“El extraño llegó con sus sueños muy distintos, pero la vio como solo puede verse un espejismo. Dentro del corazón, él adivinó un destino en su cara; ella intuyó su cruz. Fue mezclar lo del cielo con la vida a ras de suelo y comprender que los edenes perdidos siempre se encuentran por casualidad...”.
Él, Cristóbal, fue sacerdote durante 10 años, pero lo dejó todo por ella, Angelita de Letur. Su hija, Rozalén, llegó más tarde, en 1986; como su hermano, Francisco. Después, vendrían las canciones, las subidas al escenario con todo vendido, los festivales de música y la letra de la canción que encabeza este artículo, Amor prohibido, dedicada a ambos. Ahora, en boca de muchos amantes, suena su historia incandescente. Uno de los secretos de la familia. Pero hay más para los devotos de la artista. Todos confesables. Ninguno pecaminoso.
La historia de los Rozalén merece contarse, como las buenas novelas, por capítulos. Y, cómo no empezar con la historia de su padre. Cristóbal, nacido en Balazote (Albacete), a la postre hombre de confianza de José Bono durante su presidencia en Castilla-La Mancha, nunca imaginó que fuera a tener una hija. Ni que decir tiene que tampoco que fuera a ser cantante de éxito. Él eligió a Dios primero. Se puso la sotana y se refugió en la Iglesia. Pero sólo lo hizo durante 10 años. Después, otra luz lo deslumbró. No fue divina. O quizás sí. Da igual: lo dejó atrapado. Se llamaba Angelita y vivía en Letur, un pueblo cercano.
Se enamoró, qué se le iba a hacer, y durante mucho tiempo peregrinó la figura de aquella mujer como sacerdote. Vivió, como reza la canción, un Amor prohibido. Entonces, la relación se encontró con la incomprensión de la que bebía la época. Hasta que aquellas visitas furtivas acabaron. Cristóbal habló con Dios y colgó los hábitos. Se consagró a Angelita de Letur, su mujer. La quiso, la amó y de allí germinó el siguiente capítulo de esta historia, la de sus dos hijos: María y Francisco.
Ellos dos no conocieron a su padre sacerdote, pero sí al que por casualidad fue asesor de José Bono. “Cuando Cristóbal era director de una compañía de seguros en Alcalá de Henares, le organizó un viaje al presidente a Letur. Entonces, casi nadie lo recibía. Pero Cristóbal convenció a todo el mundo para que fueran a verlo. Entonces, Bono dijo: ‘¿Qué pasa aquí?’. Habló con él y le ofreció irse a trabajar al PSOE", cuenta Miguel Nieto, amigo de la familia, a EL ESPAÑOL.
Pero aquello no fue nada más que el principio. José Bono vio a Cristóbal como un “diamante” y, a la postre, como “la mejor persona que ha conocido”. Él se convirtió no sólo en su confidente, sino también en un gran trabajador. Era el responsable de organizarle los viajes e informarle de todo: quiénes eran las personas a las que iba a visitar, cómo eran… Cuidaba todos los detalles.
Entonces, germinó una de las relaciones más fructíferas de la política española. Cristóbal estuvo con José Bono desde 1983 hasta 2004 recorriendo todos los pueblos de Castilla-La Mancha. “Se los conoce todos por cinco (por las cinco legislaturas)”, reconoce Agustín Moreno, también amigo de la familia. Ambos compartieron viajes y, también, muchas comidas en Salobre. Con “gorrino” encima de la mesa, como se dice en la tierra, “y poca lechuga”.
Cristóbal era el hombre perfecto para ese puesto. Humilde y trabajador, nunca le gustó el protagonismo. “Es de esas personas a las que prefieren estar a la sombra. Le perturba la fama”, cuenta Miguel. Así era él y en eso crió a sus dos hijos. “Por eso Rozalén es la antidiva. Tiene los pies muy pegados al suelo. Disfruta de lo que está viviendo, pero es consciente de que se puede acabar en cualquier momento”.
Los estudios antes que la música
María de los Ángeles Rozalén, desde bien pequeña, cultivó su inquietud por la música. Junto a su madre (“la que de verdad canta bien en su casa”, según la artista) y su abuela, recitaba poesía. Y, a los 14 años, ya componía canciones. Definitivamente, quería ser cantante. Pero su padre le puso los pies en el suelo. “Primero los estudios y después el resto”, le decía, siempre.
De hecho, Rozalén estudió psicología y después musicoterapia. Pero, mientras, siguió intentando dar el salto definitivo a los escenarios. “Bono siempre le decía que le diera medios a su hija para que se dedicara a lo que le gustaba, pero Cristóbal siempre insistía en que lo primero eran los estudios”.
Dio igual. María tenía claro lo que quería hacer. Y grabó su primera maqueta. A partir de ahí, vendrían sus tres discos: Con derecho a…, Quién me ha visto… y Cuando el río suena…. Pero no sólo eso. También las firmas multitudinarias, los carteles de localidades agotadas, sus canciones en la radio, su canción de 'Girasoles' aupada como himno tras el asesinato del niño Gabriel y su confirmación como una de las mejores voces que ha dado la música española en la última década.
Eso sí, por el camino se tuvo que sobreponer a muchas coas. “Por ejemplo, en una sala de conciertos no la dejaron tocar. Un compañero la invitó a que subiera al escenario. Quedaron encantados. Después, su primer disco lo presentó en la Galileo (Madrid)”. Fue el fogonazo inicial de su carrera, catapultada por su voz, sus letras, sus canciones y su talento. “Aunque ella siempre reconozca que la mejor es su madre, a la que ha subido en algunos conciertos”, cuenta Agustín.
‘Competencia’ por la fama en Albacete
En Albacete, donde vive la familia, ‘compiten’ por la fama, esa que tratan de eludir ambos. A ninguno de los dos les gusta, pero es inevitable. Su padre, como exasesor de Bono, ya jubilado, pasa sus días sin hacer mucho ruido, aunque sin pasar desapercibido. Desayuna con amigos, hace la compra… “Y sigue mucho a su hija, pero sin abrumarla. Le da consejos, pero sin paternalismos”, reconoce Miguel.
Los únicos espectáculos que ve son los de su hija. Ninguno más. El fútbol lo ha aparcado (es del Madrid y del Albacete, pero se pone tan nervioso que no es capaz de acabar los partidos). "De hecho, ha llegado a levantarse de su silla del Bernabéu", bromea Miguel. Por eso lo tiene prohibido, como aquel ‘Amor’ junto a Angelita, el principio de todo, el origen de una canción que bien puede servir para cerrar este (o cualquier) artículo… La historia no ha acabado.
“Y ese amor / tan libre y cautivado / tan de luz y penumbroso / tan limpio y peligroso / que no se calla ni miente / tan de qué dirá la gente / árbol del bien y el mal / dos solitarios / dándole al mundo / su sinrazón de ser”.
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