete sin saber muy bien dónde tenía que colocar el primero. Después, se ‘empapó’ con “el artículo 48 de la ordenanza municipal”. Desde entonces, todos los días trata de sumarse a este “vandalismo cívico”, como lo define, para que los ciudadanos se enteren de dónde tienen que dejarlos tras su uso: “En la banda de aparcamiento o en la acera si es de más de seis metros”. Dicho queda.
Félix (50 años), biólogo: “Son empresas depredadoras del espacio público”
Félix está al acecho de Chema en la clasificación. Ha colocado cuatro antes del encuentro con este periódico. “¡Y habría hecho más, pero si los muevo delante de mi hija cuando la llevo al colegio, a ella le da vergüenza!”, bromea. Más allá de eso, es uno de los más preocupados. Aparte de biólogo, es secretario general de la Asociación de Vecinos del Retiro. Ha visto, en poco menos de un año, como ha cambiado todo el paisaje: “Primero fueron las bicicletas, después los coches/motos compartidas… ¡Y ahora los patinetes!”, se lamenta.
Su queja se fundamenta principalmente en las dificultades que tienen las personas mayores para moverse por su distrito. “En el último mes, no necesariamente con patinetes, hemos tenido dos accidentes y otros dos atropellos mortales”. Esa es una de las razones por las que se unió al 'comando' de #apartinetes. Pero también porque considera que las “empresas de patinetes son unas depredadoras del espacio público”. Por eso, seguirá colocándolos... hasta que se cumplan las reglas.
Ignacio (27 años), antropólogo: “También me pitaban con BiciMad y ahora, no”
Ignacio está empatado con Chema en la clasificación. Ha colocado cuatro antes de comenzar la expedición. No es un ‘hater’ de los patinetes, pero aboga porque se cumplan las normas. “El problema es que la gente no lo hace”. Su experiencia le basta para ejemplificarlo. Él usa BiciMad. “Al principio me pitaban y ahora, no. Yo creo que todo necesita una adaptación”.
¿El problema? Él, además de antropólogo, también es guía turístico y, como usuario del espacio público, hay una cosa que tiene clara: “Han sobrevenido muchos cambios a la vez… La gente tiene que ir aprendiendo cómo tiene qué circular y hacer las cosas. En ese sentido, #apartinetes puede servir para eso”.
Sergio (34 años), contable: “¿Te imaginas un coche aparcado en mitad de la acera?”
Sergio, de momento, está a la cola de la clasificación. Ha colocado dos antes de unirse a la expedición con EL ESPAÑOL. Lo suyo con #apartinetes fue un flechazo. “Habíamos salido a tomar algo y dijimos: ¿qué hace esto aquí en medio? Le hice una foto encima de un macetero, como si fuera una estatua, y lo coloqué en su sitio”, cuenta, de broma.
A partir de ahí, exige una política municipal acorde a los nuevos métodos de movilidad. “Las infraestructuras tienen que ir en consonancia con lo que hace la gente. Si demandamos patinetes y bicicletas, lo normal sería que hubiese un lugar de estacionamiento”, explica. Y lo ejemplifica con el Ámsterdam de los 50. “Entonces, se formaban atascos. ¿Y ahora? Todo el mundo va en bicicleta”, sentencia.
Fin de la ‘caza’ de patinetes
El ‘comando’ avanza hasta ‘cazar’ los últimos del día. En medio de un carril bici, se encuentran motos compartidas y patinetes. La mayoría, de Lime, empresa fundada en 2017 en Estados Unidos y participada por Uber (compañía de taxis VTC) y Alphabet (el conglomerado al que pertenece Google). Ellos fueron los primeros en instalarse en Madrid. Lo hicieron en agosto. Y, a día de hoy, según datos de la propia compañía, han superado los 100.000 desplazamientos en España. Y, aunque se desconoce (no quieren dar datos), el número de patinetes desplegados por la capital, son los más numerosos. Sólo hace falta andar por la ciudad para comprobarlo.
Al lado, los de VOI, menos numerosos. La compañía sueca que ya operaba en Estocolmo, aterrizó el 7 de octubre, coincidiendo con la aprobación de la normativa municipal. Según datos de la compañía, en menos de un mes 75.000 personas se habrían registrado haciendo un total de 175.000 kilómetros. Por el camino, Wind (compañía holandesa que ya opera en Madrid), UFO (empresa española que está por asentarse) y muchas otras irán desembarcando.
Todas están interesadas en que se regulen las normas de uso. De hecho, desde VOI, según aseguran a EL ESPAÑOL, tienen cerrada una reunión con el Ayuntamiento para tratar el tema, además de tener un equipo por las calles que trata de concienciar a sus usuarios.
Pero, hasta entonces, este particular ‘comando’ de #apartinetes (además de otros muchos madrileños) seguirá su ruta en busca de liberar las aceras. No están en contra ni de su uso ni de la nueva movilidad (de hecho, ninguno de ellos usa el coche en Madrid), pero sí de que invadan su espacio. “Y, de paso, si podemos evitar que ocurra algo grave, fenomenal”, sentencian. Toca el momento de colocar los últimos patinetes. ¡Han quedado bien! Chema y Sergio vuelven a su casa en una bicicleta de BiciMad, Félix lo hará andando e Ignacio cogerá el metro. Y, mañana, vuelta a empezar. Hay que competir por ver quién queda primero en la liga… “Y si además conseguimos visibilizar el problema...".
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