Cristina García del Campo (Madrid, 1965) da clases de inglés, acompaña a extranjeros –sobre todo, británicos– a los centros de salud de la Marina Alta y el Hospital de Dénia, y reside desde hace 15 años en Jávea (Alicante). Su vida es relativamente normal y su actividad, a priori, no da para ser noticia. Sin embargo, en los últimos días, su nombre, inevitablemente, ha pasado a primer plano. ¿La razón? Ha ‘certificado’ que la administración de metamizol (analgésico utilizado en España bajo los nombres comerciales de Nolotil, Algi-Mabo o Metalgial) puede provocarles graves efectos secundarios –e incluso la muerte– a los británicos y escandinavos. Medicamento que, por cierto, está prohibido en Inglaterra. Esta es la noticia, lo básico. Pero bien, ¿qué motivó su investigación? ¿Quién es ella? ¿Cuál es el siguiente paso tras su ‘descubrimiento’? A eso vamos…
Su hallazgo podría haber capitulado esta semana. Al fin y al cabo, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) ya ha recomendado a los profesionales que no receten el medicamento a la población flotante. Sin embargo, Cristina García podría ir más allá. Así lo adelantó en su muro de Facebook: “He estado discutiendo con abogados españoles y británicos la posibilidad de presentar una demanda colectiva. Las señales, en estos primeros días, son alentadoras. Lo que necesitamos es que los perjudicados se unan y tengan interés en seguir hacia delante. Las farmacéuticas tienen los bolsillos llenos (…) Ahora mismo, vuestro interés por llevar a cabo una demanda colectiva es sin costo y sin compromiso”. Y, a continuación, tras su escrito, dejó su mail en el post y terminó con un mensaje de ánimo: “La lucha comienza”.
Cristina hizo esa publicación el 31 de agosto. Este martes, al ser preguntada por EL ESPAÑOL, no descarta esa posibilidad: “Publiqué aquello porque había mucha gente interesada en demandar. Vamos a ver cuántos hay que quieran (…) Estoy trabajando con un bufete de abogados y vamos a ver… La semana que viene mandaremos una nota de prensa”, finaliza. El caso Nolotil, por tanto, sólo ha escrito su primera página.
Origen de la investigación
El prólogo lo comenzó a redactar hace tiempo. Cristina nació en Madrid, pero ha pasado gran parte de su vida en Inglaterra. De hecho, su marido es británico. “Por eso aprendí el idioma”, bromea, en conversación con este periódico. A España, regresó en 2003. En Jávea, donde reside desde hace 15 años, trabaja como profesora de inglés y traduce a extranjeros (es especialista en traducción jurídica y médica) en Marina Alta y el Hospital de Dénia.
La curiosidad surgió a raíz de la muerte de uno de sus pacientes, que sufrió sepsis. Aquello le hizo pensar en la cantidad de sus clientes que lo padecían. Y todos tenían algo en común: habían sido tratados de su dolor con Nolotil. A partir de ahí, Cristina empezó a indagar. Se metió en un grupo de Facebook de expatriados británicos y preguntó. Le empezaron a mandar informes médicos y se dio cuenta de que el medicamento les había provocado a todos efectos secundarios graves e incluso la muerte. “Tengo notificados más de 100 casos, 10 muertes y casos horribles como amputaciones”, explicaba a EL ESPAÑOL.
Cristina empezó entonces a advertir a las autoridades médicas. “Pero todos no me hacían caso”. Ella sabía –por su marido y porque había vivido durante mucho tiempo en Inglaterra– que el metamizol no estaba autorizado en Reino Unido. ¿La razón? “Tiene que ver con un componente genético”. O, dicho de otra forma: no les sienta bien y, por tanto, no hay que prescribírselo a pesar de que el fármaco lleve 60 años en el mercado.
No es nada nuevo. El metamizol no está autorizado en algunos países nórdicos (por ejemplo, en Suecia) y, en cambio, en España, según denuncia Cristina, se receta con mucha facilidad. “Vas a cualquier farmacia y te lo dan”. Sin embargo, la Agencia Española del Medicamento guarda cautela. “Aunque se ha discutido desde hace años sobre una mayor susceptibilidad para la agranulcitosis en la población del norte de Europa y se han estudiado ciertos factores genéticos, con la información disponible, no se puede ni descartar ni confirmar un mayor riesgo en poblaciones con características étnicas específicas”, reconoce en un comunicado a raíz de la polémica surgida.
Para corroborar si esto es así, el Hospital de Dénia ha puesto en marcha un gran estudio sobre los efectos secundarios del fármaco a gran escala. Pero, obviamente, es algo que llevará su tiempo. Los resultados no se van a conocer de hoy para mañana. Aunque, ya en 2009, un estudio español advertía de los posibles efectos adversos.
En el Hospital Costa del Sol, en Marbella (Málaga), un trabajo realizado por la Unidad de Medicina Interna concluía que “la agranulocitosis por metamizol es un efecto adverso que se da con mayor frecuencia en los británicos, por lo que debe evitarse su uso”.
Ahora, este ‘mal’ uso del fármaco también podría derivar en una demanda colectiva encabezada por la traductora Cristina García. "La semana que viene veremos...", finaliza.