La Costa del Sol de nuevo se acostó sobresaltada este martes por el silbido de las balas en mitad de la noche. Es la enésima vez en un año que se cierra sangriento: ya van 18 homicidios o asesinatos consumados en la provincia de Málaga en lo que va de 2018, en su mayoría concentrados en la franja de litoral que une Torremolinos y Estepona. Las autoridades policiales calculan que una decena de ellos mantienen el vínculo del narcotráfico.
Esta vez un ciudadano francés de 58 años moría tiroteado al llegar a su casa en la urbanización Nagüeles de Marbella (Málaga). Un sicario lo estaba esperando subido en una moto, al más puro estilo del Medellín de los 80, cuando Pablo Escobar ejercía el narcoterrorismo. Era de noche y la calle estaba poco iluminada. Cuando el hombre entró en su garaje, el asesino lo acribilló con una ráfaga de disparos. Luego, se fugó. El cuerpo de la víctima presentaba 20 impactos de bala.
Una fuente policial confirma a este periódico que el fallecido tenía antecedentes policiales y penales por narcotráfico, al igual que su mujer, dos años menor que él, quien no viajaba en el vehículo que conducía el finado. Fue ella quien encontró el cadáver de su marido. Durante los últimos meses, el fallecido estaba siendo investigado por su actividad como traficante de armamento.
La esposa del fallecido y su hijo conocían los planes para acabar con él. Ambos señalaron ante la Policía a un ciudadano también francés como posible autor de los disparos. El asesino usó un fusil AK-47 que la Policía encontró en un cubo de basura ubicado a unos metros de la casa donde se produjeron los hechos.
La Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO), grupo que se ha hecho cargo de la investigación, trata ahora de conocer si este crimen está relacionado de algún modo con otros sucedidos en la Costa del Sol en los últimos meses, donde hay desatada una guerra entre distintas bandas, sobre todo entre organizaciones holandesas cuyos miembros son de ascendencia magrebí. Éstas se disputan el control de las vías de entrada en Holanda de la droga que antes ha llegado a España. Los traficantes suecos también han entrado en una espiral de violencia similar entre sí.
El robo de 400 kilos de cocaína
David Ávila, español de 36 años, murió tiroteado a principios de mayo de este año. El fallecido acababa de salir de la parroquia Virgen del Rocío de San Pedro de Alcántara (Marbella). Minutos antes, su hijo había tomado allí la comunión. ‘Maradona’ fue acribillado delante de su mujer y de su otra hija.
Aquel asesinato todavía irresuelto se engloba dentro de una guerra entre mafias de traficantes que se inició con un robo de 400 kilos de cocaína. Las fuentes consultadas explican que ‘Los Gordos’, la banda de ‘Maradona’, adeudan alrededor de nueve millones de euros al cártel colombiano que envió la droga a España a través del puerto de Algeciras.
‘Maradona’ y sus compinches enviaron ese cargamento robado hasta Holanda. Pero cometieron un error. No le quitaron el sello del propietario. Los holandeses supieron que los dueños eran colombianos y que los intermediarios españoles eran unos ladrones. “Los holandeses llamaron a los colombianos para ver qué pasaba. En ese momento empezaron los problemas de Maradona y su gente”, explica un policía nacional que trabaja en la Costa del Sol.
Lo que se desató fue una guerra. 'Maradona' decidió invertir en negocios el dinero conseguido con el ‘vuelco’ de los 400 kilos de cocaína y de robos anteriores -comenzó robando hachís-. David Ávila montó un gimnasio y puso miles de euros para gestionar junto a otros socios el restaurante Heaven, en Estepona. Pero los investigadores piensan que los narcos colombianos ya iban a por ellos, aunque quizás también los holandeses. Entre las mafias de ambos países existe buena sintonía, explica un agente policial.
A David Ávila le quemaron el gimnasio y el Heaven. Un día antes de incendiar el restaurante apareció muerto en Dubái el primer miembro de ‘Los Gordos’, según contó ABC. Era amigo suyo. Se dijo que murió participando en una carrera ilegal con su Ferrari.
Luego vendría la muerte de ‘Maradona’, las bombas en un chalet de una urbanización de lujo en Benahavís o en una nave de un polígono industrial de San Pedro de Alcántara, propiedad de miembros de la banda de Ávila. Todas eran señales indicando lo mismo: ‘Los Gordos’ tienen que pagar sí o sí. En aquellos atentados, catalogados como los primeros ejemplos de narcoterrorismo en la Costa del Sol, no hubo víctimas, pero el miedo les caló hasta las entrañas.
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Muere a tiros un mafioso holandés
En estos meses, los atentados que ha sufrido la banda de David Ávila no se han cobrado ninguna víctima mortal más. Al menos por el momento, salvo que la Policía demuestre que el asesinato en Marbella de este martes tenga relación.
Todo hace indicar que no es así, que esta muerte tendría que ver con otra de las batallas que libran las numerosas mafias internacionales que operan en la Costa del Sol, en esta caso con intereses en el tráfico de armamento. EL ESPAÑOL ya publicó hace unas semanas que 13 bandas organizadas de carácter internacional se matan, extorsionan y secuestran por el control de la zona.
Una de las últimas víctimas de este enrevesado mundo de muertes y amenazas fue precisamente uno de los miembros de la banda de holandeses que habría comprado la cocaína a David Ávila y los suyos. Murió el 28 de octubre de 2018, hace tres semanas. La noche anterior le acribillaron mientras cenaba.
Todo sucedió así. El sábado 27 de octubre un hombre de nacionalidad holandesa pero de origen magrebí, Hamza Ziani, de 33 años, cenaba en un restaurante de comida asiática del paseo marítimo de Torremolinos. Estaba acompañado de una mujer, quien luego contó a la Policía que le vio nervioso.
Aquel holandés, nacido en Utrecht, murió mientras cenaba sushi. Decía que el de aquel restaurante era el mejor de toda Málaga. Un varón con la cara cubierta con un pasamontañas se presentó allí y le descerrajó dos tiros a quemarropa. Uno impactó en la cabeza y otro en el abdomen de Ziani. Aunque los médicos que le atendieron lograron estabilizarle, murió a primera hora del día siguiente.
Por el momento se desconoce quién mató a aquel hombre. Lo cierto es que la Policía Nacional le había detenido dos semanas antes por el hallazgo de una bomba que un jardinero encontró en una obra de Marbella. Los Tedax tuvieron que realizar una detonación controlada. En su casa había coches de alta gama, dinero en metálico y tres pistolas.
Se piensa que ese varón holandés que poco después iba a sufrir una atentado mortal mientras cenaba con una mujer en Torremolinos podría estar vinculado con la banda que atentó con bombas contra una nave y un chalet propiedad de miembros de ‘Los Gordos’.
¿Lo mataron ellos, los amigos de David Ávila? ¿Aquel asesinato era la venganza por la muerte de ‘Maradona’? Por el momento se desconoce, pero la guerra entre las mafias de la Costa del Sol continúa. Y con ella se llena de sangre sus calles.
Según informó este martes el diario SUR de Málaga, el último balance de criminalidad del Ministerio del Interior señala que la cifra de homicidios y asesinatos consumados en la provincia de Málaga entre enero y septiembre de 2018 creció un 87,5% respecto al mismo periodo del año anterior. Eso sí, solo en torno a la decena de ellos guardarían relación con el narcotráfico.
Si en los primeros nueve meses de 2017 murieron ocho personas, en 2018 ya iban 15 en ese mismo período. A ellos hay que sumar los asesinatos del chico que apareció muerto a principios de octubre cerca del hospital de Algeciras (Cádiz) tras su secuestro en un restaurante de Estepona, el del holandés Hamza Ziani y el del francés de este pasado martes. Es un suma y sigue. Y a 2018 aún le resta diciembre.