Si existieran las princesas de cuento Irene de Grecia sería, sin duda, una de ellas. La hermana de la Reina Sofía es hija y hermana de reyes, en su árbol genealógico hay dos emperadores alemanes, ocho monarcas de Dinamarca, cinco de Suecia, siete zares de Rusia, un rey y una reina de Noruega, una de Inglaterra y cinco soberanos de Grecia. Si existe la sangre azul, esa es la que corre por las venas de esta mujer de 76 años. "Ser de la realeza no es ser más alto o más bajo que nadie, es una profesión, como la de músico o médico, es nuestra labor. Soy princesa, pero eso no me impide limpiar un baño", aseguraba en una de las poquísimas entrevistas que ha concedido.
Irene es, además de una princesa de cuento, el paño de lágrimas de su hermana Sofía. Sin embargo, en la foto oficial del pasado viernes, faltaba ella. Doña Sofía estaba rodeada en su 80 cumpleaños de sus seres queridos, pero tenía que haber estado también Irene. Ella ha sido su compañera, amiga, hermana… ha sido su sombra durante toda su vida. Juntar a toda su familia fue el único regalo que había pedido la madre del Rey y para ello hubo que guardar muchos cuchillos.
Con Urdangarin en prisión Felipe VI admitió -por el bien de su madre- a la Infanta Cristina en Zarzuela. Don Juan Carlos también estuvo por deseo de su mujer y porque sus dos hermanas, las Infantas Pilar y Margarita, se lo pidieron. Por su parte, la Reina Letizia hizo un gran esfuerzo para estar con su familia política y, según cuentan, estuvo hasta agradable. No es que aguantara hasta el final: se disculpó en el café, pero se quedó a ver soplar las velas a su suegra. Pero sin duda, en la foto oficial del 80 cumpleaños faltaba la pieza más conciliadora del puzzle, la tía Irene de Grecia, ya que esa imagen se consiguió tomar en parte por su papel de mediadora entre todos.
Felipe VI llama a su tía Irene La tía Pecu porque es conocedor de su carácter peculiar: ella siempre ha sido la "escéptica y rebelde de la familia" como ella se consideraba en una de las poquísimas entrevistas que ha concedido en su vida. Y es que la hija menor de Pablo de Grecia y Federica de Dinamarca ha tenido una vida tan curiosa como el dato de que el pasado mes de marzo el Consejos de Ministros le otorgó la nacionalidad española por carta de naturaleza. Esta fórmula se concede a criterio del Gobierno cuando concurren circunstancias excepcionales y se aprueba mediante real decreto, donde especifican los motivos. En este caso, que la princesa ha residido en España desde 1968, teniendo actualmente su residencia habitual en Madrid, y que por su parentesco con la Reina Sofía mantiene estrechos lazos con la Familia Real española y guarda especial vinculación con España.
Viaja mucho a Ginebra, al lado de Cristina
Los que la conocen hablan de esta mujer de 76 años con muchísimo cariño. "Es un pilar fundamental en la familia. La Reina Sofía tiene en ella a algo más que una hermana, es su confidente y compañera. Sus sobrinos la adoran, sobre todo la Infanta Cristina, a la que siempre ha estado muy unida. En estos momentos en los que la ex duquesa de Palma vive momentos terriblemente duros, la Princesa Irene ha estado a su lado en muchas ocasiones en Ginebra", nos cuenta una fuente cercana a la madre de Felipe VI.
Aunque Irene de Grecia vive en un segundo plano es una figura importante para los Borbón y de Grecia. Sus sobrinos la ven como una segunda madre. En los tiempos convulsos que se han vivido en La Zarzuela tras la irrupción del Caso Nóos o los escándalos de don Juan Carlos ha actuado como figura conciliadora. La Princesa griega tiene adoración por su sobrina Cristina y ella por su tía. De hecho, la única chica de los Urdangarin Borbón lleva su nombre. Dicen que le hizo mucha ilusión la elección, pero rápidamente ella añadió con humildad: "No será por mí, sino porque les gusta el nombre". Tía y sobrina comparten su afición por la música y como la reina Sofía lleva una dieta que excluye muchos alimentos. No llegan a ser vegetarianas pero no comen carne.
Una vida errante
Irene de Grecia fue una niña especial. Con cuatro años, según contaba su madre, la propia Reina Federica, le dijo: "Mamá, yo te conozco mucho antes que tú a mí, estaba arriba con el Niño Jesús, te vi aquí abajo y le dije Jesús, ésta es la mujer de la que quisiera nacer.
El exilio ha sido su sino desde su nacimiento en Sudáfrica, el 11 de mayo de 1942, donde los monarcas griegos Pablo y Federica se refugiaron por la invasión nazi. De nuevo tuvo que abandonar su querida Grecia tras el Golpe de los coroneles, que derrocó a su hermano Constantino en 1967 proclamando la república. Algo que convirtió a Irene en un alma errante. Quizá para sobrellevar el drama, ingresó en 1969 junto a su madre en un ashram de la ciudad hindú de Madrás, donde permaneció un lustro empapándose de la filosofía del gurú Mahadevin. Desde entonces, su relación con La India ha sido intensa y constante.
Siempre se ha llevado bien con su cuñado, don Juan Carlos. A pesar de las muchas humillaciones que el Rey emérito le ha hecho a su hermana, ella nunca se lo ha echado en cara. Para ella son cosas del matrimonio en las que no debe meterse y, por supuesto, la Reina Sofía nunca le pregunta nada, sabe que su hermana es un alma libre y lo que le va a decir.
En 1981 Sofía e Irene de Grecia se llevaron un gran golpe: en febrero fallecía la reina Federica en Madrid tras una intervención estética. Su hermana, la acogió en Zarzuela, convirtiéndose en su sombra. La tía Pecu tiene sus aposentos en el ala derecha de Zarzuela, dentro de las habitaciones privadas del palacio, en el que al principio permanecía enclaustrada para no molestar. Su cuñado protestaba por este hecho: "La traigo para que haga compañía a Sofi y no la vemos el pelo".
Es soltera y nunca se le ha conocido pareja, aunque ha tenido varios amores secretos. La rumorología la vinculó al príncipe Michel de Francia, que luego fue marido de Beatriz de Orleans. También se habló de una relación con Jesús Aguirre, posterior esposo de la duquesa de Alba, a Gonzalo de Borbón, hermano del duque de Cádiz y hasta con el que fuera embajador alemán en España, Guido Brunner.
Otra fecha importante en su vida fue 1994, cuando el Gobierno del socialista Papandreu en Grecia despojó a la familia real griega de sus propiedades, pasaporte y nacionalidad, lo que la convirtió en una apátrida. Constantino, su hermano, y ella, no la Reina Sofía, apelaron a la Corte Europea de Derechos Humanos, que en 2002, les otorgó una indemnización a su favor de 14 millones de euros por las propiedades confiscadas. Irene percibió 900.000 euros, que destinó a su ONG, pero no logró recuperar la nacionalidad ni el pasaporte. Dado que, como sus hermanos, desciende del rey Jorge, danés de origen, además de princesa de Grecia, Irene lo es también de Dinamarca, lo que le permitió obtener un pasaporte danés. Era el que utilizaba también su hermano, el rey Constantino, casado con Ana María, hermana de la soberana danesa, que tras un largo exilio en Londres regresó en 2013 a Grecia como residente.
Envió 72 vacas en un Boeing a La India
La Fundación Mundo en Armonía -creada por la hermana de doña Sofía- es una asociación benéfica sin ánimo de lucro declarada oficialmente de utilidad pública por el Gobierno de España. Tiene como objetivo principal la contribución a la creación de un mundo en armonía. Esta contribución se realiza mediante proyectos humanitarios y de desarrollo para personas u organizadores que necesitan ayuda, independientemente de su raza, religión, nacionalidad o ideología. El mayor número de horas lo dedica a ella, extendida por 30 países. A Irene de Grecia cuando se trata de su fundación nada le para. Por ejemplo, en 1989 consiguió que 72 vacas viajaran en un Boeing con destino a La India. Eran un excedente de ganaderos cántabros y ella no dudo en aprovecharlo. Ha promovido proyectos en Vietnam, Afganistán, Guinea Ecuatorial y Haití, entre otros países.
Ciudadana de ningún sitio, hoy reparte su tiempo entre Madrid, donde permanece la mayor parte del año, La India, y también Grecia, donde viaja con frecuencia con la Reina Sofía. Tiene un sencillo apartamento prestado por unos amigos en Atenas, junto al Palacio de la Música. Mujer de acusada sobriedad y de costumbres fijas, tras el cáncer de mama que padeció en 2002, sustituyó su trenza por un recogido que se hace ella misma, pero no se tiñe el pelo ni pisa un salón de belleza. Suele vestirse con amplios blusones y llevar zapato plano. No bebe alcohol, ni siquiera vino en las comidas, no fuma, tampoco duerme siesta, ve poca tele y es raro verla en actos públicos, excepto en algunos conciertos del Teatro Real. Habla un español correcto, como el de su hermana, pero con mucho acento. Con sus hermanos y sobrinos habla en inglés y en griego.
Admira a su sobrino, el Rey Felipe: "Tiene un sentido del humor muy refinado. Le gusta dialogar, la discusión intelectual". De su hermana dice: "Tiene unas cualidades que a mí me encantaría poseer: serenidad, criterio, responsabilidad. Aguanta muchas horas de trabajo, el estrés. No necesita dormir tanto como yo, por ejemplo, es más fuerte. Además, sabe siempre qué hay que hacer”.
Su flamante nacionalidad española la obliga a renunciar definitivamente a la posibilidad de ser reconocida algún día como ciudadana griega. Pero a ella no le importa. "Soy y seré siempre griega, pero en España estoy como en casa".
Hoy, la princesa es un referente en solidaridad y ayuda humanitaria reconocida por la ONU. Mujer de carácter, el primer ministro Simón Peres le pidió en una ocasión ayuda para los niños israelíes. "Cuando podamos hacer lo propio con los palestinos", contestó Irene.