Quienes conocían a Anabel coinciden en que la joven, que entonces tenía 22 años, reunía las cualidades que todo padre desearía. Perteneciente a una familia adinerada, cursaba 4º de Empresariales y, si Emilio Muñoz y Cándido Ortiz no se hubieran cruzado en su camino el mediodía del 12 de abril de 1993, se hubiera graduado pocos meses después.